Por Santiago F. Arroyo S.*

Hace ya unas semanas que la sociedad mexicana se encuentra dentro de la etapa de transición a la denominada #NuevaNormalidad, que es ese proceso de retorno a las actividades económicas y productivas después del inicio del encierro voluntario, que tuvo como finalidad, evitar la propagación de la enfermedad provocada por el “coronavirus”.

Contextualizando un poco, este regreso a las actividades se encuentra en el pico más alto de infecciones y mortalidad, según datos de la Secretaría de Salud, se tienen contabilizadas más 11 mil víctimas mortales, además de 555 mil empleos formales perdidos para abril según el Instituto Mexicano del Seguro Social, acompañado de una desaceleración económica que se profundiza con una agudeza terrible, empujando por la ladera a la ya en declive economía mexicana, conduciendo a la pérdida del poder adquisitivo de millones de familias mexicanas.

Vaya, el escenario es, por decir lo menos, terrible.

Bueno, en medio de todo esto, el Director de Petróleos Mexicanos, el Ingeniero Octavio Romero Oropeza; en la conferencia de prensa del día 05 de junio que tuvo lugar en las inmediaciones del predio donde estará instalada la Refinería Dos Bocas, declaró que se había logrado un aumento del 3% en las ventas de gasolinas y diésel (petrolíferos) para el mes de mayo de 2020; aunado a ello, el presidente de la República afirmó con que su gobierno no subirá los precios de “las gasolinas”, declaraciones que de primera mano, están sujetas a ser cuestionadas, en un afán de aclararlas.

En primer lugar, tenemos que desde el año 2016 los precios de los petrolíferos ya no se encuentran sujetos a la determinación por parte del Poder Ejecutivo, específicamente la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, misma que en diciembre de ese año, emitió el Acuerdo A/98/2016, mediante el cual deja de determinar los precios atendiendo a la inflación y reglas del Estado para pasar a un esquema de libre mercado; dónde los precios de los petrolíferos serán determinados por una regla genérica que, considera:

  • PC=Precio de Referencia + Impuestos + Ajuste de Calidad (octanaje) + Logística y Almacén + Márgenes Comerciales.

Por lo que, al ver precios promedio nacionales en la gasolina “regular” de 17.07 pesos por litro para la primer semana de junio de 2020, según los datos brindados por la Comisión Reguladora de Energía; al desglosar este precio, tenemos que se pagan 4.950 pesos por litro por concepto del Impuesto Especial Sobre Productos y Servicios (IEPS), según el Acuerdo 44/2020 publicado por Hacienda en el Diario Oficial de la Federación, así como 2.36 pesos por litro de I.V.A.; lo que representa poco más del 40% del precio total que vemos al público y que corresponde al rubro de impuestos.

De igual modo, se le suma el precio de importación que para la primera semana de junio osciló en los 5.671 pesos por litro atendiendo a datos provistos por la empresa OPIS, dentro del cual ya se incluye el margen de procesamiento, el resto incluye los otros rubros del precio.

Es en este sentido que, la razón por la cual vimos precios “ultra bajos” de combustibles desde el mes de marzo hasta finales de abril de 2020, fue con motivo a una estrepitosa caída de la demanda tanto en México, como en los Estados Unidos (lugar de origen del 70% de los combustibles que consumen los mexicanos); que llevó a observar precios de referencia internacional hasta de 2.31 pesos por litro de la gasolina “regular” según la misma agencia OPIS, sin embargo, el Gobierno Federal lleva casi 6 meses consecutivos gravando los petrolíferos con IEPS sin subsidios, todo esto con la finalidad de que los comercializadores de combustibles como el caso de PEMEX y otros más, “sacaran” este producto que se estaba estancando en las terminales de almacenamiento y también en los barcos de transporte en los puertos mexicanos, que se observaron hasta en lapsos de más de 20 días fondeados, lo que más tarde hiciera también más gravoso el costo de logística.

Siendo la suma de todos estos factores ya mencionados, lo nos llevó a ver precios de gasolina “regular” hasta por debajo de los 12.00 pesos por litro a finales de marzo e inicios de abril de este año.

Toda esta dinámica que se explica es con la finalidad de detallar que, el único aspecto de los precios de los petrolíferos que puede controlar el Gobierno de México, lo es justamente en el de los impuestos, pudiendo llegar a concluir que por parte del Gobierno Federal no se ha bajado la recaudación, por ende, esto influye en gran parte a que los precios de los combustibles de mantengan altos.

Ahora, pasando a la declaración del director de PEMEX, vimos que en marzo y abril de 2020 se acumuló una caída en la demanda (ventas) de combustibles por encima del 70%, para después, con el aviso a mediados de mayo de que se reiniciarán las actividades dentro del marco de la #NuevaNormalidad, provocando una mayor movilidad de personas de manera gradual, motivada entre la desesperación por la situación crítica de falta de ingresos domésticos y un poco, por la evidente irresponsabilidad de muchas personas con intenciones de salir del confinamiento voluntario; fue que se tuvo un repunte leve de incremento en las ventas de combustibles y que dieran como resultado un alza en la demanda en aproximadamente un 20%, según datos recopilados por URSUS Energy con información de expendios y la Comisión Reguladora de Energía.

Y que, para el mes de junio de 2020, según información de la Organización Nacional de Expendedores de Petróleo (ONEXPO), estas cifras se verán incrementadas de forma gradual, de acuerdo con el retorno de movilidad y actividades de las personas en el país.

Muchos se preguntarán, ¿Qué va a pasar?

Ante este escenario, podemos deducir que los precios de los petrolíferos irán aumentando y fortaleciéndose. Pudiendo existir incrementos a la gasolina regular por encima de los 20.00 pesos por litro en un precio promedio, esto debido a que a la fecha los precios de referencia internacional llevan un fortalecimiento cerca de los 90 centavos de dólar estadounidense desde sus puntos más bajos en marzo y abril de 2020, asimismo, obedece a que los costos de logística se vieron aumentados por el pago del almacenamiento en los barcos fondeados en los puertos mexicanos, costos que aún se siguen trasladando desde los importadores hacia los consumidores.

Sin pasar por alto que existe otro factor sumamente importante y que se encuentra en ciernes: la entrada en vigor de las Políticas de Almacenamiento Mínimo de Petrolíferos, mismos que en diciembre de 2019, la SENER determinó flexibilizarlas y por consiguiente el constreñimiento de la Comisión Reguladora de Energía para emitir regulación de tarifas sobre el almacenamiento, las cuales, a la fecha no han sido publicadas por órgano regulador, dejando un espacio peligroso para la competencia económica y el consumidor, dado que a la fecha es PEMEX quien se ostenta con el 95% de la capacidad de almacenamiento disponible en el país y hasta el momento es la Empresa Productiva del Estado la que se encuentra estableciendo los lineamientos y costos de esta capacidad de almacenamiento sin control alguno.

Lo que en suma, generará que este costo adicional sea trasladado al consumidor y se provoque una alza considerable en los precios al público. Y aquí es donde entramos a una pregunta obligada, ¿Existen alternativas para lograr precios competitivos?, la respuesta es sí.

Para ello, cabe señalar que existen empresas privadas que abarcan la cadena de suministro completa, aunado a que no cuentan con las perdidas financieras y grandes cargas operativas como las que tiene PEMEX; sin embargo, estas empresas se encuentran focalizadas en mercados muy específicos y que aún no han logrado su expansión como para ser un elemento suficientemente fuerte como para que el mercado hacia el consumidor encuentre un equilibrio.

Asimismo, es importante señalar que el área de influencia del Gobierno Federal en el precio de los combustibles es el aspecto tributario, siendo un área de oportunidad que seguramente el Presidente de la República aprovechará en torno a los subsidios aplicados al IEPS, sin embargo, las medidas de subvención de impuestos es, de cierto modo, que los contribuyentes paguen ese incentivo fiscal, que a la larga y como se ha visto en sexenios anteriores, causa enormes niveles de inflación y perdidas financieras para el Estado Mexicano, por lo que deberá tratarse con mucho cuidado; en suma a lo anterior, queda el discurso convertido en política pública sobre la “Austeridad” que deberá aplicar la ciudadanía; lo que dará como resultado un descontento social ante una cultura aspiracional generalizada en la psique de la población mexicana.

No obstante, el Gobierno de México observa en el proyecto de la Refinería Dos Bocas, un aliciente o “remedio” para el entorno negativo que acarreará seguramente el aumento de los precios de los combustibles ante la dinámica alcista que permea en la actualidad en este mercado tradicionalmente importante para la ciudadanía. Sin embargo, cabe señalar que ante las enormes pérdidas financieras de PEMEX vistas en su último estado de resultados, dentro de las cuales se enfatiza el margen de procesamiento en el Sistema Nacional de Refinación, que es lo que “gana” PEMEX al procesar un barril de petrolíferos en sus refinerías, en el trimestre pasado logró una caída tremenda para quedar en -12.50 USD por barril.

Adicionalmente, tenemos la afirmación de la Secretaría de Energía respecto a la capacidad de procesamiento de la Refinería Dos Bocas que será de 350 mbd de gasolinas adicionales a la oferta que brinda el Sistema Nacional de Refinación, mismo que se reporta para abril de 2020 en 220 mbd, generando en suma la cantidad de 570 mbd de oferta prospectiva de productos nacionales hacia los consumidores permisionados por la CRE y usuarios finales, sin embargo, la demanda nacional de gasolinas va por encima de los 800 mbd (en el punto más alto de demanda en 2020), lo que nos deja un faltante de 230 mbd de gasolinas para cubrir con la producción nacional, necesitando forzosamente de la importación de productos. Situación que desbanca cualquier posibilidad de ver una autosuficiencia de combustibles en el país, al menos en el futuro próximo.

Sin pasar por alto, que los productos combustibles de origen nacional no cubren siquiera con los estándares de calidad que establece la Norma Oficial Mexicana NOM-016-CRE-2016 sobre calidad de los petrolíferos, por lo que la propia Comisión Reguladora de Energía debe estar constantemente emitiendo resoluciones que flexibilicen la norma y así poderle dar la oportunidad a PEMEX de comercializar sus productos de baja calidad entre los consumidores mexicanos.

Claro ejemplo, son las resoluciones que mes con mes emite la Comisión Reguladora de Energía, para flexibilizar el uso de combustibles de inferior calidad que provee PEMEX, siendo la última ocasión en que se observó esto, fue en la Sesión del Órgano de Gobierno del Regulador en fecha del 29 de abril de 2020, dentro de la cual se autorizó a PEMEX la comercialización focalizada en zonas del país que la Norma Oficial Mexicana NOM-016-CRE-2016 se contaba con una restricción para el comercio de diésel automotriz alto en azufre.

De lo que podemos concluir que México como país no se encuentra en la posibilidad de apostar a una autosuficiencia de combustibles, ya que PEMEX se encuentra sumida en una dinámica financiera deficitaria profundísima, lo que causa que sea imposible procesar de manera eficiente y con réditos a favor de la petrolera y el Estado Mexicano, además, no se cuenta con la posibilidad financiera de integrar tecnología al Sistema Nacional de Refinación que posibilite el procesamiento que genere productos de alta calidad que merecemos los mexicanos, sino tendríamos que conformarnos con productos caros y de baja calidad, cargando una afectación ambiental impresionante para los ecosistemas mexicanos, cuando tenemos al día de hoy acceso a los combustibles de mejor calidad y los más baratos del mundo tan solo cruzando el río bravo, además, sin la necesidad de dañar el medio ambiente mexicano.

Finalmente, debemos hacer conciencia como consumidores de que estas decisiones no son exclusivas de los grandes capitales o de los dirigentes de la política energética del país; es muy necesario reconocer que, como consumidores tenemos un rol importantísimo dentro del mercado, por ello, debemos estar pendientes, bien informados y con una voz crítica para exigirle tanto a la iniciativa privada y a los reguladores, se generen condiciones de acceso a combustibles de calidad y a precios competitivos.

Contacto:

Santiago F. Arroyo S., director general de la Consultora Ursus Energy.*

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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