Inició el 2021 con un sentimiento de un rápido reacomodo por todo lo perdido en el 2020, donde lo más grave fue la cantidad de personas que murieron y muchas más que se vieron fuertemente afectadas por la pandemia que sigue azotando al mundo entero.
Haciendo un recuento desde el punto de vista económico y financiero de lo que nos dejó el 2020 vemos que, de acuerdo con cifras del Fondo Monetario Internacional, el mundo tuvo una contracción de al menos 3.3% del PIB y se espera que este 2021 pueda alcanzar una recuperación del 6.0 positivo.
Para el caso de EUA, la contracción fue de -3.5% y se espera que tenga un rebote este año del 6.4% positivo, el cual, seguramente tendrá que ser revisado al alza por la gran dinámica que está teniendo la vacunación con un promedio de 2.5 millones de personas vacunadas diariamente, por lo que llegará al 70% de su población vacunada mucho más rápido de lo previsto. De esa forma, la economía mas grande del mundo entrará en una acelerada recuperación.
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Para el caso de México, la contracción económica fue de -8.20% y se espera que tenga una recuperación en este año para terminar en un promedio de 6.0% positivo. Sin embargo, dicho incremento aun no permite la recuperación económica de lo contraído en el 2020. Lo que podemos observar es que falta poco tiempo para alcanzar la situación que teníamos en el 2018. En el año 2019 ya se registraba una contracción muy marginal, pero con número negativo en su desempeño económico.
Bajo este contexto, podemos decir que, a pesar de que en 2020 el país sufrió la peor contracción económica —incluso mayor a lo sucedido en 1995 con el Efecto tequila— las actuales circunstancias, las macro variables de la economía mexicana tanto la inflación, tipo de cambio, tasas de interés, balanza comercial y sectores como el bancario, por ejemplo, cuentan con una situación de solvencia ampliamente relevante.
Para poner un poco en contexto, este año se espera que la inflación pudiera terminar ligeramente arriba del objetivo del Banco Central en un 4.20%, nada que ver con aquellas crisis donde la inflación llegaba a una cifra de 3 dígitos y donde la desesperanza de las personas era evidente por observar cómo se pulverizaba su ingreso día con día.
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El tipo de cambio, una de las variables más sensibles que existen en cualquier economía, pudiera acercarse a niveles de 20.20 pesos por dólar, muy alejado de aquellas devaluaciones de miedo donde el peso se contraía a valores cercanos a los menos 60%.
En el caso de balanza comercial, sin duda uno de los grandes motores económicos del país, las exportaciones pueden llegar a un valor del 9% de incremento, levantándose de un confinamiento ampliamente prolongado y qué decir de las remesas que se han convertido en un ingreso vital.
Para dimensionar la relevancia de este ingreso, en 2018 la cifra enviada fue de 33 mil 675 millones y en 2012 había sido de 22 mil 437 millones. Es decir, en nueve años hubo un crecimiento de 86.4% en el volumen total de remesas, lo cual es equivalente a un aumento de 19 mil 395 millones de dólares.
El flujo de remesas provenientes del exterior alcanzó los 41 mil 832 millones de dólares hasta el momento de acuerdo con datos del Banco de México, sin entrar en la polémica de lo que hay detrás de dichos envíos en la búsqueda de oportunidades.
Con esta expectativa, el panorama paulatinamente será el idóneo para que volvamos a ver a empresas que inviertan de manera más decidida con las herramientas a su alcance en el mercado de valores y a inversionistas que identificarán proyectos atractivos para conseguir sus objetivos.
Al final de día es mejor subirse a un tren que apenas está por arrancar, que subirse en él cuando va a gran velocidad. Podemos decir que hoy el tren de la inversión dice, ¡Vámonos!
Gerardo Aparicio Yacotu es Director de la Escuela Bolsa Mexicana.
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