La primera impresión que me regaló Gran Caimán llegó minutos después de aterrizar… y fue memorable: una gallina recorría el estacionamiento del aeropuerto con paso tranquilo. Lejos de lucir extraviada, el ave ostentaba la seguridad de quien sabe que pisa un territorio conocido. La escena, vista a la luz de la distancia, habría de materializar una epifanía alada que marcaría una constante en mi estancia: la sucesión de encuentros auténticos inesperados, sin mayor aviso.

El arribo a The Ritz-Carlton Grand Cayman fue muy rápido gracias a la cercanía del aeropuerto con la zona turística de Gran Caimán, que favorece la llegada inmediata de los viajeros a sus hoteles, la mayor parte de ellos ubicados en torno a Seven Mile Beach, la playa más célebre del destino. Este aspecto es muy conveniente, si se considera que muchos turistas, la mayor parte de ellos procedentes de Miami o Panamá, arriban a la isla con ganas de explorarlo todo sin importar las horas de vuelo que llevan encima.

Gran Caimán.
Foto: © THE RITZ CARTON GRAN CAYMAN

El camino a mi habitación (ubicada en una torre que se levanta al pie del mar) pasa a través de un pasillo largo y serpenteante que exhibe en sus paredes la obra de artistas locales. Las acuarelas, fotografías y los oleos ahí presentados presumen la personalidad de Islas Caimán, un pequeño archipiélago formado por tres islas (Gran Caimán, Caimán Brac y Pequeño Caimán) donde el mar Caribe, como en aquellos cuadros, es el telón de la vida cotidiana.

La vista desde el balcón de la habitación fue todo lo que esperaba y un poco más, con el mar calmo en primer plano. En la lejanía, las siluetas de una pareja haciendo paddleboarding se hacían diminutas a medida que avanzaban al horizonte, remitiendo a alguna de las obras exhibidas en el pasillo recién recorrido.

Acción en la isla

La primera parada del itinerario apuntaba al helipuerto que acoge a Cayman Islands Helicopters, una empresa que ofrece tours a bordo de helicópteros con pintas que destacan la vida marina de la isla y que recorren sus principales atractivos. Los paseos tienen una duración de 8 a 15 minutos y son indispensables para apreciar los matices azulados que han dado fama a este destino.

La visita a “La ciudad de las mantarrayas”, un banco de arena ubicado en el North Sound de Gran Caimán (espacio visible desde el helicóptero) fue, tal vez, el momento cumbre de mi aventura caribeña. Y así lo reafirmo al recordar el instante en que vi “volar” a una mantarraya en unas aguas prístinas que, a todas luces, emulaban al viento por su ligereza.

¡Descubre más! Vanguardia mixológica desde Madrid

En este espacio privilegiado, las mantarrayas se acercan a gran velocidad a las faldas del catamarán desde el instante mismo de su llegada, como si estuvieran entusiasmadas por interactuar con sus tripulantes. Dentro de aquel mar, que no supera el metro y medio de profundidad, al menos en ese banco de arena, todos se maravillan con la cercanía de estos seres inverosímiles. Algunos otros, entre ellos yo, optamos por permanecer a bordo del catamarán de Red Sail Sports para admirar la escena que ocurre a unos metros de distancia con lujo de detalle. No puedo evitar pensar que, tal vez, son pocos los lugares en la faz de la Tierra que ofrecen un encuentro natural tan auténtico como el que aquí acontece.

Gran Caimán.
Foto: Alberto Romero

En busca de nuevos matices de belleza local, pero esta vez en tierra firme, me dirijo hacia el Queen Elizabeth II Botanic Park, guardián de jardines florales, senderos entre orquídeas y fuentes que albergan lotos y nenúfares en de poco más de 25 hectáreas del North Side de Gran Caimán. Aquí vive la iguana azul, advierte el guía, con gran entusiasmo, y hace énfasis en dos aspectos centrales: su estatus de especie en peligro de extinción y el hecho de que habita únicamente en esta isla. También advierte que su presencia ocurre en los momentos menos esperados, por lo cual insta a mantenerse en alerta constante.

De talla mediana, el primer avistamiento de la iguana azul se dio en un escalón de madera que bordeaba a una fuente serena donde el reptil permaneció indiferente a mi entusiasmo. Tras retratarla en mil formas posibles, seguí con el recorrido, azuzado por el guía. Y así caminamos hasta llegar a una estructura de madera pintada de rosa y blanco. Aquí iniciaba un sendero poblado por plantas de formas fantásticas: algunas, con flores que parecían hechas de terciopelo atendiendo a sus texturas y tonalidades; y otras, con hojas verdosas en formas caprichosas, por ejemplo, de corazón, que, en serie, armaban una suerte de cascada que se mecía con suavidad gracias al viento. Muy cerca de ahí, otra iguana azul (¿o sería la misma?) hacía una pausa en su camino a la cima de una roca mientras se fundía con el paisaje.

Gran Caimán.
Foto: © 2015 COURTNEY PLATT.

También en el North Side de la isla, muy cerca del jardín botánico, se encuentra Cayman Crystal Caves, donde es posible hurgar en las entrañas de la isla. El camino atraviesa cuevas a techo abierto, un espacio conocido como “La cueva del lago”, y una cueva más, de la que brotan las raíces monumentales de árboles que apuntan a la superficie. Abajo, los escenarios rocosos tallados por el paso del tiempo dan forma a escenarios fantásticos, más propios de una película de ciencia ficción, con estalactitas y estalagmitas amontonadas que salen al paso.

El Cayman Turtle Center, al otro extremo de la isla, ofrece un acercamiento a los esfuerzos locales de conservación de las especies nativas. Aquí se realizan programas de crianza sostenible de la tortuga verde, además de actividades de educación en torno a la importancia de preservar una especie que ocupa un lugar protagónico en la bandera nacional de Islas Caimán, un territorio británico de ultramar asentado en el mar Caribe.

Eugene, el guía a cargo del recorrido, muestra, con orgullo, los diferentes espacios del Cayman Turtle Center, cuando una gallina aparece a pocos metros de distancia. El hombre sonríe y se alista a resolver el misterio que rodea a la presencia de gallos salvajes en todas partes. Fue un huracán el que, tras su paso devastador por el destino, otorgó la libertad a cientos de animales de crianza doméstica, incluidos los gallos y las gallinas. Los habitantes de la isla, ocupados en las tareas de rehabilitación de sus viviendas, no repararon en la ausencia de algunos de ellos, y fue en ese momento cuando su población creció de forma significativa, lejos del cautiverio, explica el guía.

Con el paso del tiempo, su aparición o estancia en los lugares más inesperados de Gran Caimán, incluido el aeropuerto internacional, se ha tornado habitual. Y lo es a tal grado que hoy, con su presencia tranquila e “inesperada”, suman carisma a un destino marcado por su belleza natural, al cual ansío regresar.

Hoteles

La oferta de hospitalidad es de clase mundial. Incluye spas de avanzada, gimnasios al aire libre, bares galardonados y villas familiares para quienes buscan una mayor privacidad.

The Ritz-Carlton

Grand Cayman Seven Mile Beach

Kimpton Seafire Resort + Spa

60 Tanager Way, Seven Mile Beach

Palm Heights

747 West Bay Road, Seven Mile Beach

Black Urchin

1264 Bodden Town Rd

Restaurantes

La oferta culinaria de Gran Caimán es sofisticada y cosmopolita, con alternativas de cocina internacional, comedores en cavas privadas y conceptos “del campo a la mesa” que exaltan los sabores locales.

Gran Caimán.
Foto: © THE RITZ CARTON GRAN CAYMAN.

Taikun

The Ritz-Carlton Grand Cayman

The Brasserie

171 Elgin Ave George Town

Bacaro

Yacht Drive, West Bay

Grand Old House

648 S Church, St, George Town

¿Ya nos tienes en Facebook? Danos like y recibe la mejor información

 

Siguientes artículos

The Balfour Hotel Miami
The Balfour, el ícono de South Beach
Por

Aquellos que quieran saber lo que significa alojarse en un hotel boutique histórico poseedor de un singular diseño y una...

También te puede interesar