Por Celso Garrido* El primero de julio de 2018, el pueblo de México eligió la vía democrática para buscar poner fin a más de 20 años de lo que en 1988 llamamos “la modernización conservadora del capitalismo mexicano”, impulsada por el entonces presidente Salinas y continuada, en lo esencial, por sus sucesores. Ella estuvo arcada por la decisión de sacrificar el mercado interno en beneficio de insertar a México en la economía internacional, de la mano de las grandes empresas globales estadounidenses, y con base en exportar los bajos salarios locales. El resultado dramático de esta gestión conservadora del país es que ahora México aparece como “un país rico… lleno de pobres”, con la mayor dependencia externa en su historia y sazonado por grados inusitados de corrupción, violencia por parte del crimen organizado, y un grave deterioro del tejido institucional. Para esa decisión política, la gran mayoría de los mexicanos ha seguido la convocatoria de Andrés Manuel López Obrador, quien ofreció refundar el país bajo las banderas juaristas, con eje en la lucha contra la corrupción y la pobreza. Estamos, entonces, ante la fascinante aventura de construir un futuro mejor para los mexicanos. Esto, que podría significar un “cambio de época” en el país, será una tarea difícil que requerirá las mejores energías sociales de la población, debido a la pesada herencia recibida. Pero conviene tener presente que ello ocurrirá en el marco de otro “cambio de época” de alcance planetario, que condicionará, en gran medida, esta construcción del futuro de México. La sociedad humana atraviesa por un proceso histórico de conflictos y transformaciones con futuro incierto. Operan, en esto, fuerzas adversas, como el resurgimiento de los nacionalismos populistas y la xenofobia, junto a lo cual se dan urgencias a nivel global por el incremento de la pobreza y la exclusión social, así como la cada vez más acelerada crisis ambiental. Y todo ello ocurre en el marco de la mayor revolución científico-tecnológica realizada por la especie humana, como es la desatada a partir de la configuración de la sociedad del conocimiento y la revolución digital. Con esta última, se crean amenazas por su impacto sobre el empleo y la capacidad de control social que posibilita. Pero, al mismo tiempo, ella brinda herramientas formidables para construir un futuro progresivo para la humanidad, si se gestiona con visión social solidaria. En conjunto, adicional a otras consideraciones, la transformación progresiva de México tiene tres grandes temas de agenda, que enunciamos esquemáticamente para retomarlos en futuras entregas de este espacio. En primer lugar, es necesario un incremento sustantivo y sostenible del ingreso per cápita y una mejora en la distribución del ingreso, producto de una nueva estrategia de desarrollo económico con enfoque de integración social y sostenibilidad. Esto requiere promover una rearticulación “virtuosa” de la relación entre un mercado externo convulsionado y un mercado interno en recuperación, con un fuerte impulso estatal a programas estratégicos en la dirección de lo que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) llama “desarrollo intermedio”. Esto es una condición necesaria, pero no suficiente, para avanzar en el proceso de equidad social. Junto con ello, es imprescindible dar un impulso decidido a la educación de calidad en todos los niveles, incluyendo los programas de aprendizaje de por vida para toda la población, de modo que ésta tenga una habilitación progresiva para empoderarse con las potencialidades de la sociedad del conocimiento digital. Y, en tercer lugar, pero no menos relevante, impulsar un proceso de diálogo social entre los distintos actores, para gestionar una transición progresiva hacia la sociedad digital, a la que se encamina México dentro de los cambios globales en los que está inmerso. *Profesor Distinguido de la UAM y experto en empresas, finanzas e innovación.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

Siguientes artículos

Optimismo, emprendimiento y la época digital
Por

Emprender no es fácil en el presente crossover tecnológico; se acentúan las desigualdades. Será crucial el entusiasmo de...