Como sabemos, el mundo se encuentra sumido en un escenario en el que una excepcional incertidumbre, ante la imposibilidad de conocer con fiabilidad el comportamiento de la pandemia, nos impide ver la luz al final del tunel. Esto queda patente en los sucesivos comunicados que emiten los principales organismos presentes en el planeta, los cuales, pese a sus intenciones, no saben si los escenarios previstos para el futuro acabarán materializándose, o si una nueva variante del virus, como la Delta, dejará contrafactuales bastante más dañinos para la economía que los contemplados.

En este sentido, hace escasas semanas, el Fondo Monetario Internacional (FMI) hizo pública la actualización de sus proyecciones para el mes de julio. Una actualización que se produce tras un claro avance en la recuperación económica, el cual dejaba desfasada la actualización de las proyecciones publicada el pasado mes de abril. Y es que esa incertidumbre de la que hablamos, precisamente, hace que sea muy difícil realizar proyecciones sin que estas, al cabo de unos meses, queden obsoletas.

En lo que respecta a las proyecciones que publica dicho organismo, se espera que la economía mundial crezca a un ritmo de en torno el 6.0% para el ejercicio 2021, así como un 4.9%, moderándose el crecimiento para el ejercicio 2022. Unas previsiones macroeconómicas para las que, atendiendo al consenso de analistas, no se prevén variaciones significativas, pero que, atendiendo a los matices que señala dicho organismo, no deben servirnos para caer en una autocomplacencia que ni basándonos en el crecimiento de la economía estadounidense, la que más ha crecido en lo que llevamos de recuperación, estaría justificada.

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Y es que, pese a que estas previsiones no sean muy distintas a las emitidas en el pasado mes de abril, sí conviene señalar que el organismo, tras el análisis realizado por los economistas, resalta un mayor ensanchamiento entre los ritmos de recuperación que experimentan las economías desarrolladas y las emergentes. En este sentido, las proyecciones para las economías avanzadas se han revisado al alza sustancialmente. En cambio. las perspectivas relativas a economías emergentes y en desarrollo para 2021 se han revisado a la baja.

Esta revisión a la baja se debe a una serie de factores, pues como podemos intuir, no son los mismos recursos los que posee Estados Unidos para combatir la pandemia que los que posee, por poner un ejemplo, la economía mexicana.

Entre los principales factores que justifican este debilitamiento de la recuperación en economías emergentes, podemos destacar, en primer lugar, una respuesta fiscal que en el caso de economías emergentes, y centrándonos únicamente en las de América Latina y El Caribe, es bastante escasa si la contrastamos con la movilización de recursos que se ha impulsado en otras economías. Para que nos hagamos una idea de lo que comento, y que resalta el FMI, mientras que la respuesta por parte de los “países ricos” se ha situado en una media del 6,7% de su respectivo nivel de PIB, la acometida por las economías emergentes de Latam no supera el 2,4% de su PIB.

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Si bien la media global arroja una respuesta media que equivale al 3,7% del PIB, lo cierto es que esta media que arroja la Universidad de Columbia no es nada representativa. Pues mientras tenemos economías como la de Estados Unidos, que ha movilizado cerca del 11% del PIB para apoyar, con estímulos, la recuperación, otras economías, como la de México, no han sido capaces de destinar ni el 1% de su PIB ha combatir la pandemia. Razón por la que vemos como la economía estadounidense ya ha recuperado su nivel de PIB previo a la pandemia, mientras la economía mexicana sigue condenada a recuperar dicho nivel previo entrado el ejercicio 2023.

Con todo, la economía mexicana puede dar gracias a que, debido a su exposición internacional y su relación con el país anglosajón, esta se ha beneficiado de la mejora que ha vivido la economía vecina.

Además, entre otros factores, el FMI subraya esa necesidad de apoyar fiscalmente la recuperación por el hecho de que las vacunas, siendo otro factor esencial, siguen sin llegar a la región latinoamericana al ritmo que lo hacen a otras economías, como las europeas o la estadounidense. En datos, mientras que en las economías avanzadas cerca del 40% de la población ha recibido la vacunación completa, en las economías emergentes ese porcentaje se reduce a menos de la mitad. Teniendo en cuenta la agresividad de la variante Delta, y su impacto en la economía, hablamos de otro gran riesgo para tener en cuenta. En resumen, el ensanchamiento que vemos, y que nos preocupa a los economistas, sigue presentando riesgos de un posible ensanchamiento mayor que podría dañar, y mucho, a estas economías. La escasa respuesta fiscal o el desigual reparto de las vacunas están acentuando las vulnerabilidades de estas economías, que precisan crecer en pro de esa convergencia que tanto persiguen sus gobernantes y los organismos. Y es que, debemos saber que el FMI también destaca que no habrá recuperación plena, hasta que todas las economías en el mundo se recuperen, por lo que debemos seguir trabajando y no relajarnos ante el crucial punto de inflexión en el que nos encontramos.

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