Es imposible escribir algo el día de hoy que sea más elocuente que las acciones de tantos mexicanos durante los últimos días. Porque no hay mayor elocuencia que la acción colectiva, que la solidaridad desbordada, que las acciones útiles y contundentes. He tenido la suerte de leer en los principales medios de comunicación de nuestro país desde el miércoles posterior al terremoto, artículos y columnas de líderes de opinión que, desde diversos enfoques (humano, político, social, gubernamental, geológico, urbano) relatan, describen, analizan y construyen perspectivas sobre lo que sucede. Sobre el dolor, la tragedia humana, la pérdida, la muerte, la rapiña, y la devastación; pero también sobre el trabajo, el cariño, la lucha, la solidaridad, la oportunidad, y la esperanza. Lee también: Tras el sismo es momento de encontrar un nuevo futuro Yo no sé nada sobre geología, desconozco todo aquello que tenga que ver con edificaciones urbanas, es poco lo que entiendo sobre placas tectónicas y epicentros. Tampoco soy muy docta en temas que tengan que ver con zonas de seguridad y asuntos de protección civil. Y por eso quiero hablar de algo que me han enseñado los mexicanos a través de miles de ejemplos estos últimos días: que la reconstrucción es posible. Reconstruir un país a través del cuestionamiento de sus arcaicas estructuras políticas y de una democracia que nos debe tanto. Reconstruir ciudades y poblaciones mediante el esfuerzo conjunto, con millones de manos, con coordinación; haciendo cada uno lo que nos toca. Reconstruir el barrio con la apropiación del espacio que ya no es privado, ni tampoco es público, sino que se ha vuelto comunitario. Un espacio que nos pertenece y donde cabemos todos. Reconstruir el espíritu, y ésta es la mejor parte, indudablemente. La que ha volcado a todos los mexicanos hacia los demás. No terminaría de describir lo que las imágenes relatan, las muestras de generosidad, de desapego, de lucha, de trabajo incansable, de sacrificio. Estoy segura que todos tenemos imágenes que jamás olvidaremos y que son una muestra bellísima de un espíritu incansable. Reconstruirnos a nosotros mismos, que es al fin y al cabo la constante tarea que tenemos mientras tengamos vida. Y eso, eso nos toca a todos. Hasta el próximo martes… Te puede interesar: Así puedes ayudar a que tus hijos se sientan más tranquilos tras el sismo

 

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