Como se dice en España, parece que el Presidente Andrés Manuel López Obrador ya le ha visto las orejas al lobo. Aunque si bien es cierto que México sigue siendo un país con escasos casos de infectados por el Coronavirus, el presidente ya trató de introducir el mensaje en una población que, viendo el contexto global que vive el planeta ante el brote vírico, se cuestiona el por qué sí otros muchos países y, como afirmaba semanas atrás, ellos no.

Y es que, es incuestionable que el covid es la mayor amenaza a la que se enfrentan los países en este 2020. Nueva York, por poner un ejemplo, se ha convertido en un escenario verdaderamente alarmante. En cuestión de días, han ido cosechando una tasa de contagio tan elevada que las defunciones se están produciendo cada 9 minutos, ante una incapacidad de frenar tan tremenda oleada. Similar a lo que ocurre en Europa, donde España e Italia, pese a frenar sus curvas de contagio, siguen presentando cifras que no dejan a nadie indiferente.

La situación, sea el país que sea, requiere una actuación política que, como poco, trate de avisar y alertar sobre la situación y contenga el posible contagio. Y es que esto es posible únicamente desde la actuación política, ya que la sociedad, ante discursos optimistas y donde los riesgos se tratan de mitigar de forma completamente artificial, no puede ser consciente de una situación que, ante tales discursos, desconoce por completo. Y es que, se puede ser responsable sin ser catastrofista, pero la condescendía y la autocomplacencia, al igual que ocurrió con los pronósticos de crecimiento, acaban generando situaciones desagradables.

Para AMLO, el miedo de que se acabe desatando una histeria colectiva, un miedo social, que pueda tener efectos directos en la economía y en el propio consumo, tan importante para el país dicho sea de paso, es una de sus peores pesadillas. Una situación que le ha llevado a tratar de calmar el asunto, aunque en ocasiones con afirmaciones categóricas que poco sentido tienen a la luz de los datos. Y es que, como veremos a continuación, no solo hablamos de contagios, ya que no solo de ello depende la economía. Pues, cuando los socios están contagiados, el virus acaba contagiándote a ti, aunque miremos únicamente por el contagio económico.

En este sentido, no se puede ocultar una realidad que, como publican los diarios internacionales, está atacando a nuestro planeta, con nuestras economías incluídas. Y es que, pongámonos en la tesitura de que México no tiene afectados por COVID de forma descontrolada como sí tienen otros países. Gran parte de las exportaciones mexicanas tienen como destino principal Estados Unidos. El 80% de las exportaciones mexicanas están representadas en el Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN).

Así, ante los datos, si Estados Unidos se está viendo sacudido por la situación, tanto a nivel sanitario como económico, el 80% de esas exportaciones mexicanas se pueden ver afectadas, ante la incapacidad de que las mercancías lleguen a los países que, como Estados Unidos, mantienen un bloqueo fronterizo para tratar de evitar un colapso sanitario en el país. Un bloqueo fronterizo que, como veremos, se verá reforzado en los próximos días, provocando ese escenario que, con tanto ahínco, tratamos de exponer.

Para hacernos una idea, el sector exterior en el producto interior bruto (PIB) mexicano goza de una representación del 80%. Es decir, el PIB mexicano se encuentra en un 80% supeditado a esta actividad supranacional, la cual trae consigo un gran aporte para el país. Además, dentro de las estrategias económicas de AMLO, la renovación del TLCAN era una de su mayores estrategias, siendo esta un pilar fundamental para devolver el crecimiento a la economía mexicana, la cual, pese a las previsiones del 2% que hacía el presidente, acabó cerrando el año con crecimientos nulos.

En este sentido, ante lo ocurrido, creo que es preciso comentar que esa herramienta en la que basaba el presidente su estrategia de crecimiento representa el 64%, aproximadamente, del PIB mexicano. Y es que, como decíamos, estamos hablando del mayor flujo de comercio para el país mexicano, del cual dependen ¾ partes de su economía. Unas estadísticas que se confirman con el barómetro que realiza la Organización Mundial del Comercio (WTO, por sus siglas en inglés). Un barómetro que, como recoge el organismo, está en mínimos, ante la paralización que vive la actividad comercial en el planeta.

Una situación que, como vemos, pese a la falta de infectados, económicamente tienen una relevancia como para, al menos, mencionar la situación y comunicarla a los ciudadanos. Además, con la preocupación y la cautela que debiera mostrar una economía emergente -a priori, menos preparada que otras economías desarrolladas para enfrentarse a una situación como la de la pandemia-, pues estamos hablando que los efectos, de elevarse la tasa de contagio y dispararse el número de infectados, el colapso sanitario, en base a los recursos en contraste con las economías más infectadas, podría provocar serias dificultades al país.

Creo que AMLO está acertado en comparecer públicamente e ir introduciendo -aunque de forma muy gradual y paulatina- el mensaje de que el Coronavirus es una auténtica amenaza. Ya el canciller Mexicano Marcelo Ebrard declaraba el Estado de Emergencia, en nombre de AMLO, avisando a la sociedad de que la situación era, como poco, preocupante. Ahora, este segundo paso de AMLO confirma que el gobierno ha rectificado en su postura, parecida a la adoptada por el gobierno británico de Boris Johnson y que, posteriormente, tuvo que rectificar ante el alarmismo real que transmitía la situación y la incapacidad de contención.

Sin embargo, seguimos atendiendo a afirmaciones en los discursos que siguen poniendo en entredicho el optimismo injustificado de un Presidente que promete “crear millones de puestos de empleo en cuestión de meses”. Promesas muy ambiciosas, en uno de los peores escenarios económicos de la historia de nuestra economía. En este tipo de situaciones, el Presidente debería ser menos condescendiente con la sociedad, pues ya tiene la prueba de que nada se consigue prometiendo, sino haciendo. De nada sirvió la promesa del crecimiento económico que esperaba el Presidente, cuando los datos arrojaron un crecimiento del 0,2% en el cierre del año. Este tipo de situaciones deberían servir al Presidente para extraer conclusiones, no para repetir sus errores.

Debemos seguir en esa línea, preparando al país de lo que se avecina. De nada sirve esconder el problema, pues como decíamos, pese a que la tasa de infectados no sea notable, la economía, de igual forma, se va a ver lastrada. En este sentido, lo mejor que puede presentar en estos momentos un gobierno es transparencia en su gestión. La transparencia no solo dotará al país de mejores herramientas para contener la situación y estar más preparados, sino que, en contraposición al pensamiento de AMLO, generará esa apaciguamiento de la histeria colectiva a la que el tanto teme. Recordemos que la opacidad en la gestión pública, ante una tarea efectiva de los medios de comunicación, es la peor herramienta que el Presidente puede adoptar.

   

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