La historia de la crisis diplomática entre Teherán y Washington se remonta a abril de 1980, cuando tras la toma de la Embajada estadounidense en Irán, el Gobierno de Jimmy Carter rompió relaciones diplomáticas con el régimen del Ayatollah; dejando únicamente abierto el comercio con Irán en aquellos rubros dirigidos a las actividades de asistencia humanitaria (alimentación, salud y comunicación). Décadas más tarde, bajo el liderazgo e iniciativa de Barack Obama, el Plan de Acción Conjunto (JCPOA por sus siglas en inglés) anunciado en julio de 2015 parecía ser el colofón a la etapa de castigo contra la República Islámica de Irán por parte de la comunidad internacional a través del Organismo Internacional para Energía Atómica (OIEA). La resolución 1929 de 2010, daba luz verde a la inspección de las cargas con destino a Irán para impedir que el régimen iraní pudiera abastecerse de materiales y equipos susceptibles de ser usado en programas nucleares. Se incluía también el bloqueo de las exportaciones iraníes de armas y una serie de restricciones en el comercio de equipos que pudieran ser utilizados para el enriquecimiento de uranio, así como tecnología y equipos para la producción y procesamiento de gas natural. Las restricciones migratorias a 39 personas y 141 compañías aplicaban tanto en para la entrada a EU como a la Unión Europea. Reunidos en Viena, en julio de 2015, Irán y los P5+1 acordaron eliminar las sanciones y restricciones impuestas años atrás al régimen iraní bajo el compromiso de que éste eliminaría sus reservas de uranio enriquecido en 98% y que durante los próximos 13 años (a partir de 2015) reducirían dos tercios sus centrífugas de gas. Durante los próximos 15 años (es decir, para 2030), Irán únicamente aumentaría su reserva de uranio un 3.67% y permitiría el permanente monitoreo por parte de la OIEA. El JCPOA es visto hoy en día por Washington como uno de los hilos de tensión más importantes para la eventual pacificación de Siria debido a los vínculos de apoyo que el gobierno de Teherán mantiene con las células de Hezbollah. En la práctica, la implementación de las sanciones a Irán fue sumamente complicada, así como lo fue el intento de llevar a cabo un programa de desnuclearización del país y de la región. Reconstruir la estabilidad económica de un país como Irán, después de la salida de los EU del Iran Deal será con toda seguridad un reto mayúsculo. Por un lado, se deberá asegurar un proceso ganar-ganar para que no impere el caos y la desestabilidad en la región (se antoja difícil considerando la postura de la administración Trump, respecto a Irán, Siria y Hezbollah) y, por otro lado, Trump debe asegurarse de que antes de que concluyan los trabajos de esta legislatura el próximo 15 de mayo, el Congreso realice el trabajo legislativo que permita operar la nueva doctrina de política exterior en la región. De cara a las próximas elecciones intermedias en EU la administración del presidente Trump enfrenta retos regulatorios, una nueva base legal que le permita establecer sanciones y a la vez un marco de cooperación que conlleve la desnuclearización, la pacificación de Siria, la contención de Hezbollah y seguramente estar nominado al Premio Nobel de la Paz.   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @ArleneRU Linkedin: Arlene Ramírez-Uresti Google+: Arlene Ramírez Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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