Datos del Banco Mundial indican que en todo el mundo alrededor de 1,600 millones de adultos no están bancarizados, es decir, no tienen acceso a los servicios de un banco u organización financiera similar. Por su parte, la Asociación de Bancos de México (ABM) revela que 53% de los adultos en el país carece de una cuenta bancaria y 7 de cada 10 no tienen acceso al crédito.

La exclusión financiera es clara, pero el alto costo que representa no lo es del todo: no se tiene acceso a productos financieros como seguros, no hay protección ante el robo de tu dinero, no se puede ahorrar de forma segura, no se puede hacer creer esos ahorros en instrumentos que ofrezcan rendimientos y no se puede generar un historial crediticio sólido para acceder a créditos más baratos a largo plazo.

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Incluso en esta pandemia, poder comprar en línea y recibir todo en casa representa una medida para conservar la vida. De muchas formas, la inclusión financiera está ligada al bienestar personal, así como al crecimiento y desarrollo de los países.

México, entre los menos bancarizados del mundo

De acuerdo con un estudio recientemente publicado por la plataforma de investigación británica Merchant Machine, Marruecos, Vietnam, Egipto, Filipinas y México son las naciones donde la población no bancarizada es más grande.

Sin duda, México tiene mucho trabajo por hacer, pero ya se está avanzando en la materia. El COVID-19 ha hecho que hoy más que nunca los bancos estén dispuestos a invertir en su digitalización, las transferencias a través del Sistema de Pagos Electrónicos Interbancarios (SPEI) aumentaron del 0.5 a 4% y se ha acelerado el uso de medios online para llevar a cabo operaciones bancarias, aunque aún existe cierto nivel de desconfianza por parte de la población.

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Si bien en el último año la inclusión financiera se aceleró en todo el mundo, la realidad es que reducir el acceso desigual a las infraestructuras digitales todavía tiene dos grandes limitantes: la desconfianza de la población en los productos y servicios financieros en línea (y en general); y la percepción de inaccesibilidad por parte de las instituciones financieras.

Dicho de otro modo, la banca comercial y las empresas fintech —que están experimentando un auge en el marco de la emergencia sanitaria— necesitan encontrar la manera de convencer a sus potenciales clientes de los beneficios de sus productos y servicios, más allá de la efectividad y seguridad que les brindan otros sistemas informales de ahorro, inversión o administración de su dinero; así como ofrecerles dos factores clave: atención al cliente de primer nivel y transparencia en sus procesos.

 

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