Por Carlos Herrero* En el mundo empresarial, se ha asumido incluso con mayor intensidad la presencia de los Millennials que en el mundo social. Todavía recuerdo el comentario de uno de los mejores CEOs que hay en México: “Me invitaron a ser parte del consejo de una empresa que factura 600 millones de dólares y qué crees, el director general va en huaraches a las juntas y a veces camina descalzo por la sala de consejo”. En aquel momento el concepto Millennial no estaba acuñado, pero la referencia era claramente Millennial. Los CEOs Millennials sorprenden con decisiones y formas llamativas. Todos tenemos en la memoria la imagen de Mark Zuckerberg, CEO de Facebook, sacando dinero de un cajero automático junto con su esposa, en su luna de miel por Italia, con la mayor naturalidad. El fundador y CEO de una empresa con un valor de más de 60,000 millones de dólares, sacando mil o dos mil en un cajero. Parto de la idea de que el concepto de Millennial me parece supravalorado y en la mayoría de las ocasiones confundido. La sociología tiene que hacer todavía grandes esfuerzos para validar científicamente el concepto, su fondo y su forma. ¿Qué es ser Millennial, ir con jeans a trabajar, no tener horarios, que te guste llevar a tu mascota a la oficina y poder tomarte una cerveza en el comedor de la empresa? Eso ha existido toda la vida y se ha puesto en práctica de diferentes maneras. Los Millennials deben estar buscando algo más y queriendo aportar valores de otro tipo. Pero me quedo con las enseñanzas de unos cuantos Millennials que han logrado transformar el mundo y darle mucho que pensar de cómo se deben afrontar algunas situaciones. Aceptando, sin conceder en pleno, que los Millennials han aportado un cambio importante de formas y relativo de fondos. Los CEOs Millennials no pierden de vista que las empresas y los negocios son para lograr beneficios concretos. Se enfocan igual que cualquier otro empresario o director general a producir utilidades para los socios y los empleados de la compañía. Lo que logran entender mejor es que esos beneficios deben servir para la calidad de vida aquí y ahora y no para aumentar el grosor de los ahorros. Los Millennials han entendido y puesto en práctica la comodidad del entorno de trabajo. Ojo, las otras generaciones también lo entendían, pero lo olvidaban a la primera de cambio por el imperio de las formas y las jerarquías. La regla de proporcionalidad entre ambiente y desempeño es cada día más clara y los Millennials lo saben: a mayor comodidad mayor productividad, a mayor libertad, mayor creatividad. ¿Quién no sueña en llegar a su oficina con unos jeans, una playera y unos tenis? ¿Quién no está fascinado con la idea de retirarse del lugar de trabajo cuando las ideas no fluyen o simplemente no llegan? ¿Quién, de la edad que sea, no entiende que cuando algo no se comprende o no se puede solucionar, lo mejor es recurrir a otras inteligencias que están a tu lado? Todas las generaciones de seres humanos lo entendemos, pero los Millennials se atreven a aplicarlo y los CEOs pertenecientes a esa generación, que a nivel global representan alrededor del 7%, lo viven y lo promueven. Cuando entras a las oficinas de Facebook en la Ciudad de México hay muchas situaciones que llaman la atención. Quizá la más relevante es que la oficina del director general no sólo no tiene paredes y puertas, sino que está en medio de todo el equipo de trabajo y además detrás de él se encuentra un sofá en el que cualquiera de sus empleados puede dormir a gusto la siesta. Más allá de las formas, hay algo de fondo: las decisiones, las conversaciones, las visiones del director general, pueden compartirse de manera natural. Sin embargo, hay que aclarar, que el director general sin ser Millennial por edad, lo es por espíritu; de hecho, solamente 9.5% de las compañías más innovadoras a nivel global son dirigidas por Millennials, de las cuales el 52% pertenecen al sector tecnológico. ¿Se trata de algo nuevo? Absolutamente para nada. Cuántos empresarios conviven día a día con los camioneros y camiones de distribución de sus productos, se reúnen en una mina con ellos o piden iniciativas de cambio mientras caminan por los recovecos de la empresa. La diferencia se muestra en que los Millennials no tienen miedo en aplicar un estilo de dirigir y trabajar. En las demás generaciones, casi siempre, entra la solemnidad, rompe todo y empieza la megaestructura a trabajar y a reproducir estereotipos. El estereotipo Millennial tiene como cualquier etiqueta social elementos claros y elementos poco definidos, pero quizá la característica más relevante de los CEOs de esta generación es la necesidad de innovar, de crear nuevas formas, de generar nuevos ambientes, de pensar en algunas situaciones de forma distinta. La realidad es que no se puede pensar, decidir y actuar como Millennial al 100% porque las situaciones y formas empresariales siguen manteniéndose en vigor. Pero los Millennials no sólo han impactado en las formas, también han logrado que pensemos en serio en algunos temas de fondo. Los ámbitos de innovación, de tecnología, de comunicación, de lenguaje, de análisis, han sido tocados por esta generación para mejorar. Siempre tengo presente el ejemplo de un director adjunto de una gran empresa de infraestructura, Millennial y además formado en Stanford. Nos había pedido un plan de comunicación para reforzar la reputación de la compañía. Todo le pareció bien hasta llegar al presupuesto. No porque fuera alto, sino porque al compararlo con otras propuestas lo veía en otra dimensión. Su conclusión fue clara y contundente: “está claro que he recibido un presupuesto que habla de manzanas y otros que hablan de peras, no juzgo si uno es mejor que otro, solamente déjenme entender de qué se trata”. Al final, después de estudiarlo, decidió que el plan que le habíamos presentado era acorde al presupuesto propuesto y tomó la decisión de contratarnos. Seguir un criterio sensato y no basado en lo barato o en lo caro, puede ser una buena enseñanza de los CEOs más jóvenes. Sigo pensando que el concepto de Millennial es un estereotipo, pero que los que pertenecen a este grupo generacional tienen mucho que aportarnos, así como también tienen muchos conceptos que pueden mejorar y que madurarán con el tiempo. Lo importante es ver los aprendizajes que recibimos, el cambio de formas que ayuda a establecer mejores estándares de cumplimiento, el pensar de otra manera, que siempre nos ayudará a enriquecer nuestra perspectiva. En realidad, hay que contemplar siempre lo diferente, lo novedoso, lo llamativo, porque nos enseña a pensar de otra forma. No quiere decir que sea exitoso, pero sí que motivará a pensar y a crecer y eso siempre conlleva beneficios. Nuestra sociedad no está preparada todavía para tener CEOs Millenials: en México, alrededor del 4.8% de las empresas más valoradas son dirigidas por Millennials. Como, por lo demás, para tener muchas CEOs mujeres: menos del 1% ocupa cargos directivos a nivel nacional. Es así. Estamos muy retrasados en nuestra visión, por eso el mundo de la empresa, aunque cambia, todavía transforma poco la sociedad. * Carlos Herrero es aliado estratégico de Great Place to Work, Presidente de Extrategia, Comunicación y Medios.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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