Por: Salvador Guerrero Chiprés*

 

Los desafíos políticos y económicos a causa de la crisis del Covid-19 son gigantes y generarán mayor incertidumbre después de abril cuando, de acuerdo con las cúpulas empresariales y segmentos medios de las empresas, se llega al límite de pago de salarios e impuestos.

El peso ha caído un 26% en lo que va del año, se estima que los primeros efectos de la convergencia de crisis sanitaria y económica harán perder 900 mil empleos y buena parte del deterioro sigue asociado a la incertidumbre internacional y, en particular, al descenso de la actividad estadounidense; el petróleo se desplomó a niveles históricos. Hace 35 años que no veíamos tal conjunción.

Nuestro vecino del norte se convirtió en el epicentro mundial de la pandemia, por lo que el reto solamente está moderado por la experiencia adquirida en estas décadas en la relación con el exterior, con la capacidad de abasto nacional y una gestión financiera más cerca del promedio de los países de la OCDE que de aquellos que no pertenecen a ella.

Dada la importancia geopolítica de México en América Latina y del debate acerca del tipo de decisiones económicas adoptadas, el mensaje del presidente Andrés Manuel López Obrador en el sentido de la transitoriedad de la crisis ayuda y habrá de completarse con la justificación de un equilibrio nuevo del uso de los recursos públicos para programas sociales y para el relanzamiento del sector privado.

Si bien se tiene registro de empresas que han cometido despidos sin sustento legal y el Gobierno ha sido puntual en su crítica a dichas medidas, que enmarcan también la reducción de salarios; el sostén económico dependerá de estrategias colaborativas de las autoridades y de los organismos empresariales que pueden modificar el escenario convencional, para este momento, que enarbolaba la 4T.

Del otro lado, nada justifica el abuso comercial en una temporada de vulnerabilidad social. Insumos y canasta básica se inflan como no ocurría con básicos desde los años 80.

Cada eslabón de las cadenas que articulan el motor económico debe activarse en un modelo apenas incipiente. La sociedad civil puede impulsar las MiPyMES o, en otras palabras, al comercio local; en la punta, será necesario que el gobierno beneficie con equidad ambos lados de la balanza: tanto el poder del empresario como el del trabajador. La necesidad de nuevas prórrogas, programas y beneficios será cada vez más imperiosa de acuerdo no solamente a los organismos cúpula sino a un enorme segmento de estratos populares y medios.

Requerimos nuevas solidaridades y un renovado y empático plan maestro.

Las fases de la epidemia son una oportunidad para demostrar que la interacción económica no puede ralentizarse y menos detenerse mucho tiempo. La difusión del consumo virtual y el servicio a domicilio, así como la conciencia plena del comprador y del empresario de que existe en la convergencia de diversas crisis y su oportunidad está en la base de lo que sigue después de mayo.

El concepto adaptación” quizá será el más importante para salvaguardar la permanencia de los empleos sin dejar de arrojarle un salvavidas fiscal a las empresas.

Adaptación y comunicación estratégica, sin pánico ni incertidumbre.

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*Salvador Guerrero Chiprés es Presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México. Doctor en Teoría Política por la Universidad de Essex, ha impulsado causas como la transparencia, la lucha contra la corrupción y el empoderamiento ciudadano en coordinación con organismos empresariales y autoridades.

TW: @guerrerochipres

 
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