Por Víctor Hugo Arteaga*

La semana pasada cuando venía de una cobertura en Mazatlán en Sinaloa, me tocó circular por el sur de ese maravilloso estado, luego por Nayarit, por Jalisco, donde tuve que permanecer tres días por un accidente en el camino y después pasé por Michoacán y finalmente llegué a mi destino en el Estado de México.

Tuve la oportunidad de platicar con varios transportistas, con algunos de ellos compartí tiempo en las llanteras de las autopistas, en las gasolineras, en paradores para comer y siempre escuché la misma constante: este país se ha vuelto muy violento para ellos y para todos los mexicanos que cruzan las carreteras y autopistas de México.

La protesta de transportistas no fue poca cosa y los mensajes que ellos le mandan al Presidente del país son gritos desesperados para que ya atienda por fin y a pocos meses de terminar su administración, esta grave crisis.

Sin lugar a duda la seguridad es la primera preocupación no sólo de los transportistas, sino de todas las industrias en un México, que en la mente del Presidente y sus secuaces del gabinete, más bien parece un parque de diversiones, algo así como Disneylandia.

Ándele, Disneylandia! Sí, para el presidente de todos los mexicanos, México es Disneylandia, ese gran espacio para la diversión de niños y padres, donde todo es felicidad, alegría, caminatas en las que se ven construcciones maravillosas y un ambiente de fiesta y algarabía, en el que los animales platican con los humanos y las fantasías más inverosímiles se pueden realizar.

El domingo 18 de febrero de nueva cuenta la sociedad civil salió a demostrarle a AMLO que todavía hay esperanza y que sus negras intenciones de transformar el sistema democrático mexicano en una dictadura comunista, en la que las fuerzas armadas poco a poco toman control de todo, se pueden detener con la sabiduría del pueblo.

Y no en ese pueblo que está del lado del dinero y los programas sociales clientelares, que durante cinco años el Presidente se ha ido adueñando y secuestrando regalando en distintos rubros el dinero que producimos todas las clases trabajadoras del país.

La voz del pueblo, ese pueblo que desde la resistencia se moviliza para no cederle el Congreso de la Unión en las próximas elecciones de junio, se escucha cada vez más potente y contrarresta las mentiras desde el oficialismo, que quieren hacerle creer a sus seguidores que todo va viento en popa para las elecciones.

Desde la resistencia moral, muchos integrantes de la clase media no están de acuerdo en seguir permitiendo que se regale el dinero de los impuestos a jóvenes que lo mal gastan en alcohol y drogas, con apenas 14, 15 y 16 años de edad, a través de las becas que se les otorgan.

López Obrador pudo ser la gran opción de realmente transformar la vida de 120 millones de mexicanos una vez que logró la ascensión al poder, pero su visión tan pequeña y su nula carrera estadista le negaron la gran oportunidad de trascender en la historia de México.

Lejos de ello, las filtraciones de la Agencia para la Administración de Drogas (DEA como se escribe en inglés), donde ya lo ubican recibiendo dinero del narco en la campaña del 2006, hacen que los mexicanos ya no le crean, y mucho menos le vean, como ese gran Presidente que AMLO quiso ser.

En su lugar, y por supuesto que no se lo van a decir abiertamente, los organismos de inteligencia de los Estados Unidos, lo perfilan como el próximo Manuel Antonio Noriega, el tristemente recordado dictador panameño, que fue sacado una noche en un gran operativo militar de Panamá y llevado ante las cortes estadunidenses para ser juzgado como narcotraficante.

Para los Estados Unidos, que todo lo ven y todo lo oyen, las relaciones de AMLO con el narco mexicano, principalmente con el Cártel de Sinaloa y su relación cercana con su líder moral, Joaquín Guzmán Loera, son de sobra conocidas.

Estados Unidos utilizará la información que tiene en ese sentido cuando tenga que usarla, y no permitirá que le sigan jugando el dedo en la boca ni Andrés Manuel López Obrador, ni todos sus cómplices desde las organizaciones militares, a quienes tanto poder les ha dado en busca de su fortalecimiento definitivo.

Por lo pronto decenas de periodistas valientes en cada estado de México, han comenzado a documentar cómo las organizaciones criminales han comenzado a operar para el partido oficial en el país el proceso electoral del próximo 2 de junio.

Contacto:

*Víctor Hugo Arteaga es Premio Nacional de Periodismo en la categoría de Periodismo de Investigación por el trabajo Las Empresas Fantasma de Javier Duarte.

X antes Twitter: @arteaganoticias
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