Clara, como alumna universitaria, no se ha distinguido por ser de los mejores promedios. Sin embargo, es considerada la más talentosa lectora de libros de historia de su generación. A sus 22 años le fascinan la literatura y las novelas históricas. Al inicio del semestre académico se enteró de la lamentable noticia de que el profesor de historia se había enfermado y está muy grave, casi de muerte. Por lo tanto, la administración de la Universidad tuvo que reemplazarlo y, al hacerlo, sustituyó la clase de Historia por Teoría del Estado. Evidentemente Clara se puso triste, pero decidió darle una oportunidad al nuevo profesor de nombre Dimas. Éste joven maestro de 35 años es un entusiasta de la política y los temas de Estado. Era la primera vez que impartía clases en la Universidad. Su sueño es llegar a ser asesor de algún honorable Presidente de México. 

ANTECEDENTES Y CLARA ATENCIÓN

A principios de enero del 2022, recién empezado el semestre, inició la primera clase del profesor Dimas. Algunos alumnos maloras lo apodaron: “Di-más, ni-menos”. Apodo un poco largo con intención de picardía juvenil. Dimas anunció al grupo que conversaría sobre el “Imperialismo”, para que al final de la sesión comprendieran mejor qué es el Neo-imperalismo como fenómeno político influyente, actualizado y actualizable. Inició exponiendo que la ideología del imperialismo fue identificada por importantes pensadores como Thomas Carlyle, aquel rudo crítico de la Inglaterra que insertó un severo ataque al materialismo y al utilitarismo imperantes tras el triunfo de la Revolución Industrial. O como Bertrand A. W. Russell, quien durante el siglo XIX fue un destacado activista social pacifista contra la guerra y defendió el antiimperialismo; también criticó el totalitarismo estalinista y fue un abierto defensor del desarme nuclear. Tales pensamientos o ideas, entre otras muchas, surgieron en el contexto de la doctrina Monroe, que consistía en considerar cualquier intervención europea en los destinos de los países americanos como un agravio directo a los Estados Unidos que ameritaría una respuesta inmediata y contundente.

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Dimas narró, como antecedente de su cátedra, que el imperialismo es una poderosa ideología. La idea imperial evidentemente ha ido evolucionando -dijo-, pero ha conservado una constante: “el origen divino del poder”. Éste principio se centró en un postulado favorecedor de gobernantes: “si Yo soy designado creador de todo el mundo, entonces Yo tengo que gobernar a todos…”. El profesor citó algunos ejemplos de la antigüedad: en el año 800, el rey Carlomagno fue coronado Emperador de los Romanos por el Papa León III. Éste buscaba restaurar la autoridad de la Cristiandad occidental en la figura de un nuevo líder, transfiriendo de nuevo a Roma el poder efectivo y simbólico que había perdido en favor de Constantinopla. Fue un acto de conveniencia política pues Carlomagno era el hombre que necesitaba la Cristiandad occidental frente al poder de Constantinopla. Dimas también comentó el caso de César Augusto, quien se consideró a sí mismo el favorito de los Dioses. La vida de Augusto se quiso marcar por las señales prodigiosas orientadas por la propaganda de la época para su divinización como Emperador. A estas alturas de la clase, Clara escuchaba a Dimas con total atención.

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LOS INICIOS: DINERO POR DIOS

Clara, que siempre solía sentarse hasta atrás en el salón de clases, de pronto brincó para sentarse en el único lugar libre al frente. Estaba emocionada por la cátedra del profesor Dimas, quien se desconcentró al ver a su alumna correr hacia delante. Al verla ya sentada y con actitud semejante de quien atiende el casorio de su mejor amiga, siguió adelante con la explicación. En realidad, en mi consideración -dijo-, la idea imperial se repetirá durante los siglos XIX y XX, pero cambiará de justificación y fundamento. Cambió a “Dios” por el “Dinero”. Tal imperialismo engrandeció la idea del producto del trabajo como “virtud”. Para tal efecto, se impulsaron síntomas de predestinación del poder y de superioridad cultural como fundamentos de los nuevos imperios del mundo.

El dinero pasó a ser la divinidad que justifica el poder. Hablamos de dinero en muchísima abundancia. Amasar dinero es amasar poder. Y en términos del poder y los poderosos resulta ahora evidente la evolución o transición histórica del abandono de la idea “Dios” para transformarla -más no para sustituirla- por el “Dinero”. Incluso, pensadores como Michael Ruse defienden que el darwinismo no sólo es -o fue- compatible con el cristianismo en lo esencial, sino que pudo, en cierta forma, servirle de apoyo. En este punto de la explicación las y los alumnos estaban muy atentos, incluida la bandita que apodó al profe: “Di-más, ni-menos”.

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PODEROSA NORTEAMÉRICA

El imperialismo se funda ideológicamente en que, si un pueblo es biológicamente superior, debe dominar. Esta idea de superioridad se entiende como “virtud”. Apoyada por la concepción de ser una nación con abundante dinero y recursos. Quizá bajo este contexto surgió el Imperialismo Norteamericano -dijo Dimas-. Claro está que estas ideas se complementaron con muchas otras, como el protestantismo. Nótese que los Estados Unidos de América (USA) fue también poblada por ingleses protestantes. Donde cada uno sacó adelante “su Colonia” a través del trabajo. Y por medio del trabajo se vivía y convivía en una verdadera democracia. Como resultado y producto del trabajo se descubrió el criterio de superioridad (recordemos al darwinismo). Ese sentimiento de superioridad sirvió de comparación con los entonces indios de América, a pesar de ser éstos los primeros legítimos pobladores. Tal sentimiento desencadenó la idea del: “Yo americano estoy llamado a dominar no solo a América (destino manifiesto), sino a todo el mundo”.

Durante los siglos XX y XXI el poder representado por el Dinero, y todo lo que de ello emane (poder económico y militar) engendró otro poderosísimo sentimiento “de hegemonía”: el poder dominante y dominador. Dimas continuó. La teoría del Garrote ha sido sumamente efectiva y llevada a la práctica por el Estado Norteamericano. Pero, como en todo juego de Monopoli, otras naciones se opusieron al imperialismo yanqui. Ejemplo, China y Rusia, quienes han venido advirtiendo el sistema norteamericano como una amenaza hegemónica occidental.

POLÍTICA EXPANSIONISTA-IMPERIALISTA

Analicemos otro ejemplo, dijo Dimas. En cuanto México logró consumar su independencia, iniciaron las pretensiones expansionistas estadounidenses. A partir del año 1823, fue imposible evitar el proceso de ocupación pacífica de miles de norteamericanos emigrantes, agricultores y aventureros que se establecieron en Texas (siendo todavía mexicana). Evidentemente en los años 1846-1848 se tensó el conflicto entre México y Estados Unidos declarándose la guerra entre ambas naciones. Los “americanos” vencieron a las fuerzas mexicanas en Cerro Gordo, Veracruz. Y así sucesivamente hasta ocupar el Castillo de Chapultepec, entonces corazón de la Ciudad México.

La invasión estadounidense a México concluyó con la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo, en 1848. México perdió los territorios que actualmente ocupan California, Nevada, Utah, Nuevo México, Texas, Colorado, Arizona y partes de Wyoming, Kansas y Oklahoma, y la frontera se estableció en el Río Bravo. Esa guerra es un claro ejemplo pragmático de lo que es y representa el imperialismo. Una nación poderosa, rica en recursos, que en el siglo XIX justificó su acción expansionista en aras de poder. No solo territorial, sino prácticamente total.

A estas alturas Clara seguía escuchando con atención, y advirtió que algunos compañeros empezaron a debatir en voz alta, intercambiando opiniones y acalorados puntos de vista. Máxime que en el grupo había alumnas y alumnos de diversas nacionalidades como la china, americana y europea. Las interesantes intervenciones de todas y todos continuó hasta el final de la clase. Y el profesor, satisfecho de haber puesto las bases para la deliberación, les propuso que la próxima sesión conversaría sobre el “Paneslavismo”, un movimiento nacionalista político y cultural que se basa en el sentimiento de unidad de los pueblos eslavos y que tiende a restaurar su unidad política. Evidentemente también expondremos temas de la “Revolución Bolchevique” y el “Imperialismo Soviético” del año 1950 y lo acontecido a partir de Nikita Kruschev. Clara, agradecida, se despidió de Dimas sin formalidad alguna en espera de la próxima clase.

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