Cada vez se acercan más las elecciones en Estados Unidos, el Congreso y los diferentes actores políticos no dejan de señalar la responsabilidad que tienen las plataformas digitales en los procesos democráticos y la forma en que éstas deberían regular los contenidos de sus usuarios y, al mismo tiempo, impulsar el derecho de acceso a la información y a la libertad de expresión, fundamentales en cualquier democracia.

Ha sido tanta la presión que han recibido las redes sociales y en particular Facebook, que en febrero Mark Zuckeberg lanzó una invitación tanto a gobiernos como académicos para regular las plataformas.

En el documento de 22 páginas ellos lanzan su visión de qué y cómo debería regularse la actividad online de los usuarios y de las plataformas que prestan estos servicios y lo expresan a través de cuatro preguntas o ejes:

  • ¿Cómo puede la regulación de contenido alcanzar mejor el objetivo de reducir los discursos dañinos mientras preserva la libre expresión?
  • ¿Cómo podría la regulación mejorar la responsabilidad de plataformas de internet para el público?
  • ¿Debería exigir la regulación que las compañías de internet reúnan ciertos objetivos de desempeño?
  • ¿Debería la regulación definir qué es “contenido nocivo” y debería prohibirlo en plataformas de internet?

Las preguntas planteadas por Facebook van directamente al grano sobre los asuntos de libertad de expresión e incluso sobre la neutralidad de la red, pero se olvidan de una parte importante y me refiero a la forma en la que estás plataformas fundan sus actividades económicas. Por ello, podríamos agregar una pregunta extra:

  • ¿Se debería regular el modelo de negocios de las redes sociales y sus algoritmos de distribució de contenidos?

Plantear la posibilidad de que los Estados regulen la libre actividad económica atenta directamente contra la libertad de mercado y la esencia misma del capitalismo, sin embargo, también es esa libertad la que ha puesto en jaque a la democracia y a la libertad de expresión en más de una nación. Cerrar los ojos ante esa situación dejaría incompleto cualquier esfuerzo por regular los contenidos de las redes sociales.

Por ello, ante la inminencia del proceso electoral en Estados Unidos, Facebook ajusta sus algoritmos y coloca nuevas reglas de juego para la comunicación política. Así, las acciones son:

  • Limitará la intervención extranjera en cuanto a temas políticos y protegerá las cuentas de candidatos, instituciones y partidos frente al comportamiento inauténtico coordinado.
  • Inrementará transparencia de las páginas, mostrando a los propietarios de las publicaciones.
  • Creará un sistema de etiquetado para los medios que son propiedad del Estado
  • Permitirá ver claramente cuando un candidato está haciendo propaganda pagada y, al mismo tiempo, permitirá ver quién está pagando por los anuncios y los montos invertidos.
  • Eliminará toas las campañas (incluso las pagadas) que llamen a no votar.
  • Creará un sistema de etiquetado para reducir la desinformación que llevará a sitios con información verificada para reducir las noticias falseadas.

De nueva cuenta, son esfuerzos importantes y por supuesto ayudarán a llevar un proceso electoral mucho más abierto y transparente, sin embargo, un de los puntos más importantes, es decir, la forma en la que los algoritmos distribuyen contenidos y permiten a las plataformas crear un modelo de negocios es, al mismo tiempo, el precursor de actividades que en el pasado han logrado interferir en elecciones y sembrado dudas sobre la legitimidad de candidatos o procesos.

Los esfuerzos van, pero aun falta un largo camino por recorrer para crear plataformas digitales transparentes y equitativas.

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