La energía es uno de los insumos más relevantes que requiere la economía para su desarrollo. Las necesidades energéticas para la industria y los servicios requieren de políticas energéticas que aseguren, no únicamente los elementos para su producción, sino para su expansión y sustentabilidad. Un país que proyecta incrementar su crecimiento requiere de estrategias para asegurar las necesidades energéticas en el futuro, no únicamente para encontrar insumos para producirla, sino que al hacerlo sea barata, esté disponible y tenga la cobertura, costos y calidad que las industrias y los servicios requieren. Sin embargo, los planteamientos hechos por el equipo del sector en el futuro gabinete de Andrés Manuel López Obrador muestran más ideas desarticuladas sobre el tema, así como planteamientos que van en consonancia con una idea de energía para un país que ya no existe, o que ha tenido cambios fundamentales de los que aún muchos no se percatan. Lo peor, es que las designaciones hechas en el sector, tal vez con excepción de la futura titular de la Secretaría de Energía, no son alentadoras en términos de las necesidades que se tienen. Más allá de la crítica sobre el nombramiento de Manuel Bartlett en la Comisión Federal de Electricidad (CFE), misma que se defendió diciendo que el próximo titular tiene experiencia en el sector, porque ha defendido el modelo de energía anterior a la reforma, lo que vemos es la propuesta de un modelo que parte del supuesto de que México es un país productor de energía, particularmente petróleo. En el caso de la electricidad, la reforma energética desmanteló el monopolio que tenía la CFE sobre el sector, incorporando a más actores en la cadena productiva para incrementar su eficiencia. Dichos actores se verían ampliamente afectados si se busca regresar a un modelo de control centralizado, pero más aún, si se busca mantener prácticas para cuidar a otros grupos como el sindicato mismo o aquellos que buscan energía gratuita, como ocurre en varios estados del país. Asumir la idea del petróleo como base de desarrollo, como el mismo AMLO lo ha hecho al decir que se deben generar más pozos para extraer petróleo, así como más refinerías para procesarlo y buscar la autosuficiencia energética, es pensar que el país sigue siendo y teniendo, los mismos recursos que en algún momento se tuvieron. Lo que es peor, es que ese modelo sigue siendo la base de la viabilidad financiera del gobierno en su conjunto, pues también ha sido mencionado por AMLO como una de las razones por las que se debe seguir extrayendo petróleo, pues de otra manera habría una crisis fiscal. Si bien la rehabilitación de las refinerías existentes y la construcción de una nueva, y no seis como se había planteado en la campaña, son aspectos relevantes, el problema es con qué petróleo van a funcionar dichos espacios, si con el que nuevo que se busca producir, o con el que se tendrá que importar ante el déficit del mismo en el subsuelo. Tampoco se ha dicho nada sobre fracking y otras técnicas que se tendrían que utilizar para la explotación del petróleo en México. Qué decir de energías limpias o renovables, pues no hay planteamientos específicos al respecto. Producir más electricidad sin energía fósil, o incrementar los campos de producción eólica, que el mismo AMLO condenó en algún momento de su campaña, o explorar no únicamente la energía solar, sino hídrica y térmica también, para no mencionar el tabú de la energía nuclear. El tema es que, de los designados en el sector energético, no hemos escuchado sus perspectivas sobre estos temas, menos aún sobre la forma en que más allá de las promesas de campaña, se garantizarán insumos energéticos para el futuro.   Contacto: Twitter: @aglopezm Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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