Los nuevos seriales del cine comercial (no sólo norteamericanos, por cierto) buscan ofrecer a la audiencia la promesa de seguir. Ceder ante la incertidumbre para gozar nuevamente de lo conocido. Las franquicias no son nuevas, pero nunca la balanza (entre lo “nuevo” y lo mismo) había estado tan dispareja. Su éxito comercial impone trampas a su narrativa, ¿cómo podría estar el héroe en verdadero peligro si su estudio aseguró que el personaje tendrá 4 películas más durante los próximos 15 años? En ese contexto aparece un blockbuster como Pantera Negra (Black Panther, 2018). Atípico porque pocas veces una productora estadunidense pone tanto dinero sobre la mesa para generar un producto enfocado a satisfacer el gusto de una minoría, en este caso el público afroamericano. Incluso, antes existieron otros superhéroes que merecieron su propia franquicia gracias a su éxito comercial (Blade, por ejemplo), sin embargo, ninguno había recibido esta clase de apoyo y fanfarria, además de usar en sus cimientos el contexto político de la comunidad que intenta representar. Es una mezcla interesante, aun cuando juegue en la misma cancha de complacencia administrada por Hollywood. Siguiendo los hechos ocurridos en Capitán América: Civil War (Captain America: Civil War, 2016), donde el rey T’Chaka murió en un atentado, el príncipe T’Challa (Chadwick Boseman) regresa a su tierra natal, la ficticia Wakanda, para iniciar con el ritual que lo nombrará como el nuevo monarca de su país. El joven experimenta serias dudas sobre su futuro y su capacidad para conducir a su pueblo con la sabiduría necesaria para no fracasar. Del otro lado del mundo en Inglaterra, Ulysses Klaue (Andy Serkis) y un misterioso soldado identificado como Erik Killmonger (Michael B. Jordan) roban una exposición africana en un museo, pronto ambos pondrán a prueba la legitimidad del recién nombrado soberano. La cinta, dirigida por Ryan Coogler (Creed, Fruitvale Station), tiene en su estructura un viaje iniciático bastante básico, en el que el héroe debe aprender sobre la responsabilidad que ahora carga en sus hombros y ganarse el respeto de sus súbditos superando las amenazas a su novel reinado, mientras lidia con los errores de aquellos que le precedieron. Por eso, lo más interesante de Pantera Negra yace en su subtexto, lleno de referencias políticas, aunque no sean tan evidentes o estén procesadas para consumo masivo. El personaje de Michael B. Jordan –encarnado con una presencia magnéticamente envidiable– cuestiona, como lo hacen pocos villanos de Marvel o de los blockbusters en general, la existencia misma del héroe. En un mundo donde el afroamericano fue tratado como una herramienta más para el avance social, Erik Killmonger llega a poner en duda la existencia y modo de vida de un lugar como Wakanda, beneficiado por el azar geográfico y que, en su ficticia historia, ha hecho poco por el resto de los afroamericanos reprimidos.
Las exigencias del villano lo acercan a la ideología de figuras políticas como Malcolm X, aunque su retórica, en efecto, se quede en el nivel menos explosivo posible. Aun a pesar de eso, la fuerza de la actuación de Jordan, en combinación con el eficiente guion firmado por Joe Robert Cole y Coogler, provoca que por extensos periodos de la película el villano tenga pinta de héroe. Al final, su intención es llevar justicia e igualdad al mundo, así sea necesario usar la violencia para lograrlo. Es muy probable que dentro de algunos años -y con ayuda de la vieja y confiable perspectiva- Pantera Negra no sea el blockbuster revolucionario que los medios norteamericanos pintan extasiados. Después de todo, Marvel no invirtió 200 millones de dólares en una película buscando justicia social o apertura para los más oprimidos. No obstante, será su trasfondo político la que coloque a Black Panther como una obra valiosa para los turbulentos tiempos en que vivimos.   Contacto: Twitter: @pazespa Tumblr: pazespa Página web: Butacaancha.com Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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