Con 1,200 millones de dólares (mdd), John Rockefeller se convirtió en el primer millonario en ocupar el número uno de la lista “Billionaires”, de Forbes, en 1918. Los sectores que, en ese tiempo, concentraban la riqueza estadounidense eran petróleo, acero y trenes.

Hoy, con 4% de las acciones de Amazon, MacKenzie Scott ostenta una fortuna superior a la de Jack Ma, fundador de Alibaba. Otro ejemplo de un perfil que antes no resultaba obvio en la lista de millonarios es el desertor de Harvard, Mark Zuckerberg, quien, con 36 años y a partir de una red social, cuenta ya con más dinero que el legendario Warren Buffett.

Rockefeller tal vez no habría creído si alguien le dijera que las más grandes fortunas se concentrarían, 100 años después, en sectores como el e-commerce (Amazon), aeroespacial (SpaceX), de software (Microsoft) o redes sociales (Facebook).

La narrativa cambia. En sus inicios, Forbes tenía por nombre Forbes: Dedicado a los hacedores y a los hechos (Forbes: Devoted to Doers and Doings, en inglés). Con el paso de los años, Forbes se ha convertido en una publicación que celebra la conformación de riqueza, sí, pero también da cuenta de los más innovadores y disruptivos modelos de negocio.

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El estudio “Billionaires Report 2020”, elaborado por UBS, explica que la pandemia se convirtió en una dura prueba para los concentradores de riqueza alrededor del mundo.

Entre los resultados, destaca una clara tendencia a la disrupción. Las fortunas se polarizaron como negocios; los innovadores y los disruptores despliegan tecnología para estar entre los líderes de la revolución económica actual. “Durante 2018, 2019 y los primeros siete meses de 2020, emprendedores en tecnología, salud y los sectores industriales se adelantaron. La tormenta Covid-19 aceleró la divergencia”, señala el documento.

En el pasado, las figuras de los billionaires se concebían como hombres (en su mayoría, blancos) con ropas lujosas y que se conducían con protocolos excéntricos y ostentosos. Hoy, quienes llevan la delantera en la lista de millonarios suelen vestir ropa sencilla y valorar la privacidad en su entorno familiar. El perfil, según UBS, se encamina más hacia figuras como científicos, programadores e ingenieros, que son quienes están revolucionando las industrias a una velocidad nunca antes vista.

“La esfera se extiende desde la tecnología hacia otros sectores, como el de cuidado de la salud, donde la disrupción tocará varios aspectos de la economía. Con la aplicación de tecnología emergente para liderar cambios, muchos de estos perfiles se están convirtiendo en billionaires”.

Joseph Schumpeter, el economista austriaco que introdujo el concepto de emprendimiento y teoría de la destrucción creativa, afirma que la función de los emprendedores es reformar o revolucionar el patrón de producción mediante la explotación de una invención o, de manera más general, una no probada posibilidad tecnológica para producir una nueva mercancía o servicio.

El estudio de UBS anticipa que, una vez que la contingencia por Covid-19 quede en el pasado, una nueva generación de innovadores multimillonarios va a desempeñar un papel fundamental en la reparación del daño que ha causado la pandemia en la economía y en el ambiente.

¿Sus herramientas? Un repertorio creciente de tecnología emergente. La innovación se encargará de digitalizar refrescar y revolucionar la economía.

“Ya sea intencionalmente o no, esto tiene el potencial para ayudar a tender puentes financieros, sociales y ambientales”, señala el reporte.

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El panorama de los billionaires en México

Este año, Elon Musk (y la efervescencia en la valuación de su empresa aeroespacial SpaceX) se colocó de forma intermitente en el primer puesto de la lista global de “Billionaires de Forbes”.

Hace sólo 15 años, la empresa empezó a vislumbrar posibilidades reales de realizar viajes fuera del planeta; sin embargo, quien antes era visto como el fundador de PayPal, que estaba dispuesto a perder grandes sumas de dinero intentando diseñar un cohete espacial, hoy es conocido como uno de los más grandes disruptores de la carrera espacial… y multimillonario.

En México el panorama es un tanto distinto. De los 36 millonarios mexicanos en la lista de 2021, sólo uno tuvo una baja en sus caudales. En promedio, el avance en las fortunas de los empresarios más ricos fue de 24%. Claro, son buenas noticias, considerando que la economía disminuyó más de 8% en 2020. Sin embargo, en la lista nacional destacan un par de factores: ninguna de las compañías de estos millonarios se dedica al desarrollo tecnológico ni es de reciente creación.

LAS EMPRESAS FAMILIARES

Más de la mitad de las posiciones en la lista corresponden no a personajes en solitario, sino a familias. Cuatro de ellas involucran a las familias controladoras de Arca, una de las principales embotelladoras de Coca-Cola.

En el país, ocho de cada 10 empresas son firmas familiares, pero sólo cerca del 30% logra llegar a una segunda generación y, de ellas, nada más 10 o 15% sobrevive a una tercera generación.

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¿Por qué, si existen tantas empresas familiares, hay tan pocas firmas billionaires? Para Ricardo Aparicio Castillo, director del Centro de Investigación para Familias de Empresarios, CIFEM | BBVA, de IPADE Business School, uno de los principales retos radica en la supervivencia y la dirección del fundador mientras esté a cargo.

“Hay organizaciones en las que el fundador es quien crea la empresa, la hace crecer, la dirige y tiene el poder de decisión. Es un estilo centralista y paternalista. En las empresas familiares, siempre es un reto resolver y separar los roles, definir si eres jefe o eres papá”.

Otro de los retos para que las empresas familiares se conviertan en empresas de alto desempeño es la necesidad de conformar una dirección que esté abierta a cambios y a un nuevo aprendizaje.

“Hay que distinguir la propiedad de la capacidad de dirección. Ser propietario no te capacita automáticamente para tomar todas las decisiones. Otras áreas de oportunidad son la mezcla de flujos personales con los de la compañía. Esto genera desequilibrios y cuando, por alguna causa, el líder desaparece de manera súbita, la empresa tiene pocas probabilidades de salir a flote”, señala el especialista.

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La sucesión es, generalmente, la prueba más dura. Ricardo Aparicio explica que, cuando existe una institucionalización, es más sencillo enfrentar la muerte o el retiro del fundador, a través de procesos de transición; en cambio, el factor emocional y las relaciones familiares juegan siempre un papel decisivo en las firmas.

“Una de las cuestiones fundamentales, y que debe cultivarse antes incluso de pensar en la sucesión, es aprender a manejar los conflictos que tienen una raíz emocional. Existen emociones, como la soberbia, la autoestimación, la envidia… Dejar crecer estas emociones genera trampas y confusiones. Ser socio de la familia debe ser una decisión pensada. Debe haber un afecto societario”.

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Dicho de otro modo: las familias están basadas en una relación incondicional que tiene como fin preservar unido al grupo a través de lazos afectivos. El sistema empresarial tiene fines comerciales, o de innovación, objetivos, y tiene una relación que debe ser condicional y en función de la aportación de los miembros al crecimiento del negocio.

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El mayor reto de las compañías familiares consiste, generalmente, en sobrevivir a su fundador. Sin embargo, en ese mismo escenario, las empresas deben lidiar con los retos del entorno.

“Las firmas, todas, están sujetas a un entorno que exige renovación, innovación, tecnificación. La evolución es una exigencia. Sin embargo, sí vemos que durante la pandemia hubo una mejor resistencia en las empresas familiares que aplicaron estrategias más conservadoras y tenían liquidez para poner en marcha estrategias urgentes. Hacia el futuro, el mayor reto de las empresas es navegar entre una actitud pasiva y estar atentas a las señales que permitan anticipar cambios”, añade.

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