Por Juan Francisco Torres Landa R.* Hace algunos días, aprovechando el fin del primer mes y viendo lo que nos depara el nuevo ejercicio 2018, me pregunté qué pasa por la mente de nuestros gobernantes al momento de definir las cosas de fondo que impactan el futuro del país. ¿Por qué les cuesta tanto trabajo hacer lo que es necesario y muchas veces obvio? ¿Qué tan complicado puede resultar hacer el bien y no seguir perpetuando malas decisiones? Para tratar de encontrar respuestas a estas interrogantes me propuse hacer una comparación de semejanzas y diferencias con el presidente. Quizá a partir de ver lo que ese contraste determine, podemos determinar el sentido real de las cosas y porqué vamos como ahora se percibe y se acredita con datos duros y muy preocupantes. Iniciemos con las similitudes con el presidente. De entrada, ambos tenemos un acta de nacimiento y pasaportes que nos acredita como mexicanos (aunque por lo que veremos abajo tenemos visiones muy distintas del país que queremos y de cómo servir al mismo). También está el hecho de ser titulares de una cédula para ejercer la profesión como licenciados en derecho (aunque en mi caso yo sí realicé mi tesis profesional sin plagio alguno). Finalmente está el hecho de haber tenido ambos problemas con la glándula tiroides (aunque dicho padecimiento en nada impacta la toma de decisiones como las que señalamos a continuación). Hasta ahí lo que encontré en común. Ahora veamos lo que nos separa. Para empezar, Enrique Peña Nieto (EPN) parece tener una visión completamente distinta en cuanto a fortalecimiento de instituciones, sobre todo lo que tiene que ver con procuración de justicia, y en particular lo relativo al Sistema Nacional Anticorrupción. Es evidente que ante la imperiosa necesidad de enaltecer el funcionamiento de estas estructuras se ha optado por simplemente omitir la modificación de la normativa para contar con una Fiscalía que sirva, y no se quiere nombrar con transparencia y solvencia a quien pueda ser el primer Fiscal General de la República y al Fiscal Anticorrupción. Dichas omisiones no pueden ser sino una muestra patente de no querer avanzar en estos rubros, algo que es imperdonable e inexplicable, salvo por el hecho de que constituye una forma burda de proteger a quienes han abusado del poder. En otro tema relacionado, el presidente ha mostrado una visión timorata en lo que a la política de drogas se refiere. Aún y cuando admitió en 2016 ante la Asamblea de la ONU que la política no servía, había generado muchos daños y que requerían explorarse otras alternativas; en los hechos se ha encargado de dinamitar los cambios de fondo para que en nuestro país se abandone la vía punitiva para tratar un problema de salud pública, tal y como se viene haciendo por un número creciente de zonas, regiones y países. Destacan en ese terreno los cambios que en materia de cannabis ya operan en más de 30 estados de la Unión Americana y que pronto ocurrirá en todo Canadá. Nos estamos quedando solos en esta pírrica contienda llamada “Guerra contra las Drogas” por una combinación miserable de mezquindad e hipocresía. Estamos convertidos ya en uno de los países más violentos y peligrosos, y aunque es obvio que la política prohibicionista es un desastre total, EPN no se atreve a tocarla ni con el pétalo de un decreto, convirtiéndolo en un cómplice directo de lo que al país le ocurre y siga acumulando en inseguridad, violencia y destrucción de la sana convivencia a la que todos tenemos derecho. En cuanto a su equipo se refiere, el presidente ha optado por mantener en sus puestos a muchas personas que han demostrado no solamente nula capacidad para generar resultados, sino además proclividad manifiesta para multiplicar problemas, escándalos y corruptelas. En ese terreno hay muchos que simplemente no dan un mínimo resultado, por ejemplo, en temas de seguridad y justicia, pero sobre todos destaca el impresentable titular de SCT, quien entre trenes, pasos exprés y carreteras de peaje, ha hecho de su cartera una fuente inagotable de corrupción, abusos y hasta muertes. El sostener a dicha persona y dejar que siga haciendo de las suyas provoca que se interprete que es porque sirve a los intereses de EPN, y nada que ver con las prioridades nacionales. Pasando a otra área de diferencias, y reconociendo que me gustaría incrementar mi preparación (particularmente en estos tiempos en que los cambios tecnológicos y de conocimiento sufren un cambio vertiginoso y permanente), es cierto que me gusta leer e informarme bien, sobre todo en función de las cosas que voy a hacer o personas que voy a tratar. Por ello me resulta incomprensible que el presidente cometa pifias que denoten una muy reducida capacidad literaria, errores elementales de lenguaje básico (el famoso “volvido”), de geografía (Estados de León y de Lagos de Moreno), o incluso de países (República Oriental del Paraguay). Lo que podría interpretarse como meros deslices o infortunios, en realidad demuestran un muy bajo proceso de asimilación de información y una raquítica preparación ante eventos relevantes. Esas ligerezas preocupan ante los retos que el país enfrenta, en particular por la incertidumbre prevaleciente hoy en día que es particularmente clara al hablar de lo que piensa y hace el titular del Ejecutivo en los Estados Unidos. Un rubro no menor es el hecho de que EPN es presidente dado que ganó por el voto de una minoría del electorado total, aun y cuando la obligación es la de gobernar para todos. En este rubro hay otro enorme abismo porque el presidente parece gustar de privilegiar solamente a algunos al tomar decisiones. Se ha dejado de fortalecer transparencia, rendición de cuentas y gestión sin preferencias. En su lugar han favorecido opacidad, cuentas infladas y preferencias por contratistas cómodos al estilo del Grupo Higa. Así no se puede creer que hay un esfuerzo real para combatir corrupción e impunidad. Más bien se puede pensar que son parte del problema. Finalmente, y quizá lo que más me separa de EPN es que el titular del Ejecutivo no demuestre en los hechos una verdadera vocación por servir a los intereses del país. Los ejemplos abundan. Ley de Seguridad Interior, Casa Blanca, tren México-Querétaro, socavón en Paso Exprés, Fiscal Anti-Corrupción, Estrategia de Seguridad Pública, Sistema Penal Acusatorio, etc. En todos ellos vemos que, lejos de anteponer los intereses del país, se priorizan aspectos opacos y con tintes claros de corrupción y abuso. El no haber escuchado los reclamos de ciudadanos y organizaciones ciudadanas desde el arranque y a lo largo de todo su sexenio lo convierte en alguien que no puede reclamar desconocimiento de las causas. Así, llegamos a la recta final de este sexenio en que, a pesar de un arranque en dos años iniciales de reformas que generaron entusiasmo, todo se derrumbó al salir a flote que lo que realmente se privilegió fue el beneficio propio y el no atacar la corrupción e impunidad que a todos los niveles y zonas de gobierno se multiplicaron como nunca se había visto en la historia moderna del país. Por todo lo anterior no vemos nada en común con el ser, parecer y actuar de EPN. Y no es un tema de destacar virtudes propias, sino más bien del cuestionamiento que seguramente nos hacemos la absoluta mayoría de los mexicanos que simplemente no vemos que el primer mandatario se avoque a ejercer sus poderes para proteger a las mayorías, eliminar redes clientelares, fortalecer el Estado de Derecho, y abatir corrupción e impunidad. Ahora queda por ver si aún corregirá el rumbo en los meses por venir o si seguirá en la ruta perdedora. Aún hay tiempo de hacer las cosas mejor. De otra suerte, tendremos que aspirar simplemente a que los que se presenten en la boleta el 1 de julio sean quienes deban comprometerse con estas mejores causas y objetivos. Ver para creer. Hechos son amores. P.D. No podríamos estar más de acuerdo con el presidente, respecto a que no se debe otorgar amnistía o perdón alguno a criminales. Agregaríamos, sin embargo, que ahí caben por supuesto todos los funcionarios que hayan violentado la ley, en particular, en temas de corrupción y abuso. Esta máxima de aplicación de la ley sin distinción personal es algo que nos hace mucha falta en el país y que no ha sido para nada sello distintivo de la actual administración. El juez por su casa empieza. P.D. 2:   EPN debería escuchar muy de cerca la valiente y oportuna declaración de su secretario de Turismo que pone de manifiesto, nuevamente, el cómo la política prohibicionista de drogas sigue impactando la seguridad, justicia y paz en el país, en este caso en los destinos turísticos más importantes del país. Y si bien es cierto hay que procurar por todos los medios que no perdamos un status como nación que ofrece calidad y diversidad a los visitantes extranjeros, la primera obligación es para con todos los habitantes de esta gran nación. Por ello el no detonar ya la recuperación de la capacidad regulatoria estatal en materia de estupefacientes (que la prohibición de drogas obsequia a la delincuencia organizada, al igual que el correspondiente monopolio económico), hace de todos los funcionarios públicos que retrasan el urgente cambio cómplices de los que traen desolado al país en temas de violencia, ataques y deterioro de las instituciones públicas. Siendo 2017 el año más violento en la historia del país ¿qué más desolación esperan para despertar e iniciar una ruta distinta? Ya basta de simulación, hipocresía y mezquindad. Bien por Enrique de la Madrid y el pronunciamiento que esperamos trascienda en los hechos para adoptar políticas públicas razonables y eficientes. *Secretario General de México Unido Contra la Delincuencia.   Contacto: Twitter: @JuanFTorresLand / @MUCD Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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