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Tim Berners-Lee desarrolló la primera página web en 1991 en un intento de hacer que la información que se compartía en diferentes redes académicas y de investigación, fuera visualizada por los sistemas de transferencia de datos y los sistemas computacionales de la época, que no eran compatibles entre sí, en un afán de hacer que el conocimiento y la ciencia tuvieran oportunidades de crecer y desarrollarse a través del conocimiento colectivo. Sin darse cuenta, Berners-Lee desarrolló uno de los sistemas de comunicación más importantes del siglo y del que, valga el comentario, él nunca ha recibido un solo centavo. Han pasado poco más de 20 años desde que Internet fue abierto al público en general y la World Wide Web se convirtió en el estándar de navegación digital y, como sabemos, ya nada fue igual. La comunicación digital ha abierto la posibilidad a investigar nuevos objetos de estudio, impensables en el contexto de los medios tradicionales. Dichos objetos son, sin duda, una amalgama de experiencias que difícilmente podrían acotarse en un solo sentido y menos aún, en una sola disciplina. Por ejemplo, el análisis del Big Data, no como elementos aislados, sino como el resultado del comportamiento digital de una comunidad, puede ayudarnos a entender de manera profunda el accionar social. El fenómeno de la escucha social se empieza a analizar desde diferentes disciplinas: en ciencias computacionales le llaman análisis del lenguaje natural; en ciencias sociales, análisis de polaridad de sentimientos y en mercadotecnia, análisis de sentimientos o social media listening. Existen ya muchos ejemplos de cómo el Big Data utiliza la información de los usuarios para crear experiencias de consumo muy específico, como en el caso de Netflix, o bien de cómo se puede utilizar en beneficio de un candidato político o para hacer campañas negras. Dicho análisis debería llevarnos al estudio en profundidad de los comportamientos digitales. Qué motiva a un grupo social a hablar de ciertos temas o a evitarlos. O bien, hasta dónde un líder de opinión digital puede provocar/incentivar una conversación sobre una marca, producto, servicio, candidato y si dicha conversación tiene incidencias estadísticas sobre ventas, votos, comportamientos y, la consecuente acción/organización en redes de dichos grupos. Y esto nos lleva al análisis de las micronarrativas digitales, con líderes de opinión en pequeñas comunidades temáticas especializadas (quizá 20 ó 30k, sólo por mencionar un ejemplo) que tienen una capacidad de comunicación mucho más potente e íntima que cualquier medio de comunicación masiva. En consecuencia, la construcción de indicadores correctos, amplios y flexibles es el siguiente tema. La teoría del Longtail tiene ahora más sentido que nunca, pues la tendencia en comunicación digital muestra que entre más especializado el canal, tiene mayores posibilidades de tener éxito entre su audiencia. El acercamiento a la comunicación digital es complicado, pues como dice Gabriel Pérez Salazar, investigador Especialista en Comunicación e Innovaciones Tecnológicas de la Universidad Autónoma de Colima: “Ciertamente, creo que hay que ser muy creativos en el diseño de estrategias metodológicas. Muchas veces, esto implica para el investigador, contar con altas competencias digitales, de forma que sepa realmente qué es lo que está ocurriendo. Para investigar en los entornos digitales, sobre todo en aproximaciones cualitativas, creo que en primer lugar hay que ser un intenso usuario, un auténtico ciudadano digital”. Por ello, es importante revisar que la comunicación más que nunca se ha vuelto interdisciplinaria, pues los objetos de estudio son mucho más complejos y, sobre todo, nuevos. Lo que significa que es muy probable que con el paso de los años estemos hablando de nuevas disciplinas, con nuevas metodologías de estudio en las que las matemáticas, la estadística, la ciencia política y las teorías de la comunicación, sólo por mencionar algunas, nos ayuden a crear aproximaciones epistemológicas a los nuevos fenómenos de estudio de la comunicación digital.   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @sincreatividad Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.  

 

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