En los últimos meses, me han preguntado en varias ocasiones cómo las medidas tomadas por los gobiernos para combatir el coronavirus afectarán nuestra privacidad y la seguridad de los datos personales. Es una pregunta importante, así que decidí compartir mis pensamientos con los lectores de Forbes.

En primer lugar, los estándares de privacidad en cada país en particular son el producto de una larga evolución histórica. Para algunos países, como Estados Unidos, comenzó con la prohibición de escuchas clandestinas en 1769; en Francia, fue la prohibición de la publicación de datos privados, que entró en vigor en 1858. Y en Rusia, por ejemplo, en 1845, se estableció la responsabilidad penal por violar la confidencialidad de la correspondencia, las conversaciones telefónicas y las comunicaciones telegráficas. Sin embargo, al día de hoy, algunos países todavía no tienen una definición legal vinculante de privacidad; Gran Bretaña y Australia, por ejemplo. Entonces, cuando hablamos de medidas de privacidad, debemos tener en cuenta que, en cada país, están determinadas por su historia y cultura, y, desafortunadamente, no podemos hablar de una solución común para todo el mundo.

Las nuevas tecnologías y su desarrollo también siempre han estado relacionados con problemas de privacidad. Hay muchas nuevas tecnologías, servicios y sistemas que realmente disfrutamos y nos hacen la vida mucho más fácil, pero de hecho afectan nuestra privacidad. Por ejemplo, las tarjetas de crédito o la matrícula de su automóvil: cuando se inventaron, no había problemas con su privacidad, pero ahora tenemos escáneres de matrículas que rastrean su ubicación y velocidad; y tarjetas de crédito, que dan a los bancos acceso a información adicional sobre nuestro paradero y hábitos. Estas son las desventajas de la tecnología.

Y, por supuesto, a medida que Internet se desarrolló, sus primeros usuarios y los primeros ciber-hooligans descubrieron que la red les proporciona un anonimato muy relativo. Nunca fue muy difícil encontrar un usuario específico, pero en los albores de Internet, nadie tenía realmente una razón para hacerlo. Sin embargo, con el crecimiento de la potencia informática, resultó que: a) un usuario de Internet crea una gran cantidad de información en el proceso de uso de la red; b) esta información se vuelve fácil de recopilar y almacenar a bajo costo; y c) el procesamiento de la información puede ser muy rentable, y cuanto mayor sea el nivel de personalización, más costosa será la información.

Al mismo tiempo, la comunicación móvil se estaba desarrollando rápidamente y los operadores móviles obtuvieron automáticamente información sobre el paradero exacto de sus usuarios. Hoy en día, los usuarios de dispositivos móviles e Internet proporcionan voluntariamente sus datos a cambio de servicios “gratuitos” de operadores y proveedores, a menudo sin tener idea de cuánta información se les transmite a terceros, un hábito muy desactualizado en mi opinión. El modelo económico actual implica la recopilación constante de información sobre la vida privada de los usuarios. Te guste o no.

¿Y dónde está el Estado en esta agitación de la privacidad? ¡El Gran Hermano nos está vigilando, como todos sabemos! La función básica del Estado es garantizar la seguridad, y para hacer esto, todos los Estados recopilan y analizan constantemente datos personales. El reclutamiento, la recaudación de impuestos, la emisión de pasaportes, el registro de matrimonios, la investigación de delitos, el espionaje y el análisis epidemiológico son razones diferentes para recopilar y analizar nuestros datos privados.

Los gobiernos poseen los poderes más amplios y la capacidad de “cuidar” de sus ciudadanos. Por ejemplo, hay hasta 17 agencias de inteligencia diferentes trabajando en los Estados Unidos, cada una de las cuales recopila, almacena y analiza enormes cantidades de datos personales. Mientras, en el Reino Unido, están discutiendo el tema de expandir la lista de organizaciones gubernamentales que pueden acceder al tráfico de usuarios sin una orden judicial (¡y ya hay más de 50 organizaciones gubernamentales de este tipo!).

Por otro lado, el Estado también está obligado a proteger los intereses de sus ciudadanos, por ejemplo (sorpresa, sorpresa), ¡su derecho a la privacidad! Es por eso que, en los últimos años, muchos países de todo el mundo han estado trabajando activamente para crear leyes que regulen la recopilación y el uso de datos personales por plataformas digitales, desde el Proyecto de Ley de Protección de Datos Personales de la India hasta el GDPR europeo. Todas estas leyes tienen como objetivo encontrar un equilibrio entre los intereses de los usuarios, las empresas y el Estado. El problema es que la tecnología y la realidad están cambiando rápidamente, mientras que las leyes cambian lentamente. Al mismo tiempo, el Estado es el mayor consumidor de información sobre la vida privada y el principal defensor de su protección.

¿Qué está sucediendo en relación con la epidemia actual? De hecho, ¡nada nuevo! No se introdujeron nuevas tecnologías que puedan cambiar radicalmente el enfoque para recopilar información sobre la privacidad durante la pandemia. Si consideramos la pandemia actual como una amenaza para la seguridad personal y pública, entonces el uso de la tecnología por parte del Estado para el monitoreo y la vigilancia no es sorprendente; por el contrario, ¡es su responsabilidad directa!

En algunas culturas, las personas comparten información con el Estado de manera más voluntaria, en otras, no tanto. Por lo tanto, los éxitos de Corea del Sur, Singapur, Taiwán y China en la lucha contra el coronavirus se deben en parte al uso activo de aplicaciones y dispositivos para buscar y prevenir el contacto con portadores del virus.

Desafortunadamente, no siempre es fácil encontrar un equilibrio entre el Estado sobrepasando sus poderes y cuidando genuinamente el bienestar de sus ciudadanos. ¿Dónde está trazada la línea? Sin embargo, en el caso de esta pandemia actual, cuando las vidas de millones de personas están en riesgo y cuando en algunos casos se trata de una posibilidad horrible de fosas comunes, si tengo la opción de elegir entre vigilancia y entierros masivos, elegiré vigilancia. Espero que sea solo un problema temporal y que cuando el mundo vuelva a la normalidad, los Estados traten los datos recopilados de manera responsable y los destruyan.

Por lo tanto, personalmente creo que la preocupación por las “medidas digitales” para combatir la epidemia es el resultado del hecho de que cada vez más usuarios comenzaron a preguntarse qué pasa con sus datos en principio. ¡Y esta es una gran tendencia! Cuanto más dependa la sociedad de la tecnología, más usuarios querrán saber quién recopila sus datos, cómo, por qué motivo y en qué medida. Muestra la necesidad de más transparencia en el mundo digital. La epidemia de coronavirus simplemente agudizó este problema, y ​​dado que superarlo implica un uso aún mayor de la tecnología moderna, es muy importante buscar respuestas y soluciones que ayuden a encontrar y mantener el mismo equilibrio de intereses.

Contacto:

**Eugene es un experto en ciberseguridad de renombre mundial y empresario. Es cofundador y Director General de Kaspersky, proveedor privado de soluciones de ciberseguridad y protección de endpoints más grande del mundo que trabaja, entre otros con la INTERPOL y Europol en temas contra el cibercrimen. 

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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