Por Claudia M. García Mancilla* Algo que disfruto en el tiempo que dedico al ocio es ver películas de terror o de suspenso, de esas que nos sacan de la realidad para llevarnos a un mundo ficticio; uno donde los zombies se comen unos a otros y acaban con la humanidad, o donde criaturas extrañas responden al mínimo sonido comiéndose a quien los provoca. Sí, todo eso parece tan ficticio, que permite aislarme de la realidad al menos por un par de horas. En ese momento me olvido de aquellos problemas en los que pienso posibles soluciones durante el día. Como economista investigadora debo estar alerta a todos los cambios políticos, económicos y sociales, no sólo de mi país, sino de todos en general, unos con más detalle que otros. Por eso es que ese tiempo de ocio es tan valioso, pues me desconecto. Sin embargo, hace unos días leyendo una noticia sobre India, pensaba que este tipo de películas no están tan alejadas de la realidad y que nuestras acciones como humanos nos están poniendo en riesgo de perder lo que tenemos hoy. Bien, la noticia contaba cómo en diciembre millones de espectadores presenciaban un partido de criquet en Nueva Delhi, y en pleno juego, uno de los participantes de Sri Lanka comenzó a vomitar. Evidentemente los niveles de contaminación fueron tan altos ese día que los deportistas se vieron afectados físicamente. Tristemente, India, que realiza esfuerzos importantes para combatir la pobreza y está en fila para convertirse en una potencia mundial, mantiene unos niveles alarmantes de contaminación, en un caso similar al de China, la superpotencia asiática a cuyas calles debe salirse con una mascarilla para evitar los serios daños provocados por la contaminación principalmente proveniente de la industria. Las respuestas a este tipo de problemas han sido de tipo regulatorio. Las regulaciones ambientales deben ser precisas y estrictas, sin embargo, esto no va de la mano de una política de promoción para atraer y facilitar las inversiones. Si bien, para encontrar el desarrollo y sacar de la pobreza a millones de habitantes, se considera necesario crecer económicamente, también es necesario encontrar un equilibrio entre la expansión económica y la protección del medio ambiente. En lo que respecta a China, el gobierno ha tenido que tomar una postura intervencionista más agresiva, con el fin de reducir sus niveles de contaminación. Las medidas han sido adoptadas no sólo para la industria sino también para los hogares. Por ejemplo, se ha solicitado el cambio de estufas y hornos de carbón en las viviendas. También se han implementado normas más rígidas en cuanto a los estándares de emisiones de los vehículos, las cuales estarán vigentes a partir del año 2020. En el sector de la industria pesada, igualmente se han realizado suspensión de actividades a empresas en casos como las empresas generadoras de electricidad a base de carbón y los productores de acero. En lo que toca a India, la situación es más grave aún, pues entre algunas de las medidas que han tomado se decidió eliminar como requisito la evaluación de impacto ambiental para gran parte de los proyectos de construcción, lo cual implica repercusiones serias y contribuye a incrementar los niveles de contaminación. Pero ¿qué pasa en la región centroamericana? Existen diversas áreas declaradas como reserva natural, las cuales deben ser atendidas para que conserven su riqueza. Sitios como Bosawás, en Nicaragua, que fue considerado el ‘pulmón’ de Centroamérica, actualmente sufren un impacto negativo que los pone en peligro. A pesar de que los más de 21,000 kilómetros cuadrados de esa reserva forestal están protegidos y está declarada por la Unesco como Reserva de la Biosfera desde 1997, actualmente está perdiendo alrededor del 15.2% de bosque cada año. Así podríamos continuar con casos como el de Petén, en Guatemala, u otras áreas de Costa Rica, pero lo cierto es que, si no se toman medidas, las películas de terror se convertirán en realidad y, un día, hasta el aire que respiramos será mortal para los humanos. *Economista investigadora de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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