Durante la inauguración del tercer Foro de las Nuevas Rutas de la Seda, China busca que el “Sur global” tenga inversiones millonarias en el país, sin embargo, se recibieron críticas por un posible riesgo de endeudamiento que esto conlleva.

Pekín llega a la cita con la economía al ralentí y sus relaciones con Occidente, especialmente con Estados Unidos, estancadas, pero con la aspiración de mostrar su ascendente influencia en plena competencia estratégica con Washington.

El proyecto, de hecho, nunca fue recibido con entusiasmo entre los países desarrollados: Italia, el único país del G7 que se unió, en 2018, expresó este año su intención de abandonarlo tras asegurar que su comercio con China no había mejorado.

Aunque China aún busca preservar el diálogo y el comercio con Occidente, sus esfuerzos se dirigen a los países en desarrollo, con quienes, en palabras del vicepresidente, Han Zheng, “respiramos el mismo aliento y compartimos el mismo futuro”.

La alternativa china trata, oficialmente, de levantar un “mundo multipolar” mediante la construcción de puertos, ferrocarriles o aeropuertos entre Asia, Europa y África, con más de 3,000 proyectos de cooperación y una inversión de casi un billón de dólares que, según los críticos, también ha generado enormes cantidades de deuda y, en algunos casos, el resentimiento de poblaciones locales.

Por ejemplo, el vicepresidente de Kenia, Rigathi Gachagua, confirmó esta misma semana que el presidente, William Ruto, tratará de cerrar un acuerdo de hasta 1,000 millones de dólares, en parte para reestructurar la deuda acumulada en proyectos de infraestructura, entre los que destaca una importante línea ferroviaria entre Nairobi y Mombasa que todavía no ha sido ampliada.

“(Ruto) irá a China porque muchas de nuestras carreteras están paralizadas por la creciente deuda con China. No podemos pagar a nuestros proveedores y algunas de las carreteras están incompletas. El presidente buscará un acuerdo para reestructurar nuestra deuda con China y obtener condiciones favorables”, indicó Gachagua.

Pekín suele aducir que no impone “condiciones políticas” para sus proyectos, aunque los críticos apuntan a que eso se refleja en que se dejan de lado asuntos espinosos como la corrupción, los derechos humanos o el impacto medioambiental.

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China impulsa nuevas Rutas de la Seda entre turbulencia geopolítica y polémica por deuda

“Las Rutas aumentaron la carga de deuda en algunos países y China sabe que eso ha mermado su reputación. Las tiene que reestructurar, pero no las cancelará”, apunta el investigador Christoph Nedopil, fundador del Centro de Desarrollo y Finanzas Verdes (GFDC), que rastrea el gasto de las Rutas.

El académico agrega que China se está aprovechando de “la falta de alternativas occidentales” y que, con las Rutas, “mejoraron su habilidad de desarrollar proyectos en el exterior”.

Los críticos también apuntan a la llamada “trampa de la deuda”, por la cual algunos países con recursos limitados se vieron obligados a firmar proyectos costosos para que Pekín pueda tomar el control de los activos ofrecidos como aval.

Así sucedió en Sri Lanka, donde China invirtió desde 2007 con créditos para proyectos de carreteras, plantas de energías y puertos y, que arrastrada por las deudas, tuvo que ceder la explotación del puerto de Hambantota a Pekín durante 99 años, un acuerdo que se ha convertido en fuente de fuerte controversia en la antigua Ceilán.

Nedopil cree que el reto para Pekín es de hecho involucrarse en amortizaciones de deuda en el extranjero en un momento en que sus problemas económicos internos “todavía no se han resuelto”.

Así, el foro llega en un momento de dificultades económicas de China -cuyas previsiones de crecimiento han bajado al 5% este año y al 4.2% el que viene, según el Fondo Monetario Internacional-, lo que podría limitar su capacidad de financiar proyectos en los países sobre los que busca influencia.

El pasado mes de marzo, Xue Gong, analista del ‘think tank’ estadounidense Carnegie, aseguró que “la inercia de esta ‘gala’ parece estar frenando debido a las repercusiones de la sostenibilidad de la deuda, las consecuencias de la pandemia (…) y la propia ralentización de la economía china”.

“Los grandes bolsillos que tenía China para gastar en el extranjero se podrían ver constreñidos por el viraje a la revitalización de la economía nacional”, indicó la experta, quien, no obstante, considera que Pekín no abandonará las Rutas pese a los problemas y que intentará reavivar la confianza en ellas durante este Foro.

Mientras, organismos y medios oficiales chinos machacan estos días con la idea de que las Rutas han “ayudado a resolver los desafíos del desarrollo global” y “abierto un nuevo camino para la modernización en todo el mundo” con sus proyectos de infraestructura o la reconfiguración de las cadenas de producción.

Todo, apuntó estos días el diario China Daily, “libre de cálculos geopolíticos” y “abierta para todos” que han servido para que la inversión directa de China en el exterior superara los 240,000 millones de dólares entre 2013 y 2022.

El diario también hace hincapié en que otros países “también han invertido activamente en China y compartido las oportunidades de desarrollo de China”, con un total acumulado de más de 140,000 millones de dólares invertidos en el país durante la última década.

Con información de EFE.

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