En octubre de 2013 apareció en YouTube el teaser de un pequeño y misterioso videojuego independiente, como tantos que surgen todo el tiempo, y que otros tantos desaparecen en el olvido. El video estaba en la cuenta de un pequeño estudio de desarrollo canadiense llamado StudioMDHR Entertainment, que anunciaba: “Un híbrido entre juego de pelea y run and gun, dibujado y entintado en el estilo de los años 1930. Espéralo en 2014.” Ese juego era el ahora mítico Cuphead (Xbox One / Windows, 2017), que tardó todavía tres años más de lo prometido en llegar al público. Durante todo este tiempo, este pequeño proyecto iniciado por un dúo de los hermanos Jared y Chad Moldenhauer se transformó en uno de los juegos exclusivos para las plataformas de Microsoft más esperados de los últimos años. Personalmente, este juego fue la razón por la cual compré mi Xbox One. La premisa del juego es bastante simple pero peculiar: los hermanos Cuphead y Mugman son dos personajes caricaturescos con cabeza de… tazas, que viven pacíficamente en un lugar llamado Inkwell Isle, pero un día se alejan de casa y terminan en el casino del mismo diablo, donde pierden sus almas en una apuesta. Entonces, el diablo les da la opción de salvarse, siempre y cuando recolecten las almas de sus demás deudores, por lo que estos hermanos se arman para salir al combate y forzar a una serie de extravagantes personajes a que paguen sus deudas. Por esto es que básicamente el juego completo se trata de batallas contra jefes, con algunos pequeños niveles extra. Como se anunciaba desde el principio, éste es un videojuego de estilo run and gun, y toma muchos elementos de la tradición marcada por series clásicas como Contra o Metal Slug. Cuphead es acción frenética de plataformas y disparos con un demandante nivel de precisión y paciencia. Lo primero que notamos es que, en efecto, está hecho mediante un proceso de animación artesanal y meticuloso: artistas dibujan a mano cuadro por cuadro de los personajes, para luego colorearlos también a mano, de la misma forma en que están hechos sus bellos fondos de acuarela. Luego cada cuadro es digitalizado y animado para crear el movimiento de los personajes, objeto y demás detalles en el juego. La declaración de que el Cuphead está hecho en el estilo de los treinta no sólo se refiere a su proceso de creación manual, sino al estilo mismo de los personajes, movimientos e incluso la música. Pensemos en la caricaturas clásicas de Walt Disney, Fleischer Studios, o Van Beuren Studios: Oswald the Lucky Rabbit, Mickey Mouse, Betty Boop, Popeye, o el Gato Félix, por mencionar algunos de los más populares. Nos movemos por un mapa similar al de Super Mario World, donde encontraremos acceso a cada uno de los niveles, a los jefes y a las áreas especiales para comprar power ups. El juego puede jugarse en modo solitario controlando sólo a Cuphead, o en cooperativo, usando también a su hermano Mugman. Para derrotar a cada jefe debemos básicamente saltar, disparar y esquivar, pero hay otras habilidades extra, que requieren ser desbloqueadas o de la habilidad de los jugadores para ejecutarse. Al enfrentarnos con un jefe necesitamos descifrar sus patrones de ataque, ritmo y puntos débiles, para saber cuándo y cómo dispararle. Cada batalla se divide en fases, en las que los jefes se hacen más grandes, rápidos, o agresivos, y se van transformado o rotando con otros personajes. Durante los enfrentamientos no hay una barra que nos muestre el nivel de salud de los enemigos, lo cual hace un poco más emocionante (y estresante) la batalla, ya que no sabemos cuánto falta para vencerlo. Sin embargo, cuando nos eliminan, se muestra un pequeño letrero que indica qué tanto nos faltaba para ganarle. Si consideramos a Cuphead únicamente por sus mecánicas, tenemos un juego de disparos y plataformas bastante sólido. Los enfrentamientos son bastante creativos y diversos, siempre encontrando maneras distintas de retarnos con distintos ritmos, patrones, y distancias. A veces peleamos en una escena estática, a veces en el mar, a veces sobre plataformas en el cielo, o a veces disparando desde pequeños aviones. El juego tiene un gran nivel de dificultad para los estándares modernos, pero nada que no se pueda vencer con paciencia; además, Cuphead da la opción de jugarlo en dificultad normal o simplificada. Donde el juego destaca magníficamente entre número de títulos que sale cada año es en su original y bello diseño de arte. No se trata meramente de que haya sido hecho a mano, sino del abrumador nivel de detalles y pequeños guiños que encontramos en cada cuadro. Desde la forma en que se mueven los personajes, hasta su diseño, las paletas de colores, los trazos con aberración cromática, la animación de polvo o de explosiones, hay una infinidad de minucias que funcionan en conjunto para dar la sensación de que realmente estamos jugando una caricatura de los treinta. Los enemigos y las situaciones en las que nos coloca Cuphead van de lo extravagante a lo demencial y oscuro. Peleamos contra un genio en una alfombra voladora, contra ranas boxeadoras en un club de jazz con comensales, meseros y bailarinas; contra flores y hortalizas monstruosas, máquinas de dulces, pastelillos, un científico loco dentro de un robot gigante en una ciudad destruida, atracciones mecánicas en un parque de diversiones, un avión sobre un monociclo volador, una sirena en medio del mar, y muchos otros más enemigos de lo más colorido. La lista es extensa, y a lo largo de cuatro mundos con distintos jefes tendremos muchos enfrentamientos de lo más frenético. La música es otro aspecto bastante importante, ya que durante las batallas escuchamos una banda tradicional de jazz que ameniza de forma dinámica la acción, al igual que las caricaturas que el juego emula. La banda sonora es uno de los aspectos que más contribuyen a poner el tono, emocionando al jugador y ayudándolo a concentrarse en la acción. Aunque es técnicamente posible acabarlo en menos de una hora, si ya se sabe exactamente cómo vencer a cada enemigo, un jugador promedio puede esperar unas 7 horas de juego entretenido y agitado. Además su precio es bastante accesible, costando 349 pesos para Xbox One en México, menos de la tercera parte de lo que cuesta un juego AAA completo. A pesar de las altísimas expectativas generadas durante todos estos años, Cuphead es una de las mejores exclusivas para el Xbox One y Windows, no sólo porque luce bello e impecable, sino porque es un videojuego increíblemente diseñado y logrado; es la opción perfecta para sumergirse por horas, solo en compañía, en un mundo de disparos y caricaturas excéntricas.   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @IrvingPeres Podcast: El Beastcast   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

Siguientes artículos

La banca exige aprovechar toda su inteligencia
Por

La banca debe construir experiencias híbridas entre herramientas digitales y la atención personal para satisfacer a clie...