El presidente López Obrador ha planteado que la epidemia de Covid-19 ha sido domada por las y los mexicanos, pues el número de contagios y muertes no ha sido como en otros países, donde en algún momento de la crisis se dispararon las curvas sin que pudieran ser contenidas de manera eficiente. El problema es que las mismas autoridades han reconocido que la falta de pruebas realizadas en personas con síntomas o ya enfermas, no permite saber la dimensión real de la pandemia en México. Si a eso le añadimos que han surgido controversias sobre muertes que han sido clasificadas como neumonías atípicas, pues entonces surgen dudas sobre la condición real en que estamos.

Lo dicho por el presidente, contrasta con afirmaciones realizadas por el subsecretario López-Gatell, cuando ha mencionado que el confinamiento podría alargarse, si es que las personas relajan las medidas que se mantienen hasta ahora y salen de sus casas a realizar su vida cotidiana. Pero también con las proyecciones que diversas instancias han comenzado a generar con los datos que la misma autoridad ha dado, mostrando que las estimaciones oficiales pueden quedarse cortas con respecto a la realidad.

De esta forma, la responsabilidad vuelve a quedar en el espacio de la sociedad civil y de los gobiernos estatales y municipales pues, independientemente de lo que la autoridad federal indique, son ellos en quienes recae la carga de las acciones y el costo político que el presidente no quiere pagar. Diversos gobiernos han generado ya acciones que refuerzan el llamado al confinamiento, cerrando espacios públicos, reduciendo las posibilidades de movilidad, obligando al uso de tapabocas, etc., mientras que el presidente sigue planteando una realidad distinta a la que se presenta.

Si bien ha habido tiempo para preparar al sistema de salud, es importante dar seguimiento a la tasa de muertes de aquellas personas que llegan a cuidados intensivos pues, por las cifras dadas hasta ahora, se muestran más altas que en otros países con similares condiciones, lo que estaría reflejando posibles deficiencias en la atención y cuidado en la parte última de la cadena de vigilancia. 

De la misma forma, las estrategias de apoyo por la crisis económica que el presidente ha anunciado, distan de aquellas planteadas en otros países y, más aún, de lo que se requiere ante las previsiones de la caída que sufrirá el PIB durante este y el próximo año. A pesar de ello, el Banco de México modificó las reglas para flexibilizar los préstamos, con lo que las empresas de todo tamaño podrían afrontar el periodo de crisis. De la misma forma, a pesar del enojo presidencial por el “modito” con que lo hicieron, diversas organizaciones empresariales y bancos decidieron abrir una línea de recursos privados para créditos que apoyarán, también desde el espacio privado, a las empresas y organizaciones.

De esta forma, la epidemia en México está lejos de ser domada, mucho menos sus efectos en la economía y en la vida cotidiana de las personas. Al contrario, ante el desdén de muchas personas que no creen, como el mismo presidente no lo creía, que el virus no únicamente existiera, sino que les impactará de alguna manera, es claro que poco a poco está generando presión a la administración actual, al grado de que una secretaria de primer nivel en el gabinete, ya fue diagnosticada, sin dejar de mencionar a las personas que ya sufren la enfermedad, en el segundo o tercer círculos de decisión en la administración.

Lo cierto es que la pandemia no parece dejarse domar por una silla y un látigo, sino que aún plantea un reto mayor no únicamente para esta administración, sino para los diversos gobiernos locales, los actores privados y sociales, que deberán estar respondiendo de acuerdo a necesidades específicas, sabiendo que el gobierno federal lleva una vía alterna. 

Contacto:

LinkedIn: Gustavo Lopez Montiel

Twitter: @aglopezm

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