La Sombra es un arquetipo que representa todas nuestras partes oscuras. Ahí se aloja todo lo que repudiamos y no queremos observar y enfrentar: nuestras debilidades, nuestra crueldad, nuestras fallas, nuestra envidia, nuestros miedos, nuestras culpas.  

Creemos que, al enterrar estos defectos o faltas en un cajón oscuro, desaparecen, pero no es así, viven en nuestro inconsciente y se manifiestan de varias maneras: se somatizan y se convierten en padecimientos físicos; se externan abruptamente como demonios personales o decisiones irracionales, se manifiestan desde afuera en una crisis que aparece intempestivamente. Como es afuera, es adentro; como es adentro, es afuera.

Es muy común querer proyectar nuestra Sombra en otros, quizá eso nos ayuda a verla; no a exorcizarla o trascenderla. Paja en ojo ajeno no alivia ceguera en ojo propio.   

Además de la individual, hay una Sombra Colectiva en la que participamos inconscientemente como miembros de la familia, la comunidad, el país, la religión o el mundo en el que vivimos. “No es cierto, yo soy muy libre”… ajá.

Enfrentar la Sombra es parte del proceso de maduración. Es un proceso continuo, nunca termina. Cuando lo hacemos, descubrimos que es mucho más saludable entender nuestras limitaciones que negarlas o adjudicárselas a los demás y, en el proceso, integramos lo que se conoce como Sombra Dorada, partes valiosas de nosotros mismos que se fueron al cajón oscuro junto con lo demás.

Desde hace 5 años, creo que hemos podido observar con claridad una parte de la Sombra mexicana con un político que se ha empeñado en destruir lo que en los últimos 30 años habíamos construido: Democracia, alternancia, competencia, progreso económico, límites al poder político y estrategia sustentable de desarrollo.

La Sombra; sin embargo, no es el político populista, es la población que no vota (50%). Y de ese porcentaje, quienes menos lo hacen son los hombres, jóvenes con estudios universitarios, clase media, de los estados del norte. Paradójico, pero cierto.

La Sombra se observa en quienes venden su voto, su libertad o su dignidad por dinero, poder o fama. Ahí hay otro arquetipo, el de la Prostituta. Todos lo tenemos, algunos abusan de él.

Otra manifestación de la Sombra, son quienes desean a un líder autoritario, narciso y destructor que divide y polariza en lugar de gobernar y resolver. La Sombra no es el líder, es quienes lo sustentan, porque su arquetipo de Niño no es sano, por tanto, requiere de un padre autoritario que le controle su vida.

La Sombra también es la violencia extrema que se manifiesta en una sociedad que se caracteriza por ser amable y complaciente en extremo, y por supuesto, un gobierno que promueve o tolera un mercado negro de drogas, la corrupción y el abuso de poder.

Al igual que en el mundo físico, entre más luz generamos, más Sombra producimos. De esta paradoja debemos estar alertas. Hace 30 años logramos competencia política y democracia electoral, también logramos mayor competencia económica y bienestar. Íbamos por buen camino, no perfecto, sí bueno, pero con esa nueva luz desatendimos la nueva Sombra que se formaba y que quizá es la misma de hace 100 años, con mayor intensidad.

Pues bien, hoy tenemos bastante expuesta la Sombra colectiva que debemos enfrentar. Temo decepcionarlos. No es López, ni Morena, es nuestra parte autoritaria, violenta, desidiosa, holgazana, mentirosa, insensible, egoísta, inmadura, envidiosa y destructiva. No proyectemos en otros lo que es propio.

Verla en él es muy fácil, verla en nosotros mismos no lo es tanto. Sí, López ya se va, pero la Sombra se queda hasta que la enfrentemos con valor e inteligencia. Si no lo hacemos, seguiremos padeciéndola a nivel personal, familiar, de colonia, de municipio o de país. No es el primer López que padecemos, ni el último.

Dejemos de culpar a otros o buscar excusas, el problema es propio y se manifiesta en lo personal y en lo colectivo, en los políticos y en los votantes, en el gobierno y en la sociedad. La única manera de integrarnos es atendiendo nuestra Sombra con valentía, con inteligencia, con paciencia y con compasión.

Se puede trascender, sí, por supuesto, pero hay que voltear el espejo para observar la Sombra personal y colectiva; para ello hay que ser muy honestos, se puede engañar a cualquiera, menos a nosotros mismos.

Contacto:
Santiago Roel R. es Director y fundador del Semáforo Delictivo, herramienta de rendición de cuentas, evaluación y análisis del comportamiento de la delincuencia y violencia en México.
www.semaforo.mx
Twitter: @semaforodelito
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