El acceso principal a Bal Harbour Shops no pide nada al brillo característico de las alfombras rojas que congregan a las celebridades. Incluso los paparazzis son parte cotidiana de esta atmósfera en Miami. La diferencia principal radica, quizás, en que aquí el desfile de estrellas permanece todo el año, más allá de la temporada de premios cinematográficos.
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¿El motivo de tanto glamour? La fascinación que despierta vivir una jornada de compras en uno de los centros comerciales más exclusivos del mundo, sí, pero también el acceso a tres propuestas gastronómicas favoritas de Miami.
Aquí, en el punto de acceso a Bal Harbour Shops, el bullicio guía la mirada al paso de los meseros con su servicio a cuestas, al rostro de anfitriones que responden con sonrisas a cada mirada curiosa y los grupos de comensales que, inmersos en charlas animadas, brindan en cualquier momento del día. Algunos de ellos se hospedan en el St. Regis Bal Harbour Resort, ubicado justo del otro lado de la avenida Collins, o bien, en The Ritz-Carlton Bal Harbour, también dentro del perímetro de un vecindario conocido por muchos como “la milla dorada”.
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PARADAS OBLIGADAS
Carpaccio es un restaurante que desborda carisma y uno de los favoritos de los visitantes que arriban al centro comercial. La primera decisión a tomar deriva en experiencias distintas: ya sea dentro del restaurante en una confortable estancia climatizada, o bien, en una terraza amplia desde
la cual se aprecia todo el movimiento del lugar.
Aquí se preparan recetas tradicionales de la cocina italiana que maridan con una carta de vinos que da realce a la visita. Las pizzas siempre son una invitación al deleite, particularmente la Quattro stagioni y la Pazzarela. Las opciones de pasta son múltiples, entre linguine, fettuccine, pennette y spaghetti, con estilos que acogen todos los gustos. Las carnes, los pescados y frutos del mar habrán de satisfacer cualquier apetito con la guía maestra del capitán en turno
Bal Harbour Shops aloja 100 boutiques con sellos de lujo como Chanel, Oscar de la Renta, Ferragamo, Dios y Balenciaga
A un costado de Carpaccio, Le Zoo llama la atención por méritos propios. Particularmente por su propuesta de cocina francesa capaz de impregnar de elegancia una tarde animada de compras. La atmósfera del espacio es nítida y cálida, propicia para sumergirse en una culinaria que destaca los
sabores del Mediterráneo y que invita a abandonarse al disfrute de las ostras, el caviar y algunas delicias de autor. En el menú también tienen espacio las pizzas y pastas, además de otros gustos
mediterráneos entre quesos, sopas y platillos que evocan la bonanza de una tierra rica en expresiones naturales.
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Makoto, en la tercera planta del recinto, habrá de ser el favorito de muchos. Consolidado como un favorito de los locales, el restaurante recibe a sus invitados en un espacio cálido y dinámico, cuyo diseño relajado invita a la intimidad que sólo pueden compartir quienes están a punto de disfrutar un banquete de reyes. La mejor opción es sucumbir a la tentación del family style, y ordenar los clásicos del establecimiento para situarlos al frente y compartir. De inicio, kuro edamame, crispy chicken dumpling y tuna crispy rice. Idealmente acompañados de short rib yaki noodle y el frosty wagyu fried rice. La robata es imperdible, particularmente con king crab, wagyu shorty rib y chicken skewers.
El regreso al glamour de las firmas de diseñador, a cielo abierto, será suficiente para cerrar una jornada de placeres culinarios en uno de los vecindarios más exclusivos de Miami.
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