Reuters.- Después del esperado anuncio de la Reserva Federal sobre su recorte de tasas de interés, la atención de los mercados y las autoridades en general volverá a centrarse en una vieja conocida, la amarga guerra comercial entre Estados Unidos y China. El presidente Donald Trump aumentó su apuesta en la disputa arancelaria al anunciar el jueves que propuso imponer un arancel del 10% a bienes chinos por valor de 300,000 millones de dólares a partir del 1 de septiembre, luego de que negociadores entre las dos economías más grandes del mundo no lograron reiniciar conversaciones comerciales. Tras los tuits del mandatario, Wall Street y el petróleo a nivel internacional sufrieron una fuerte liquidación, que en el caso del mercado accionario siguió a un desplome en la rueda previa, después que los operadores no quedaran conformes con los comentarios del jefe de la Fed. Jerome Powell, en una rueda de prensa después de la reunión en la que el organismo bajó el costo del crédito a un rango de entre 2% y 2.25%, caracterizó el recorte de tasas como “un ajuste de política monetaria de mitad de ciclo”, comentarios que no implican nuevas reducciones bruscas en el camino. La Fed citó entre los riesgos para la economía estadounidense la guerra comercial con Beijing. La decisión de Trump del jueves podría encontrar una represalia china y, tal vez, obligue al banco central estadounidense a volver a relajar la política monetaria. Los mercados, además, estarán atentos al dato de empleo en Estados Unidos que se conocerá esta misma jornada y que dará luces sobre la salud del mercado laboral de la mayor economía del mundo. A nivel global, datos de comercio chinos y el PMI de servicios en varias importantes economías también darán pistas sobre el rumbo que sigue la actividad en medio de la guerra arancelaria. Tampoco quedarán al margen de las miradas los acontecimientos respecto al Brexit, con Gran Bretaña y la Unión Europea acercándose al plazo de finales de octubre sin un acuerdo concreto a la vista. Bajo ese escenario, el Banco de Inglaterra recortó sus previsiones de crecimiento el jueves ante el aumento de las preocupaciones por el Brexit y la desaceleración de la economía mundial, pero no dio ninguna señal de que esté considerando la posibilidad de bajar los tipos de interés como han hecho otros bancos centrales.

 

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