Por Jimena Lazcano* Invertir en la primera infancia puede transformar no sólo las vidas de niños y niñas, sino también de la comunidad, de la empresa y del país. De acuerdo con el Banco Mundial, cada vez más compañías en el mundo invierten en programas enfocados al desarrollo infantil temprano porque han identificado que las habilidades humanas que se desarrollan en esta etapa de la vida (por ejemplo; adaptabilidad, empatía, creatividad e inteligencia emocional) son costo efectivas y contribuyen al crecimiento del personal y de la empresa. En México 12.7 millones de niños y niñas son menores de cinco años, que es la etapa más importante en su vida porque en ella se forman las bases para su salud, crecimiento, desarrollo y capacidad de aprendizaje. Sin embargo, sólo seis de cada diez niños entre tres y cinco años asisten a un programa educativo destinado a la primera infancia. En un país como el nuestro, en el que aún persisten 2.2 millones de niñas y de niños presentan un desarrollo inadecuado (ENIM 2015) las implicaciones van más allá del tema educativo y se adentran en el tema de desarrollo económico. Los beneficios de la correcta estimulación durante la primera infancia se extienden a lo largo de la vida de los seres humanos y han sido bien documentados. Por ejemplo; contribuye a una mejor salud física y mejores hábitos de higiene y alimentación (Howes et al 1990, McKey at al 1985); ayuda a la preparación para las transiciones académicas; mejora la habilidad cognitiva y el desarrollo lingüístico (Phillips et al 1987, Whitebook et al 1989), y fortalece la habilidad de relacionarse, concentrarse y enfocarse en el cumplimiento de tareas (Phillips et al 1987). Un estudio realizado por James Heckman, Premio Nobel de Economía, estima que el retorno de la inversión en la primera infancia es del 6% al 10% anual por dólar, y de acuerdo con el estudio Perry Preschool Project en Estados Unidos la tasa de retorno de la inversión en los programas de primera infancia es hasta del 13.7% anual. El Banco Mundial, por su parte realizó un estudio que demuestra que implementar programas enfocados en la primera infancia puede generar beneficios a corto plazo para las empresas.  Por ejemplo, el apoyo en cuanto al cuidado infantil mejora la contratación y retención de empleados. El personal de empresas que invirtieron en este tipo de programas registró una mejora en el desempeño, reducción en el ausentismo, incremento en la productividad y una creciente motivación y compromiso. La reputación de la empresa también se vio beneficiada y, en algunos casos, ayudó a acceder a mercados con un alto nivel de conciencia social. (IFC 2017, 2016a, 2013; Roland Berger GmbH, 2016). Estas experiencias y estudios han llevado a que cada vez más empresas en el mundo reconozcan la importancia de la primera infancia, formando coaliciones, impulsando el tema en foros económicos (Davos 2017) e invirtiendo en estudios. Organizaciones como Unicef y el Banco Mundial promueven el tema, calificándolo como una prioridad económica clave para el desarrollo de los países. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas reconocen la importancia de la primera infancia, y la abordan con metas específicas vinculadas con la alimentación, la salud y, en particular, la educación. La meta 4.2, por ejemplo, insta a lograr una cobertura universal de programas de desarrollo de la primera infancia y de educación preescolar con los más altos estándares de calidad. Las empresas juegan un papel fundamental en el desarrollo de la niñez y, en apoyo al mismo, Unicef elaboró el informe La primera infancia y las empresas en América Latina y el Caribe, que explica cómo pueden apoyar a su personal para que participe activamente en el crecimiento de sus hijas e hijos. Por ejemplo, las empresas pueden:
  • Permitir a futuros padres acompañar a sus parejas a las citas médicas prenatales.
  • Apoyar con licencias de paternidad remuneradas extendidas (por nacimiento o adopción), para fomentar mayor participación de los padres en la vida familiar.
  • Otorgar permisos a padres y madres para asistir a juntas escolares, citas médicas, consultas para control de la salud, o cualquier otro acontecimiento familiar que requiera la presencia paterna/materna.
  • Sensibilizar y capacitar a padres y madres sobre los temas claves del desarrollo infantil temprano como técnicas de estimulación temprana y practicas positivas de crianza sin violencia.
El apoyo al mejor comienzo en la vida de niñas y niños aumenta sus probabilidades de que se conviertan en personas responsables, profesionales mejor capacitados y motor de cambio para el desarrollo social, como opina Alfredo Rimoch, Director General de Laboratorios Liomont: “Si en verdad queremos cambiar a este país, debemos de enfocarnos en lo más importante: La infancia. Y aún más, de ser posible… la primera infancia. Recordemos que un niño sano y feliz, será mañana un buen ciudadano”.  Es fundamental que más empresas apoyen el desarrollo infantil temprano y lo adopten como una estrategia de progreso para el país. *Oficial nacional de desarrollo infantil temprano de Unicef México, maestra por la Universidad de Sussex y ex consultora del Banco Interamericano de Desarrollo.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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