El Festival más grande de cine a nivel mundial, Cannes, se encuentra en proceso en sus largos días de actividades con la presentación de las películas contendientes para llevarse la Palma de Oro; en sus primeros dos días, los artistas y directores han recorrido la alfombra roja en la antesala de las proyecciones donde México ha tenido participación especial con la muestra de Enamorada.
La presentación de la restauración de la película mexicana Enamorada (1946) del legendario cineasta mexicano Emilio Fernández a cargo de Martin Scorsese, atrajo la atención de la prensa mexicana e internacional por el afecto con el que el cineasta italoamericano se expresó de la icónica cinta, particularmente después de que recibiera la Carrosa de Oro en la Quincena de los Realizadores. Asimismo, finalmente se resolvió el limbo legal en el que estaba El hombre que mató a Don Quijote, la película del cineasta británico Terry Gilliam que tras décadas de planeación y producción, finalmente fue terminada este año para verse envuelta en una gresca legal con el productor Paulo Branco. La película sí será exhibida en la clausura del festival y se espera la presencia de Gilliam, a pesar de haber estado delicado de salud. Veremos si la maldición finalmente se termina. La segunda película en competencia, Yomeddine, ópera prima del cineasta egipcio A.B. Shawky, toma muchas salidas fáciles, obvias y simples en su afán de conmover a la audiencia con la historia de un hombre leproso y un niño huérfano llamado Obama que emprenden un viaje a lo largo de Egipto para poder encontrar a sus respectivas familias y, en el rumbo, encontrar un necesario arraigo. La película decepcionó por el hecho de ser una ópera prima demasiado plana y convencional, particularmente considerando que es inusual que una opera prima se encuentre en competencia. Más cerca del sentimentalismo de un Derbez que la sensbilidad neorrealista. Por otro lado, el cineasta ruso Siril Sbrennikov, que alcanzó notoriedad con su película anterior El estudiante (2014), evoca las películas de Richard Lester con los populares Beatles -A hard’s day night, 1964- y los trucajes formales de la sobadísima nouvelle vague presente en Leto, la historia de una banda de punk en la Rusia de finales de los años 80, un contexto sociopolítico muy similar al actual. Sin entusiasmar, Leto inicia como una película de naturaleza coral y gradualmente se centra en una triada protagonista, así como en la intervención de una especie de narrador que distorsiona los hechos, simplemente para al final, señalar, que las cosas no pasaron así, incluyendo secuencias al ritmo de clásicos de Bowie o de Blondie, abusando del recurso del videoclip, algunos momentos eficientes y plásticamente bien logrados. Te puede interesar: Anuncian sexto libro de la saga Canción de Hielo y Fuego de George R. R. Martin Síguenos en: Twitter Facebook Instagram Suscríbete a nuestro newsletter semanal aquíMÁS COBERTURA
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