El gobierno ucraniano sabe que una escalada de la represión es justo lo que da argumentos a Putin para eventualmente justificar una ocupación del Este.   Los últimos días las tensiones entre los gobiernos de Ucrania –cuyo “aliado” es el bloque occidental integrado por Estados Unidos y Europa, y el de Rusia, han vuelto a escalar.  Después de la anexión de la península de Crimea, queda claro que quien marca la agenda y ha demostrado ir un paso adelante hasta ahora en el conflicto, es el presidente ruso Putin. En esta columna explicamos y demostramos en su momento que el gobierno de Obama tuvo una participación activa en los disturbios de la plaza de Maidán en Kiev, la capital ucraniana, que terminaron con la defenestración del entonces presidente Víctor Yanukóvich. Está claro que los estadounidenses calcularon mal los costos políticos para Ucrania, y peor aún la eventual reacción de parte de Moscú. Para Estados Unidos, Ucrania tiene una importancia relativa baja. Si la gana, qué bueno, pero si no, no pierde gran cosa. En cambio para Rusia, su posición en el mapa geopolítico es de la mayor relevancia para su seguridad nacional. De ahí que el hombre más poderoso del mundo en 2013 según la revista Forbes, Vladimir Putin, reaccionara de un modo que los occidentales subestimaron. Los americanos pensaron que imponiendo un gobierno pro- europeo y afín a sus intereses, que luego pudiera incluso solicitar su incorporación a la OTAN, sería muy fácil instalar bases militares y hasta misiles en ese territorio como parte de su plan para acorralar a Rusia. Sin embargo, es evidente que los rusos están dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias para evitar que eso suceda. Aquí advertimos que el costo real para Ucrania, al inclinarse por el bando europeo, podría llegar incluso a la división de su país. Ese peligro sigue latente pues su parte oriental, colindante con Rusia, ya comienza a dar muestras cada vez más violentas de que simpatiza con el camino que siguió Crimea: referéndum y separación. ¿Qué debería ocurrir? Lo mejor para la paz y la tranquilidad en la zona y el mundo, sería que el gobierno central de Kiev permitiera la celebración de sendos referéndums en las regiones del país para determinar su futuro político y económico. Es obvio que, ante la gran probabilidad de obtener un resultado adverso, sobre todo en la zona oriente, dichas consultas al pueblo jamás se harán. Por lo tanto, la represión armada que apenas comenzó en ciudades de la región de Donetsk, será la constante de hoy en adelante. El asalto ayer al aeropuerto de Kramatorsk en el que cuatro integrantes de la milicia opositora murieron, es el botón de muestra. La justificación será, como era de esperarse, que se trata no de ciudadanos comunes que se manifiestan contra el gobierno tomando edificios e instalaciones, sino de “fuerzas especiales” rusas que operan de forma ilegal. Como quiera, mañana en Ginebra se celebrará un encuentro entre Ucrania, Rusia, Estados Unidos y la Unión Europea que intentará apaciguar la situación y encontrar puntos de acuerdo. Más allá de los resolutivos de Ginebra, será muy difícil que Kiev y Moscú, tras bambalinas, dejen de lado sus propias agendas para resolver el conflicto. ¿O acaso la primera dejará que crezca el movimiento separatista pro-ruso, y la segunda dejará de alentarlo? Se ve muy complicado. No por nada Putin ha dicho que Ucrania está “al borde de una guerra civil”. En el fondo, el gobierno ucraniano sabe que una escalada de la represión es justo lo que da argumentos a Putin para eventualmente justificar una ocupación del Este, pero aún así no dejará crecer el movimiento separatista ante la dura lección que recibió por Crimea. Correrá el riesgo. Ojalá entendieran que Estados Unidos al final, los dejará solos. Pese a las advertencias y amenazas, del bloque occidental y la OTAN, no pasarán jamás a usar las armas incluso si ocurriera una invasión rusa. Saben que si lo hicieran, el colapso de sus mercados bursátiles y su “recuperación” económica sería inmediato. De cualquier modo sucederá, pero no les urge acelerarlo. Entonces, a  lo que más llegarían es a elevar las sanciones, pero como también aquí hemos abordado, estas ni siquiera podrán ser demasiado duras ante el posible contraataque de Rusia contra el petrodólar, y su alianza con China. En suma, cualquiera que sea la conclusión del conflicto, Rusia ya ganó. Estados Unidos pretendió dar un paso adelante en su proceso de largo plazo para arrinconar a su eterno rival, y en el camino no le importó desestabilizar a Ucrania. El resultado para este último es que se convirtió en el “Gran Perdedor”: perdió Crimea, está al borde de una guerra civil y podrían escindirse nuevos territorios. Los americanos saldrán derrotados, pero para ellos los costos serán mínimos más allá del desprestigio político que de por sí tienen mermado. La moraleja es: nunca deje que Washington se inmiscuya en sus asuntos. Sin importar qué tan atractivo pueda ser, siempre saldrá perdiendo.   Contacto: Twitter: @memobarba Facebook: facebook.com/memobarba email: [email protected] Blog: http://inteligenciafinancieraglobal.blogspot.mx *Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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