A la mitad del camino con las prácticas de antaño, los vicios potenciados y todas las promesas incumplidas, López Obrador se asomó al balcón presidencial como uno más.

El Zócalo repleto de acarreados que no representan a los millones de mexicanos que seguimos padeciendo la falta de empleos, la inflación más alta de los últimos periodos, la inseguridad y la violencia sin fin, lucía como en los años tan despreciados por la 4T.

Pareciera que México se ha sumergido en la peor versión de un pasado repudiado durante 18 años de campaña en los que se prometió de más, pero en los que no se trabajó para el aquí y el ahora.

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Un listado de logros inventados y verdades a medias que llenan un escenario político en el que ya se dibuja el fracaso presidencial más épico de la historia moderna de nuestro país.

Con miles de muertos a cuestas, obras inconclusas y un exacerbado egocentrismo, AMLO se enfila a la segunda mitad del desencanto. Ese desencanto que se traduce en una notable disminución de la Inversión Extranjera Directa en el país, una inestabilidad cambiaria, falta de transparencia en la gestión de los programas sociales clientelares y en el desvanecimiento del Estado de Derecho y de las instituciones.

Los primeros tres años de gobierno han transcurrido con la canasta básica más cara de la última década, con la desaparición de más de un millón de MiPyMes cerradas como resultado de la falta de programas para asegurar la continuidad de los negocios, un creciente endeudamiento y un retroceso importante en la lucha contra el rezago educativo y el analfabetismo.

La salud secuestrada por el gobierno con una fehaciente mezquindad, la militarización del país y una compleja agenda regional que refleja el gran atraso del gobierno mexicano y la carencia de políticas públicas consistentes y acotadas a la realidad de un Estado mexicano que lucha por sobrevivir.

Durante la primera mitad de este periodo presidencial, en el plano internacional México ha brillado por su ausencia. Se acabaron los tiempos en los que promover la atracción de capitales y la modernización del país eran una sólida intención. La escasa participación del presidente en foros internacionales ha dejado claro que él no sólo tiene otros datos, tiene también otras prioridades. 

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Queda claro que en plena pandemia a López Obrador y su sobrada 4T le importa más el neoliberalismo que tanto desdeña en el discurso, pero que tanto valora en su bolsillo. Parece increíble que viva de la simulación, presumiendo una vacunación fallida siendo en realidad de las más bajas de la región con sólo el 50.8% de la población vacunada (con dos dosis), compras atrasadas y una logística ineficiente para la atención de la emergencia sanitaria.

Durante el informe de gobierno, comprobamos que al pueblo, pan y circo. Ni cambio de mentalidades, ni de prácticas, ni de mañas y mucho menos de actores; ha iniciado ya la segunda mitad del desencanto.

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