Visitar el pabellón infantil en los hospitales del país puede resultar una tarea rutinaria para cualquier médico o pasante de medicina, tratar con niños enfermos de cáncer o con alguna enfermedad terminal, demanda tener sangre fría y dejar los sentimientos a un lado. Afortunadamente, siempre existe una excepción. Joanne Joloy es una joven médico cirujano con especialidad en gestión sanitaria empresarial y una maestría en Dirección de instituciones de salud. Esta emprendedora social encontró en la enfermedad de sus pacientes infantiles la motivación para ayudar a esas pequeñas personitas que tienen para sí el tesoro más preciado del ser humano: el de ser niños. Con apenas 26 años, Joanne además de dedicarse a construir los sueños de los niños que padecen enfermedades crónicas o están etapas terminales, es una voluntaria de la ONG Cadena (Comité de Ayuda en Desastres Naturales de la comunidad judía en México) y con la Cruz Roja colabora como voluntaria dos o tres veces por semana en las ambulancias de la benemérita institución, y además se da tiempo para operar su fundación “Ya Respondiste”, dedicada a ayudar a los niños. Eterna enamorada de los niños, la doctora Joloy confiesa, en entrevista para Forbes, que “todos los niños tienen una esencia increíble que siempre te enganchan”. Cuando viajo como voluntaria de la ONG Cadena a una zona de desastre, mi primer objetivo es la atención de los niños, para procurarles aunque sea por pocos días el cuidado que les ayude a sobrellevar la tragedia por la que atraviesan. Te puede interesar: Niños mexicanos podrán aprender a desarrollar tecnología jugando

(Fotos: Joanne Joloy Del Moral.)

En su época de pasante, durante una visita a un pabellón de niños en el hospital del Niño de Toluca, conoció a Daniela, una niña de cinco años que padece mucopolisacaridosis tipo 1, enfermedad conocida como síndrome de Hurler. Una característica de esta enfermedad es que quien la padece tiene apariencia de ogrito, menciona Joanne, quien relata que cuando conoció a Daniela, se enamoró inmediatamente de ella, pues la niña a pesar de su enfermedad, mantenía la energía y la candidez que caracterizan a los niños. En su enfermedad, Daniela soñaba con ser una princesa, deseo que Joanne asumió como propio y comenzó a organizar a un grupo de compañeras de estudios para hacer posible el sueño de la niña. Tuvimos que llevar muebles a su casa, decorarla, conseguimos una cama con un toldo de princesa y una cantidad de detalles y motivos relacionados con el deseo de Daniela, todo coordinado con el único objetivo de hacer realidad su sueño. “A partir de ese momento, entendí que mi vocación era realizar los sueños de los niños con enfermedades crónicas”, relata Joanne.

(Fotos: Joanne Joloy Del Moral.)

Lee: La educación financiera para niños cambia su vida como adultos Con 20 años de edad, esta emprendedora social comenzó una cruzada como realizadora de sueños: “Cumplí deseos de todo tipo, desde la organización de una fiesta de XV años, hasta llevarle a los niños, su comida favorita como comer mole o pizza”. Realizar sueños para Joanne se convirtió en una adicción. Llegó a realizar hasta tres sueños por semana y cada vez encontró más apoyo de gente que se sumaba como voluntaria para poder cumplir el deseo de los infantes con enfermedades terminales. La travesía no fue sencilla, sus profesores y doctores de prácticas, comenzaron a tratar de limitar sus actividades sociales, argumentando que éstas estaban fuera del programa académico, y que, en su opinión, desviaban su atención de la medicina por establecer lazos afectivos con los pacientes. Joanne no paró, pese a los requerimientos de sus mentores y así logró cumplir en total 64 sueños. Para Joanne, las enfermedades crónicas ayudan a los niños a convertirse en seres más maduros que los adultos, confiesa, un niño enfermo de cáncer asume con mayor entereza su padecimiento que un adulto. Ellos no pierden la esencia y siempre están sonriendo, nunca dejan de ser niños. Sin embargo, el deceso de dos de sus pacientes, la hicieron realizar un alto en su tarea de tejedora de sueños y viró su labor social hacia los niños afectados por desastres naturales. Generalmente Joanne es de las primeras voluntarias en subirse a un avión cuando hay una catástrofe natural ya sea en México o en algún otro país del mundo. Al lugar que llegue, me enfoco en reunir a los niños para hacerles una revisión médica primero, y posteriormente organizarles actividades que les distraigan del desastre de su entorno, menciona la joven emprendedora. En Filipinas, luego del desastre del tifón “Haya”, logré que después de 12 horas, me consiguieran dulces y pelotas para los niños de la población en la que estuve trabajando, relata.

(Fotos: Joanne Joloy Del Moral.)

“Hoy día, cuando viajo a una zona de desastre, lo primero que me aseguro en llevar son dulces. Con ellos, logró transformar la realidad de los niños, les regalo paletas, y juntos, saboreamos los caramelos, para luego enseñarnos las lenguas pintadas de azul, momento que aprovecho para contarles, que eso nos da el poder de que tiene Superman y nos ayuda a tener la fortaleza para superar el entorno que les rodea”. ¡Todos somos Superman! Y salimos corriendo con la única finalidad de hacerles pasar unos días felices. Me gusta ver a un niño feliz sonreír, aún en la peor de las adversidades, no concibo a un niño triste, por ello me gustaría poder inculcarles la cultura del voluntariado, considera que, si los niños aprenden a ayudarse entre sí, en el futuro tendremos una sociedad más justa y más solidaria. Los adultos pierden la esencia de su niñez, la olvidan. Están tan ensimismados, que se les olvida sonreír, si no queremos perder la esencia infantil, siempre debemos estar rodeados de niños, ellos siempre están sonriendo, eso le devuelve la alegría de vivir a los La doctora Joloy está convencida de que la medicina no se remite a tratamientos y suministro de medicamentos, considera que la recuperación de los pacientes, comienza con un trato más humano y es en los niños donde se puede encontrar la fórmula para replicar un tratamiento que ayude a las personas a recuperarse de la enfermedad que adolecen. También puedes leer: Apple quiere que los niños aprendan programando

 

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