En línea con los sucesos que se van aconteciendo en este escenario pandémico, el presidente López Obrador ha alcanzado un acuerdo con Estados Unidos para iniciar una reducción en la producción de petróleo, tal y como solicitaba la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). El organismo conjunto, en su intención de impulsar unos precios que, motivados por las tensiones entre los distintos países, así como un virus contagioso y acechante, se encontraban en mínimos. Perjudicando así, y muy gravemente, a muchos de los países que integran dicha organización.

En este sentido, el compromiso del Presidente López Obrador llegó tras su conversación con su homólogo Donald Trump. Una conversación en la que México se comprometió en la contribución, junto a Estados Unidos, para estabilizar unos precios que, como indicamos anteriormente, se encontraban en caída libre, precisando esa intervención para compensar las caídas con una consecuente reducción de la oferta. Una reducción a la que, hasta ahora, México, como país productor, no se había sumado.

Tras las conversaciones, México alcanzó un acuerdo en el que se compromete a reducir la producción en 100.000 barriles diarios. Una cifra a la que se le añadirán 250.000 barriles adicionales que Estados Unidos dejará de producir por México, de cara a compensar la reducción solicitada, a priori, por el Presidente norteamericano, a la que México no puede sumarse, teniendo que ser compensada por su socio del norte. Una compensación que ya ha sido notificada a la OPEP, estando todos de acuerdo.

Por parte de Donald Trump, su actitud fue, de acuerdo con las declaraciones del Presidente AMLO, una actitud amable. De acuerdo con el Presidente, tras comunicarle la incapacidad de México a sumarse a la reducción con los 350.000 barriles diarios solicitados, el Presidente Trump, comprensible y amigable, propuso esa aportación adicional de 250.000 barriles para alcanzar esa reducción en la producción solicitada. Un trabajo conjunto más, en pro de una relación hasta ahora fructífera.

Para México, las exigencias de otros países como Rusia o Arabia Saudita eran desmesuradas. Unas reducciones que no tenían en cuenta unos volúmenes de producción completamente asimétricos entre los países que integran dicha organización. En este sentido, la reducción exigida del 23% era demasiado para el Presidente AMLO, justificando su postura en que el volumen de producción de estos países ronda los 12 millones, mientras que el volumen del país azteca escasamente llega a 1.650.000 barriles diarios.

En este sentido, Estados Unidos, tal y como se ha acordado, compensará ese diferencial, aportando el número de barriles que acerca a México a la reducción exigida por los países miembros de la OPEP. Una situación a la que le precede un histórico de nuevos acuerdos entre ambos vecinos, donde el país azteca goza de esa relación cordial que en estos momentos sigue ofreciendo el presidente Trump al país, con el fin de mantener su buena relación comercial.

Y es que, por mucho que, a priori, México se negara a reducir su nivel de producción de petróleo tras más de 14 años en los que la política había destrozado, según AMLO, la producción de petróleo y la industria petrolera en el país, México no tiene la capacidad, ni la intención, de confrontar en estos momentos con sus socios del norte. Tras un largo periodo de negociaciones, la renovación y el nuevo acuerdo alcanzado en materia comercial goza de suficiente importancia como para entrar en una confrontación que podría provocar cambios, incluso conflictos, en sus, por ahora, tratado de libre comercio.

Con un 80% del volumen de exportaciones supeditado a los Estados Unidos, así como un 80% de su producto interior bruto (PIB) sujeto al comercio, estamos hablando que, aproximadamente, el PIB mexicano, en un 64%, es plenamente dependiente de los Estados Unidos. Esto puede darnos una idea más certera del por qué de las palabras del presidente AMLO, así como su intención de no confrontar en una relación que, hasta el día de hoy, no solo está siendo cordial, sino que promete remontar -en parte- el crecimiento de una economía que se mostraba estancada.

Además, en este sentido, el precedente que deja al país un crecimiento del 0,2% durante el ejercicio pasado, con más sentido cuando integramos las promesas del presidente AMLO y la política económica que remontaría el crecimiento un 2%, sin éxito finalmente, muestra esa necesidad que tiene el país de no confrontar con el que, hasta ahora, se postula como la mayor apuesta para, en un futuro no muy lejano, remontar el crecimiento económico, especialmente a través de la vía del comercio con los Estados Unidos y Canadá.

Una relación que el presidente no quiere descuidar y a la que incluso recurre en escenarios como este, solicitando ayudas al Presidente Trump para el suministro de respiradores por parte de los Estados Unidos. Una petición que llega tras el acuerdo, firmado y sellado, en el que México se suma definitivamente a esa reducción de la producción, a la que, por otro lado, ya se habían sumado el resto de países. Una muestra de esa dependencia de la que hablábamos anteriormente y que impide, dicho sea de paso, el que México se dispute la confrontación con su vecino del norte.

En resumen, México ha actuado bien, siguiendo la línea de sus socios comerciales, tan precisos para el país en estos momentos. En este sentido, sabiendo que es inviable una confrontación directa, México se ha sumado al acuerdo, evitando la rotura en las relaciones comerciales, además de consiguiendo una compensación que libra a México de provocar descensos en la producción significativos. En este sentido un negocio redondo para el país azteca, que vuelve a ganarse el beneplácito de los Estados Unidos, incluso con rebajas aplicadas en sus acuerdos; en favor de México, por supuesto.

 

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