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Si abres el diccionario y buscas “smartphone” lo más probable es que encuentres la imagen de un iPhone. Apple definió un segmento con su teléfono inteligente, el que ha llegado a ser la cámara digital más popular en el planeta y ha vendido millones de unidades, de hecho, hace mucho superó la barrera de los 1,000 millones. Esos son muchos teléfonos y, como es normal en la electrónica de consumo, el ciclo de vida útil de muchos de ellos ha terminado. Para esos casos, Apple creó a Daisy. La cadena de suministro de reciclaje de desechos electrónicos implica tres etapas: recolección, pre-procesamiento y procesamiento final, Daisy se encarga del segundo, separando los componentes de un iPhone de forma eficiente y rápida. Cada teléfono tiene algo de oro, plata, platino y cobre —de hecho, un kilogramo de desechos electrónicos tiene más oro que un kilogramo de mineral de oro—, pero también materiales que deben desecharse de forma segura. Daisy es capaz de reconocer entre 9 modelos de iPhone y desarmar hasta 200 teléfonos por hora y forma parte de los esfuerzos de reducción de huella de carbono de la empresa, que incluyen también el uso de una cadena de suministro responsable y programas de intercambio de teléfonos de generaciones pasadas a cambio de dinero para la renovación de equipos. Daisy es la segunda generación de robot de desensamblado, su predecesor, Liam, era capaz de recuperar, por cada 100,000 iPhone 6 desmantelados:
  • 1,900 kg de aluminio
  • 3 kilos de oro
  • 7 kg de plata
  • 24 kg de tierras raras
  • 5 kg de tungsteno
  • 800 kg de cobre
  • 4 kg de platino
  • 550 kg de cobalto

 

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