Desde hace meses sabemos que 2024 será un año marcado por la jornada electoral del 2 de junio. A ese ánimo contribuyó sin duda las anticipadas acciones de los partidos para definir internamente los personajes que hoy figuran como precandidatas de la elección presidencial.
La fuerza con la que llega el presidente al último tramo de su gobierno desafía a la imagen de poder menguante que suele acompañar a los presidentes hacia el término de sus mandatos. Lejos estamos de lo que la teoría llama “lame duck” que no es otra cosa que la disminución del poder político de los gobernantes al filo de su mandato.
Rumbo a los últimos meses de su gobierno, y en general, de su mandato, la nota distintiva es la enorme popularidad del presidente, en medio de una pandemia sanitaria, una estela de controvertidas decisiones en materia de seguridad y políticas sociales y económicas, así como una tensa relación con el Poder Judicial y órganos autónomos. De acuerdo con Oraculus que “agrega los resultados de las principales encuestas públicas”, la aprobación del presidente ronda en el 66% ubicándose por encima del rango de aprobación de los cuatro presidentes previos, en un momento similar de sus administraciones.
Segundo, todo parece indicar que bajo el mandato de AMLO se habrá dado una realineación partidista de dimensiones históricas, con el desmembramiento del PRI y el dominio territorial de Morena que se refleja en que hoy gobiernan 22 estados y la CDMX. Bajo la presidencia de López Obrador, Morena confirma su expansión a nivel estatal, luego de una década de que logró su registro como partido político en 2014.
Tercero, y derivado de lo anterior, López Obrador apresura la conclusión de sus proyectos insignes, mientras puede confiar en que Claudia Sheinbaum recibe un partido consolidado a nivel territorial, siendo el triunfo del Estado de México en 2023, el estado más poblado del país, la coronación de un crecimiento meteórico y la consolidación nacional del partido, lo que será clave para el triunfo de la 4T en 2024.
El final del año fue momento para que el presidente inaugurara las obras prioritarias de su gobierno. La inauguración del Aeropuerto Internacional de Tulum, en Quintana Roo; la inauguración de la presa Santa María, en Sinaloa; el inicio de operaciones de Mexicana de Aviación desde el Aeropuerto Felipe Ángeles a 14 destinos del país; así como la inauguración de la “megafarmacia” para garantizar el abasto de medicamentos en los hospitales públicos.
Mención especial merece la inauguración del Tren Interoceánico, el cual es parte de un proyecto más amplio que podría apuntalar a esta región de manera estratégica en el comercio internacional. También destaca el arranque de funciones del primer tramo del Tren Maya de Palenque a Cancún, una obra emblemática del gobierno de López Obrador que ha convivido entre críticas desde el principio de su anuncio y que, quizá por eso, generó enorme expectativa si su construcción era posible en tiempo récord.
Cuarto, el presidente se acerca al final de seis años de un gobierno con vocación social. Desde el discurso hasta el presupuesto y políticas puntuales, la orientación social de su gobierno se refleja en la reducción de la pobreza, la mayor en seis años, así como las políticas laborales como el aumento del salario mínimo. Al panorama alentador en materia social se cruza el problema de inseguridad y violencia como el talón de Aquiles de su gobierno, el cual se erige como el principal reto para el próximo gobierno federal, el primero encabezado por una mujer.
Contacto:
Maestra en Políticas Públicas por la Universidad de Oxford y Licenciada en Ciencia Políticas y Relaciones Internacionales, por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).
Twitter: @palmiratapia
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