DW.- Su nombre es Satoshi Nakamoto, y probablemente esté en algún lugar de Japón. Su existencia, sin embargo, no está probada. En cualquier caso, este misterioso creador firmó el manual de Bitcoin con ese nombre. Hasta ahora, nadie sabe si se trata de un individuo o un grupo de programadores. Su objetivo era claro: lanzar un sistema de dinero digital, para declarar superfluos a los bancos, en medio de la mayor crisis financiera. Nadie ha visto al presunto Satoshi Nakamoto en el mundo real. Cada vez que hablaba en línea, siempre usaba un perfil anónimo. La identidad del inventor de Bitcoin es probablemente uno de los mayores enigmas de Internet. Un espíritu sobre cuya sustancia se tejen mitos. Pero está claro: Satoshi Nakamoto es el padre de las monedas virtuales que se basan en el principio de una “cadena de bloques”.
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¿Y cómo funciona? El principio es simple y más fácil de entender cuando se mira el punto débil del actual sistema monetario: siempre se necesita un tercero, un banco o un banco central, que confirma que el dinero está disponible y que el usuario puede cambiarlo. Una cuenta en una caja de ahorros o un banco asegura que se pueda realizar un pago de alquiler o que cualquier cantidad de dinero pueda cambiar de dueño. En última instancia, el banco central asegura que el dinero realmente existe. El inventor de Bitcoin veía justo aquí el problema: siempre se necesita una tercera instancia para generar confianza, para garantizar que el mismo dinero no se puede gastar dos veces. Satoshi evita este problema con la tecnología de Bitcoin. La solución es: no confiamos en el régimen de una tercera instancia, sino que actuamos públicamente: todos los participantes del sistema monetario Bitcoin tienen la misma información sobre la distribución del dinero: cada participante la ve en todo momento en su computadora. Blockchain y sus beneficios para el marketing El “blockchain” es una red donde todos los involucrados usan el mismo software. Este software almacena información sobre la distribución de Bitcoins en bloques. Si se realiza una nueva transacción, se empaqueta junto con todas las anteriores en un nuevo bloque, y se adjunta a los bloques existentes. Por razones de seguridad, los bloques están encriptados. Estos bloques alineados forman una cadena, de ahí el nombre de “blockchain”. Dado que todos los participantes tienen igual acceso a la información dentro de la red y pueden verificarla, la “Cadena de Bloques” se considera segura: quien quiera manipularla, tendría que manipular el historial encadenado de las transacciones en todas las computadoras. Y eso está prácticamente excluido, hasta hoy. Seguridad y consumo de energía En el nuevo y bello mundo digital nada es gratis. Mientras en el mundo real los bancos deben usar muchas personas y recursos para garantizar la seguridad del sistema, las transacciones de Bitcoin consumen grandes cantidades de energía. Responsables de esto son los llamados “mineros”. Estas computadoras tienen que resolver ciertos rompecabezas. La más rápida adjunta un bloque de datos a la cadena. El esfuerzo de cálculo es recompensado en Bitcoins. Un investigador holandés ha calculado que la “extracción” de Bitcoins gasta el equivalente al consumo anual de energía de Irlanda. Pero la falta de un banco central es también un inconveniente: no hay ninguna instancia que vele por la estabilidad de los precios. Los inversionistas lo experimentaron dolorosamente en 2017 cuando el precio de Bitcoin se disparó a 20,000 dólares a fines del año, para luego caer intempestivamente. Finalmente, los criminales también pueden usar el anonimato del sistema para hacer negocios ilegales. ¿Puedo usar la tecnología si no tengo Bitcoins? La tecnología “Blockchain” también se puede utilizar en menor escala. Y eso es lo que muchas empresas están buscando hacer. Algunas buscan ponerle un “sello blockchain” a sus productos a prueba de falsificaciones. Esto está siendo probado por compañías farmacéuticas como Merck. Las criptomonedas son inviables para sustituir al euro (por ahora) Aseguradoras como Axa diseñan contratos a prueba de falsificaciones sobre la base de la tecnología Blockchain, que pueden vincularse a un cumplimiento automático. El sistema verifica autónomamente las demoras de vuelo, por ejemplo, y reacciona tan pronto como un vuelo se retrasa más de dos horas. El cliente no tiene que informar nada ni iniciar nada: la compensación se procesa automáticamente, según lo definido en el contrato, en euros, no en Bitcoins. Por Mischa Eberhart Este contenido se publicó originalmente en DW.COM y puedes ver esa nota haciendo click en el logo:  

 

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