Por David Salcedo Hernández
México ha firmado al menos 72 tratados internacionales relacionados con la conservación y el cuidado del medio ambiente. Además, desde 2015, destaca su participación en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que establece, de entre diversos objetivos, adoptar mejores prácticas en materia de desarrollo industrial para mitigar sus efectos.
Con la llegada del Nearshoring y el T-MEC, las actividades industriales incrementarán significativamente, en particular la manufactura y proveeduría de la cadena de suministro, por lo que se debe pensar en la sustentabilidad.
La manufactura deja millones de toneladas de Gases de Efecto Invernadero (GEI) cada año, debido a los procesos de transformación de la materia prima y a los insumos que requiere, como agua, gas, electricidad, entre otros, según el Inventario Nacional de Emisiones de Gases y Compuestos de Efecto Invernadero (INEGyCEI).
Ante esto, surge la necesidad de garantizar y regular las actividades empresariales no solo para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030, pues además, el T-MEC estipula en su capítulo 24 una serie de lineamientos y prácticas que deben cumplir los proveedores de servicios –y terceros involucrados en la cadena de producción- para comercializar libremente entre las regiones.
Criterios ESG y certificaciones
De acuerdo con Enrique Lendo, coordinador de finanzas sostenibles del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, hay al menos dos criterios para las industrias mexicanas y extranjeras con los que pueden garantizar y adoptar procesos de manejo y producción alienados al T-MEC y a los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030.
Por una parte, hay diversas certificaciones como la ISO14001, enfocada en la gestión de procesos y herramientas para generar el menor impacto; los sellos de limpieza, calidad y cuidado que expide la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa); el Green Globe, que reconoce a las empresas turísticas por sus prácticas sostenibles y responsables, o los criterios Ambiental, Social y Gobernanza (ASG o ESG, por sus siglas en inglés).
Los criterios ESG son medidas aplicables a las industrias para que administren sus recursos, prevengan la contaminación causada por los procesos, por ejemplo, en la manufactura, y disminuyan al máximo posible los impactos ambientales negativos.
“Estos criterios o certificaciones dependen de las actividades industriales, las escogen en función de sus objetivos y de lo que puede costar económicamente, sobre todo para las grandes empresas, pero hay opciones no tan costosas para la cadena de valor que se pueden ajustar a los pequeños proveedores”, señala Lendo.
Otra forma con la que las industrias pueden garantizar y adoptar procesos sostenibles para postularse como proveedores en el nearshoring, es a través de la Taxonomía Sostenible de México.
Este es un sistema coordinado por entidades federales, financieras y representantes del sector privado donde se señalan criterios para evaluar si un activo o actividad económica tienen un impacto en los objetivos ambientales.
Es decir, es un esquema que pueden usar los proveedores regionales para señalar cuáles son los efectos ambientales de sus actividades y procesos, el cual puede ser utilizado para modificar o adoptar nuevas prácticas.
“Cada empresa decidirá qué criterio escoger, si una certificación o ajustarse a la Taxonomía Sostenible, aunque en esta es muy probable que el gobierno de México no te certifique o dé un documento, yo le recomiendo a los empresarios que lo señalen en sus reportes para que los inversionistas vean que su modelo de negocio se ajusta, sobre todo pensando en el nearshoring y en las cadenas cortas”, puntualiza Lendo. El especialista señala que este es el momento ideal para certificarse, obtener sellos o usar criterios sustentables, pues los inversionistas están llegando cada vez más y van a necesitar alianzas con quienes se alinean a la meta del 2030, pero, además, porque es un requerimiento para comercializar libremente en la región.
