A pesar de los grandes contrastes que se han visto en lo que va del siglo XXI, hay un patrón de relacionamiento entre los grandes del comercio global que se enfatizó gracias a las tensiones comerciales protagonizadas por China y los Estados Unidos y al efecto dominó a través del cual se elevaron las tensiones económicas, políticas y sociales aumentando la incertidumbre global en plena pandemia y en escenarios sin precedentes.

En este contexto, China se ha abierto paso en el escenario internacional, logrando posicionarse como un referente comercial apoyado de estrategias en las que Latinoamérica, África y Europa han sido un factor determinante. Conquistar el comercio global y ganarle la carrera a los Estados Unidos, no sólo en presencia sino en impacto ha generado nuevas rutas estratégicas y una nueva realidad geopolítica, a pesar de la crisis ocasionada por la emergencia sanitaria.

Así, la visión expansionista de China se ha redibujado y ha incrementado su presencia en territorios que tradicionalmente representaban un gran valor geopolítico por su inmejorable posición al habilitar puentes entre el Norte y el Sur y la conexión interoceánica.  Por ejemplo, las rutas estratégicas del continente americano y la necesidad de control por parte de los Estados Unidos, han coadyuvado a la consolidación hegemónica del vecino del Norte, por lo que intentar apuntalar el mercado Latinoamericano desde el lejano Oriente ha sido un amplio desafío al liderazgo yanqui en la región.

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No obstante, la consolidación del país asiático en la región ha incrementado de manera importante, principalmente debido al interés en aprovechar las rutas geoestratégicas para el transporte de bienes comunes que provengan de América del Sur y del aprovechamiento de la energía hidroeléctrica de la región.

Pareciera que a China no sólo le interesa el potencial para desarrollar la infraestructura que le permita establecer un centro logístico de distribución de mercancías aprovechando la conexión interoceánica, sino que también le interesa la imposición ideológica que modifique los hábitos y patrones de consumo, con un nuevo estilo de vida que es abrazado con entusiasmo por las nuevas generaciones de consumidores.

El impacto producido por las tensiones con los Estados Unidos ha llevado a China a una mayor cercanía con países que, en el mediano y largo plazo, despertarán el interés de los inversionistas chinos al plantearse como una plataforma para entrar a nuevos mercados en tiempos de una exacerbada necesidad de recuperación económica y comercial derivada de la crisis pos pandemia.

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Ante la consolidación del Acuerdo estratégico entre China y la Unión Europea se abren espacios económicos y canales comerciales para privilegiar de forma importante la presencia comercial del gigante asiático a nivel global.

China es hoy el primer país origen de mercancías que se importan alrededor del mundo, con una balanza comercial muy inclinada a su favor por el gran flujo de bienes de consumo a nivel mundial.

En tan solo veinte años, China le ha ganado el mercado a los Estados Unidos y prácticamente lo ha dejado fuera de regiones donde, además del consumo, la llegada de capital chino superará por mucho al de la IED (inversión extranjera directa), de la transferencia de tecnología y el know how provisto tradicionalmente por los EE. UU.

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