Aunque no ha abarcado muchas planas de los periódicos últimamente, la deuda pública sigue creciendo de manera preocupante. Dicho relajamiento fiscal proviene principalmente del presupuesto federal presentado por Hacienda ante la Cámara de Diputados para el próximo año. La propuesta de endeudamiento actual nos trae fantasmas del pasado como la “economía prendida de alfileres” que acabaron detonando una crisis financiera en el país en 1994.

Para el 2024, el gobierno federal pedirá un financiamiento de 1.7 billones de pesos para un total de ingresos de 9 billones de pesos. Es decir, uno de cada cinco pesos que el gobierno ha presupuestado vendrán de contraer nueva deuda. Este financiamiento es el más alto en lo que va del siglo. En relación con el producto interno bruto (PIB) estimado para el próximo año, el déficit fiscal estará por arriba del 5% del PIB. Las nuevas obligaciones financieras de México llevarán a que el Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público —el indicador más amplio de los pasivos del gobierno federal— alcance 49% del PIB. 

Si bien es importante enmarcar la deuda con relación a lo que se produce en un año en el país, es aún más ilustrativo compararlo con lo que el gobierno federal recauda por medio de impuestos, aprovechamientos y derechos. Dicha recaudación ronda el 20% del PIB. Por tanto, el próximo año, la deuda llegará a 2.5 veces la recaudación del gobierno federal. En el momento en que la deuda alcance el 60% del PIB o 3 veces lo que recauda el gobierno, estaremos ante un escenario en donde las agencias calificadoras rebajarán la calificación de la deuda del país. En ese momento, los inversionistas pedirán tasas más altas por considerar a México como un país muy riesgoso, lo que generará más desbalances fiscales, los cuales pueden encausarnos hacia otra crisis financiera como la de 1994.

Cabe resaltas que mucha de esta nueva deuda se utilizará para pagar las pensiones, cuyo ramo llegará a los 2 billones de pesos. El rubro de pensiones y jubilaciones, incluyendo las recién creadas pensiones del bienestar, representarán 22% del presupuesto federal. Dado que México es un país con una demografía en proceso de envejecimiento, el rubro de pensiones y jubilaciones tenderá a agravarse con el tiempo. Específicamente, la pensiones por parte del IMSS y Bienestar seguirán creciendo de forma casi exponencial.

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Aún peor, una vez que se alcanza un desbalance financiero del tamaño del que se está proponiendo para este 2024, es muy difícil regresar a tener superávits fiscales. Más aún cuando el nuevo presupuesto lo estarán haciendo funcionarios distintos a los actuales por haber elecciones entre ambos ciclos presupuestarios. Si la elección federal resulta ser muy polarizada, entonces difícilmente se alcanzarán acuerdos para una reforma fiscal que ayude a llenar el boquete generado en el presupuesto de la nación. Dicho escenario significará —con altas probabilidades— que el próximo sexenio sufrirá de una crisis financiera. Mientras tanto, no dude que los mercados financieros se pongan nerviosos si los déficits fiscales no se ordenan en el corto plazo. 

Contacto:

Dr. Jose Roberto Balmori, director de los programas de licenciatura de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Anáhuac México.

Twitter @jrbalmori

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