Hasta el momento, las elecciones en Estados Unidos se mantienen en suspenso, puesto que, si bien Biden mantiene una ligera ventaja sobre Trump, el candidato republicano ha logrado cerrar la brecha de una manera sumamente rápida. De mantenerse así, el resultado final podría llegar a los tribunales, tal y como sucedió con Bush y Gore en el año 2000.

No obstante, los grandes perdedores de la carrera presidencial de este año serán las redes sociales. Si gana el partido demócrata, los republicanos exclamarán que hubo una oleada de censura en contra de Trump. De ser el resultado opuesto, los demócratas argumentarán que los republicanos tenían el control de la desinformación digital, tal y como sucedió en 2016, cuando las agencias de inteligencia estadounidenses demostraron la intervención rusa a través de las redes sociales que inclinó la balanza a favor de Trump.

Para evitar un escenario similar, las plataformas digitales tomaron algunas medidas que buscaban limitar la diseminación de información falsa. Por ejemplo, en el caso de Twitter, se empezó a etiquetar información potencialmente falsa, incluidos algunos tuits del presidente Trump done se quejaba de las elecciones a través del correo postal. Además, desde el año pasado, Twitter anunció que ya no admitiría la inversión publicitaria en temas políticos. 

Google, por su parte, modificó su sistema de autocompletado para evitar que se dieran predicciones erróneas o falsas; y también modificó su sistema para evitar que aparecieran resultados que pudieran cuestionar el sistema de votación, requisitos erróneos sobre la forma de votar o cualquier información falsa o errónea que pudiera confundir a los usuarios respecto del proceso electoral.

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Facebook ha sido la red más cuestionada, señalada y sancionada, no sólo por el caso Cambridge Analytica, sino por la diversas declaraciones de sus trabajadores que mencionan el desinterés que tiene la plataforma por asuntos políticos fuera de los Estados Unidos. 

Ante la situación, Facebook tomó ciertas iniciativas muy similares a Twitter. Por ejemplo, etiquetar información potencialmente falsa o engañosa, además de contar con redireccionamientos a su plataforma de verificación de noticias. Además, Facebook ya no permitió la creación de nuevas campañas a partir del 27 de octubre, salvo aquellas que hubieran tenido presencia antes y quisieran reinvertir. 

No obstante, Trump mantiene una clara ventaja sobre Biden en las redes sociales, ya que el republicano cuenta con poco más de 80 millones de seguidores en Twitter y 31 millones en Facebook, mientras que el demócrata cuenta con 12 y 3 millones en las redes sociales. Los montos de inversión publicitaria de ambos candidatos son muy similares, ya que cada uno ha invertido cerca de 100 millones de dólares en promocionarse a través de redes sociales. 

Sea cual sea el resultado, la próxima administración tiene una agenda compleja para los gigantes tecnológico en Estados Unidos. En primer lugar, se encuentra la investigación antimonopolio que pesa sobre Facebook, Google, Amazon y Apple ya que se les acuse de desaparecer a la competencia, limitar la capacidad de elección de los usuarios y limitar la innovación. Para Facebook el punto se centra sobre la adquisición de WhatsApp e Instagram, para Google sobre su sistema de anuncios; para Apple sobre las altas comisiones que cobra en su tienda de aplicaciones y para Amazon sobre el trato que da a terceros vendedores frente a los productos que ellos mismos fabrican.

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Además, en la agenda también está la modificación al artículo 230 de la ley de decencia en telecomunicaciones (https://www.forbes.com.mx/trump-tiene-un-punto-en-contra-de-las-redes-sociales/), ya que esta ley es la que permite la existencia de las redes sociales, pero al mismo tiempo, blinda a las compañías de cualquier responsabilidad sobre su contenido. 

Las redes sociales han manifestado tener imparcialidad en la vida democrática de cualquier país, manteniéndose al margen de las elecciones. Sin embargo, no se puede negar la importancia que tienen las plataformas digitales en la vida democrática y por ello, más que inacción, lo que se requiere es que las redes asuman su papel y participen de forma activa y transparente en los procesos electorales actuales.

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