Por: Mauricio Brizuela Arce

Para quien observa desde afuera cuando una persona llega al puesto de CEO, seguro lo primero que piensa es que lo ha logrado: no hay un punto más alto en la escalera profesional. Que desde ahí, ya no tiene a quién responderle, que se encarga de tomar todas las decisiones y sus ideas son las que mueven todo el engranaje de la organización.

Ahí al menos tres cosas que se asumen incorrectamente. Tres aspectos clave que no funcionan de esa manera, y que pueden ser la razón de que los primeros meses en ese puesto tan importante puede fallar. Recordemos que siempre hay oportunidad para aprender, no importa la experiencia que ya tenemos, precisamente el primer punto desde el que voy a partir.

Como CEO, es importante seguir aprendiendo

Aunque el talento, el esfuerzo y un buen desempeño ayudan bastante para que una persona se convierta en CEO, esto no quiere decir que entonces es alguien infalible. Esto quiere decir que no es momento de cerrar las opciones de seguir aprendiendo o, incluso, encontrar mentorías enfocadas en este nivel de liderazgo. Así como se transforman las tecnologías y los comportamientos de la gente con el cambio de generaciones, así también se adaptan los procesos de trabajo en todas las jerarquías de una empresa. Como explica el artículo “A Framework For Succeeding As A First-Time CEO”, “las mentorías pueden ayudar a restablecer, aumentar la auto consciencia y limitar el impacto al momento de tomar decisiones … además de mejorar la inteligencia emocional, que está altamente correlacionada con el liderazgo eficaz”.

Quien es CEO no se encarga de decidirlo todo

Uno de los atributos más importantes de cualquier CEO es su capacidad de liderazgo. Por lo tanto, será clave para que la empresa lleve la dirección necesaria para continuar creciendo y seguir vigente en su entorno. Sin embargo, a diferencia de lo que suele verse con frecuencia en algunas empresas familiares, es imposible que una sola persona se involucre con eficiencia en todos las áreas, departamentos, procesos y acciones que ocurren en una organización. En lugar de eso, un buen CEO es capaz de identificar a los mejores talentos para que estén al frente de los varios equipos de trabajo, para delegar funciones y para una toma de decisiones más enfocada.

Por otro lado, los resultados no solo deben tener un impacto favorable en el área de dirección y los inversionistas, sino que gracias a un cambio positivo en la importancia de reconocer a todas las personas involucradas en una empresa, es necesario crear equipos “de creación de alto valor”, como se menciona en este artículo. En ellos, se mide el éxito según “la habilidad de crear simultáneamente valor para un amplio espectro de interesados”, desde miembros del Consejo, hasta los empleados que tratan directamente con los clientes. 

Finalmente, esto implica también una manera eficiente de enterarse de los aspectos clave del negocio. Ya que no se trata de estar al tanto de las minucias del día a día, quien se convierte en CEO deberá confiar en los reportes que su equipo le entregue de manera periódica para estar al tanto de lo que ocurre en la empresa, y así tomar decisiones estratégicas bien sustentadas en los datos que tiene al alcance.

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Una vez que eres CEO, ya no hay jefes

Esta es una idea errónea muy común. ¿Quién puede estar arriba del puesto de CEO? Pero cuando alguien toma ese rol, se da cuenta rápidamente de que en vez de tener una persona como coordinadora o dos jefes inmediatos, la cosa se pone más compleja. Hablo, por supuesto, de las interacciones que tendrá con el Consejo de Administración, con quien deberá trabajar de forma cercana para el beneficio de toda la empresa.

Quien funja de CEO será quien tenga todo el conocimiento y la experiencia detallada para que el Consejo se entere de los pormenores de una organización y la industria donde se desarrolla. Harvard Business Review lo pinta muy bien en el artículo “Seven Surprises For New ceos”: “lo peor que puede ocurrir a la relación con el Consejo es que los integrantes se sientan desinformados o sorprendidos. Ya que los integrantes de los consejos tienen muchas peticiones en su trabajo, la información se les debe transmitir de manera sencilla y comprensible”.

Y no nos olvidemos del resto de la empresa. Como bien se repite en las historias de Spider-Man: “un gran poder conlleva grandes responsabilidades”. Lo que significa que, no importa cuándo o cómo, lo que dice y hace alguien en el puesto de CEO se amplifica y toma una dimensión más importante, más simbólica. De pronto, el puesto de CEO es la cara de la organización para el resto del mundo, es un reflejo de los valores del negocio y la marca. “El modo en que hables, en que te comportes, el tipo de decisiones financieras que tomes dentro y fuera del trabajo: todas esto envía un mensaje a las personas que trabajan para ti”, menciona Gary Pain en el artículo que mencioné en el punto anterior. 

Es decir, un CEO sigue teniendo jefes, y son, con razón, bastante exigentes.

La mejor manera de comenzar el primer día como CEO es poniendo atención

Otro error es pensar que al llegar un nuevo CEO es necesario barrer con todo. Esto puede ser contraproducente, porque enviaría la señal de que no hay intención de reconocer el buen trabajo que ya existe, sino que se desea marcar territorio como si fuera un motín de guerra. Si la persona que ocupa el puesto de CEO es externa, el efecto será peor. Es mejor idea invertir los primeros meses hablando con quienes ocupan lugares clave en la organización para conocer de primera mano sus procesos, en dónde se encuentra, cuáles han sido sus más recientes logros y cuáles son los retos por venir.

En “A Guide For CEOs —11 Ways To Make An Impact In Your First 90 days” se sugiere que es mejor que “guardes tus ideas, opiniones y perspectivas para tu diario personal, que luego te será útil cuando sea momento de involucrarse de nuevo con tu equipo”.

Finalmente, es vital recordar que la humildad ayuda bastante para revisar decisiones o medidas difíciles que deberán tomarse. Eso implica apoyarse en el talento del equipo de líderes, miembros del Consejo, mentorías que garanticen crecimiento personal y profesional continuo. Es decir: recordar que se sigue siendo humano y, por lo tanto, capaz de aprender algo nuevo cada día.

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Contacto:

Mauricio Brizuela Arce, Presidente del Consejo de Administración y Socio Director de Salles Sainz Grant Thornton

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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