Desigualdad en Mexico

De acuerdo con cifras de Oxfam México, en el país, la desigualdad indica que el 1% más rico tiene más de ocho veces la cantidad de riqueza que los 62 millones de personas en situación de pobreza por ingresos.

Es muy común hacer una diferenciación entre pobres y ricos cuando se habla de desigualdad, pero, si se analiza más de cerca, ¿qué tanta responsabilidad tienen, en este escenario, los más ricos?

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En opinión de Roberto Vélez Grajales, director ejecutivo del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), la desigualdad es un tema que no puede verse en blanco y negro, ni en cuanto a causas, ni en cuanto a su posible solución.

“Los problemas de movilidad social y desigualdad no se pueden abordar desde un punto de vista de culpables y víctimas, porque es un problema sistémico. Tenemos que olvidar el blanco y negro. Cuando hablamos de la iniciativa privada, lo que corresponde es que, en el esquema fiscal, los que tienen más, aporten más; es necesario que exista un sistema progresivo para que no haya ‘accidentes de cuna’ y la movilidad social no esté determinada por el lugar donde se nace.

A la iniciativa privada, a los millonarios, les toca reconocer la desigualdad en México y estar dispuestos a aportar todavía más”, señala.

MOVILIDAD SOCIAL

De acuerdo con el estudio “Legados de desigualdad”, publicado por El Colegio de México, en el país, si una persona proviene de un hogar en situación de pobreza, tiene una alta probabilidad de permanecer en un estrato similar cuando alcance la edad adulta; en tanto, las personas nacidas en el grupo de mayor acceso a bienes y servicios, tienen una alta probabilidad de mantener una posición de ventaja en la edad adulta.

“Observamos que 52.9% de los hijos de padres con mayor acceso a bienes y servicios permanece en ese mismo grupo, y casi 80% de ellos se mantiene por lo menos en el 40% de mayor disponibilidad”, apunta el citado documento.

Para las personas de menores ingresos, el principal problema no es que existan personas que acumulan demasiada riqueza, sino que nacen en un sistema que propicia una mayor brecha de desigualdad en México.

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A mediados de marzo, el CEEY publicó, en alianza con la Agencia Francesa para el Desarrollo (AFD), la¡ Unión Europea y El Colegio de México, un estudio sobre movilidad social, vista desde la perspectiva de cada uno de los estados de la República.

Entre las conclusiones, destaca que 60% de la desigualdad en México se trasmite de una generación a otra, y el porcentaje de personas que viven en pobreza no se ha reducido de manera sustancial en los últimos 25 años.

Para Roberto Vélez, del CEEY, los factores que impiden que la gente tenga una mayor movilidad social están relacionados con tres esferas: empleo juvenil, hacinamiento y crecimiento económico.

Desigualdad en México
Foto: Frédéric Soltan/Corbis via Getty Images

En materia de empleo juvenil, destaca que, entre más jóvenes se integren las personas al mercado laboral, más posibilidades hay de que no se concrete el ciclo educativo y se tengan menos oportunidades de desarrollar una trayectoria salarial en ascenso.

“Quienes se integran muy jóvenes al mercado laboral lo hacen porque dejan la escuela. Esta población pierde la oportunidad de tener un retorno salarial a la educación, que inicia después de la preparatoria. Como trabajadores, alcanzan pronto un pico salarial y empiezan un descenso, generalmente orientado a trabajos en la informalidad, sin seguro social y sin posibilidades de jubilación”, explica Vélez.

En cuanto al hacinamiento, el investigador señala que este factor se relaciona con la falta de infraestructura básica, como vivienda o servicios básicos, que orillan a que las personas vivan en condiciones de sobrepoblación al interior de los hogares, sobre todo en comunidades marginadas.

En materia de percepción, existe una polarización del concepto de riqueza. Los mexicanos tienen una perspectiva clara de los niveles de pobreza en el país, pues estiman que 40% de las personas tiene un ingreso de 2,548 pesos al mes.

En la realidad, apunta el estudio, un 59% de mexicanos tiene este ingreso mensual, en promedio.

Por el contrario, los mexicanos consideran que el ingreso mínimo para ser ricos es de 38,248 pesos, y existe una percepción generalizada de que 35%de las personas tiene esas percepciones de manera mensual, cuando es apenas el 1% de la población el que alcanza ese nivel de ingresos.

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Esa percepción juega en contra, al momento de buscar el adecuado diseño de un sistema fiscal más progresivo, pues la posibilidad de alcanzar la “riqueza” se sobreestima.

“Los mexicanos creemos vivir en una sociedad con más oportunidades de movilidad social de las que realmente existen”, señala el documento.
Para Oxfam, parte del problema de acumulación versus pobreza recae en la brecha de género.

“La acumulación extrema está construida sobre miles de millones de horas de trabajo de cuidados que mujeres y niñas llevan a cabo. Es decir, la desigualdad en México es consecuencia de un sistema económico injusto y patriarcal que favorece a unos cuantos, a costa del trabajo gratuito o mal remunerado de millones de mujeres que cuidan a personas en situación de dependencia y se encargan de las actividades básicas para que las personas, regularmente hombres, se desempeñen laboralmente”, señala el organismo.

CORONAVIRUS, UN FACTOR DE RIESGO PARA LA DESIGUALDAD EN MÉXICO

De acuerdo con la encuestadora De las Heras Demotecnia, en México, 40% de la población se considera como clase media; sin embargo, Carlos Brown Solà, economista de la Iniciativa por el Sur Urbano (SUR), afirma que sólo uno de cada cinco mexicanos puede considerarse no vulnerable en ingresos.

La última medición de pobreza de Coneval arroja que son 27 millones de personas las que pueden ocupar esta clasificación, que agrupa a la gente que no es pobre y que no es vulnerable a ser pobre en caso de perder su ingreso de manera repentina.

En tanto, 8.6 millones de personas resultan vulnerables por ingreso, es decir, se enfrentarían a un choque catastrófico en finanzas si perdieran su principal fuente de ingresos.

Desigualdad en México
Foto: Angélica Escobar



Los indicadores de vulnerabilidad hablan de que, en caso de pérdida de empleos por la contingencia sanitaria, derivada del contagio de coronavirus Covid-19, las líneas de pobreza se desdibujarían.

“La desigualdad es causa y consecuencia ante el panorama que enfrentamos con el coronavirus. Las personas de menores ingresos son las más propensas a tener condiciones preexistentes que compliquen el padecimiento. También están en el campo de menores ingresos las personas de mayor edad y serán, asimismo, los más pobres los que tengan las afectaciones patrimoniales más profundas en caso de caer enfermos”, advierte Brown Solà.

Los datos apuntan a que un 72% de los individuos está en una condición de vulnerabilidad en servicios sociales, es decir: siete de cada 10 personas no tienen acceso a servicios médicos públicos.

“La crisis que estamos atravesando va a revelar qué tan necesarios son los puestos de trabajo precarios. De cierta forma, esto nos va a ayudar a darnos cuenta de que la informalidad no es sólo un tema de recaudación, sino de derechos y acceso a servicios públicos”.

Para Roberto Vélez, el principal riesgo ante la contingencia sanitaria es que los efectos económicos sean generacionales.

“Si vemos el antecedente de la influenza AH1N1 con la población vulnerable afectada, y [también a] los afectados de menores ingresos del sismo de 2017, nos damos cuenta de que los efectos no fueron coyunturales, sino permanentes. Debemos tener consciencia de que los choques tienen efectos más profundos sobre la población más vulnerable. Ahí se deben concentrar las medidas de apoyo”, afirma.

UNA SOLUCIÓN DE LARGO PLAZO

Carlos Brown y Roberto Vélez coinciden en que el combate a la desigualdad pasa por un sistema tributario más progresivo, donde la población de mayores ingresos aporte más, así como por la construcción de políticas adecuadas de redistribución.

No debemos satanizar las transferencias, porque son necesarias; buena parte de la desigualdad se origina por la falta de liquidez en las familias, pero las políticas deben estar orientadas a generar pisos mínimos en salud, educación y empleo de calidad.

Se habla, por ejemplo, de construir mucha infraestructura para reactivar la economía en el corto plazo. Lo cierto es que sí hay un efecto de crecimiento y empleo, pero no se generan efectos de largo plazo en materia de capital humano.

La estrategia debe ser integral o no funcionará”, advierte Roberto Vélez.
Desde la perspectiva de Carlos Brown, la crisis económica derivada del coronavirus Covid-19, sumada a la desaceleración económica que ya se presentaba, tendrá que abrir la puerta a una nueva discusión sobre desigualdad. “Será importante que se recaude de manera adecuada y progresiva.

La contingencia sanitaria ayudará a visualizar la línea donde está el grupo más pequeño que debería pagar más, y donde están los informales que no pueden parar la actividad económica. Es una discusión que debe empezar pronto. No sabemos si pueda tener una conclusión en el mediano plazo”, añade.

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