Termina octubre con un cúmulo de eventualidades, desde Alemania la canciller Angela Merkel anunció que no se reelegirá al término de su mandato, en Brasil después de la segunda vuelta se confirma el triunfo de Jair Bolsonaro y desde su gobierno la ultraderecha tomará las riendas del proyecto político en ese país, el tiroteo en la sinagoga de Pittsburgh detona nuevamente la confrontación del presidente Trump con los medios de comunicación pues los acusa de la polarización y encono que se vive en Estados Unidos. El presidente de Francia. Emanuel Macrón vive su nivel más bajo de aprobación y popularidad; y, en México se anuncia el resultado de la consulta acerca del nuevo aeropuerto. Ante la entrada del país a la espiral de depreciación y pérdidas del Índice de Precios y Cotizaciones (IPC) ante los mercados internacionales, la vulnerabilidad del sector empresarial, la confianza de los inversionistas y las eventuales consecuencias de la cancelación del proyecto de inversión en Texcoco han puesto a México en el centro de la atención internacional. Mientras nos dedicamos al debate acerca de la legalidad y transparencia de la consulta, se anuncia el despliegue de cinco mil doscientos efectivos del Ejército estadounidense para patrullar la frontera con México, una de las líneas fronterizas más grandes y complejas del mundo. A lo largo de 3,169 kilómetros de la línea fronteriza, los soldados estadounidenses tendrán que patrullar y evitar a toda costa la “invasión” al territorio estadounidense. El despliegue militar es importante pero no suficiente para contener la caravana migrante que a cada paso busca olvidar dejar atrás la desigualdad, la marginación, la corrupción y el abuso de poder con la aspiración de alcanzar el American Dream. Con las elecciones en puerta, una vez más a Trump le favorece la llegada de los migrantes a la frontera Sur. La ocasión idónea para mostrar el músculo político se viene como resultado de una retórica extremista, ultranacionalista, determinada a reavivar la llama de su popularidad, ese último aliento que le permita alcanzar la reelección. No son tiempos sencillos, alrededor del mundo se alistan liderazgos políticos que, fortalecidos en el miedo y la incertidumbre y con una extraordinaria retórica, buscan terminar con el establishment. Es decir, buscan incipientemente acabar con la tradición de poder en manos de una élite; aunque en la mayoría de los casos los líderes de esta oleada neopopulista hayan pertenecido a esa élite que hoy tanto repudian. Lograr el consentimiento de las masas no implica ofrecer condiciones verdaderas de bienestar en el más puro y estricto sentido democrático. Implica, hacer de las masas el capital político perfecto para perpetuarse en el poder. En esta nueva versión del poder, respaldado por las masas. Los neopopulistas de última generación, no consienten la crítica, descalifican a los medios y prefieren ellos a tuitazos hacer política y comunicación social. Llamar a Bolsonaro el Trump carioca no es una mera coincidencia discursiva; el presidente electo de Brasil también ha debilitado su relación con la prensa y ha preferido el uso de redes sociales para difundir sus ideas homofóbicas, ultraconservadoras, excluyentes y sectarias. Aunque en este momento se ve poco probable que la forma de vinculación política entre los actores y las redes sociales baje de intensidad, el problema de fondo es que se pone de manifiesto de manera permanente la existencia del Estado de Derecho y la existencia de una verdadera democracia (participativa o no). El ascenso del neopopulismo al poder en diferentes escenarios se da porque durante años no se garantizó la confianza, la certidumbre ni la legalidad. Hoy, el voto de castigo (electoral y consultivo) es consecuencia del hartazgo generado por malos gobiernos, instituciones débiles, falta de transparencia y sobre todo por la corrupción y el abuso del poder.   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @ArleneRU Linkedin: Arlene Ramírez-Uresti Google+: Arlene Ramírez Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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