Por Sergio Chaverri* Históricamente, a partir de necesidades que (en muchas ocasiones) generan estrés o altos niveles de insatisfacción, es que se crean las mejores innovaciones que aumentan nuestro nivel de vida, globalizándonos y, en algunos casos, cambiando el curso de la historia. Airbnb se crea debido a que dos estudiantes de diseño se dieron cuenta que ese mes no podían pagar el alquiler de su piso. Uber se crea por la frustración de no poder conseguir un taxi. Netflix nace debido a una multa por devolver una película con días de retraso. Actualmente, no podemos imaginar a la industria del hospedaje, el transporte y la televisión sin estos productos que nos permitieron mejorar nuestro nivel de vida y, sin duda, cambiaron el curso de la historia. Al ver la posición del señor Donald Trump, la cual, evidentemente, genera estrés y altos niveles de insatisfacción en distintos países, especialmente en Latinoamérica, me pregunto dos cosas: ¿Será que esto es, más bien, una oportunidad para que nuestra región y su gente pongan a volar su creatividad para innovar? ¿Y si mejor nos decidimos a cambiar el curso de la historia? En el comercio electrónico entre empresas, hay un dato que no es muy conocido: Latinoamérica es una de las zonas más desarrollados del mundo en facturación electrónica, líder indiscutible por encima de Estados Unidos (EU), Europa y Asia. No en muchos indicadores se puede posicionar a Latinoamérica como líder mundial, por lo que creo que, al tener en cuenta esta información, vale la pena hacer una pausa en EU y analizar con detenimiento el significado de esto. Las empresas en Latinoamérica ya cuentan con un lenguaje de comunicación estandarizado, como lo es la factura electrónica. Esto, aunque ya lo vemos como “cotidiano”, es algo sumamente valioso, ya que, en foros en otras partes del mundo, se invierte mucho en interoperabilidad y en lograr un estándar universal y, aunque se logra entre grandes empresas, no cuenta con un nivel de masificación con los niveles de Latinoamérica. Además, la región cuenta con países líderes en la materia, como Chile, México y Brasil, y otros en proceso de implementación de un proyecto de este tipo, como Perú y Colombia, por citar algunos ejemplos. Lo anterior les da a las empresas una oportunidad única en una región con un PIB de más de 10 billones de dólares. Si cientos de miles de empresas ya tienen “factura electrónica en un sólo formato” (algo que le ha resultado imposible a EU), estamos a punto de capitalizar un ecosistema digital que pondría en condiciones de competitividad muy interesantes a pequeñas y medianas empresas mexicanas con posibilidad de ser, en muy corto plazo, regionales, y las puertas que se abrirían podrían ser mayores que las que potencialmente estaría cerrando EU. Por cierto, se podría potenciar a la región de Latinoamérica como un modelo de referencia, sobre todo, para EU. La principal barrera entre clientes y proveedores es la inclusión tecnológica, pero esto ya Latinoamérica lo puede romper y capitalizar de muchas maneras. Así como, años atrás, el Internet fue, sin duda, uno de los principales gestores del acceso universal a la información, rompiendo las fronteras geográficas y abriendo una era inimaginable de acceso a la información, actualmente lo es la facturación electrónica, que ya ha sido implementada de forma exitosa y, al unificar el idioma digital de las partes, permite, de una forma muy simple, automatizar y evolucionar mucho en el mundo B2B. Ante un escenario de ese tipo, por más que se construya un muro fronterizo de forma física, son mucho mayores las oportunidades en el mundo digital, donde no existen fronteras o muros, y donde las oportunidades son cada vez mayores para una región como Latinoamérica, que ya es referencia en comercio electrónico a nivel mundial. Y, como lo mencioné al inicio del artículo, históricamente, a partir de necesidades que (en muchas ocasiones) generan estrés o altos niveles de insatisfacción, es que se crean las mejores innovaciones que aumentan nuestro nivel de vida, globalizándonos y, en algunos casos, cambiando el curso de la historia. ¡Y Latinoamérica tiene una gran oportunidad! *Sergio Chaverri es cofundador de Gosocket Corporation.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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