Un mundo de fantasía dominado por superhéroes y feroces combatientes acompañó la infancia de Jorge R. Gutiérrez, quien quería ser un guerrero invencible, después de ver Los siete samuráis, de Akira Kurosawa.
Cautivado también por videojuegos como Mortal Kombat o Street Fighter, su pasión por la animación se gestó desde temprana edad. Así, este director mexicano ha consolidado su lugar entre los grandes nombres de la industria internacional del cine, con una impronta que dota a sus obras de un estilo inconfundible, mismo que refleja su profundo amor por su país.
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Si bien nació en la Ciudad de México, a los nueve años partió hacia Tijuana y luego a Los Ángeles, California, donde se formó en la CalArts. Su marcada carga cultural hizo que su talento sobresaliera rápidamente, y, al mismo tiempo, lo enfrentó a una industria reticente a contar historias provenientes de otros territorios al sur de los límites estadounidenses. Sin embargo, él estaba decidido a cambiar esa percepción.
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“Lo que le pasa al mexicano es que, mientras más te alejas del país, más lo extrañas, más lo romantizas, más lo ves con ojos de amor. Eso me pasó a mí”, recuerda Jorge, con esa alegría y buen humor que lo caracteriza, sentado en su estudio en donde, de fondo, destacan máscaras de luchadores y figuras de catrinas.
MUNDOS REINTERPRETRADOS
Al inicio de su trayectoria, todo fue cuesta arriba para convencer a otras personas sobre el potencial de la cultura mexicana en la arena internacional de la animación. Así lo hizo con la película El libro de la vida (2014), producida por Guillermo del Toro, a quien considera como un amigo y mentor.
El largometraje, inspirado en la celebración del Día de Muertos, no sólo fue reconocido en los premios Annie, sino que, nueve años después de su estreno, se mantuvo en el top ten de Netflix a nivel mundial.
Aunque las mágicas producciones de Jorge R. Gutiérrez destacan por su arraigo a las tradiciones y el folklore mexicano, su verdadero potencial se liberó cuando decidió no limitarse a apegarse a la historia o la cultura.
“Fue liberador darme cuenta de que los murales de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, y José Clemente Orozco, aunque trataban temas como la Conquista, la Independencia o la Revolución, eran interpretaciones personales. Así que decidí adoptar esa misma libertad en mi trabajo”.
Como consecuencia de ello, surgió Maya y los tres, serie producida para Netflix, la cual rápidamente se convirtió en un sobrado éxito internacional. Al principio, recuerda, la empresa no tenía confianza en el proyecto. “Me decían: ‘Mesoamérica no es algo que los números digan que es internacional o que se pueda vender por el mundo’. Pero los dioses antiguos nos ayudaron”, dice, esbozando una gran sonrisa. La serie se posicionó entre las más vistas en 55 países y ganó cuatro premios Emmy.
“Estoy muy emocionado porque, por primera vez, haré animación para la Esfera de Las Vegas”
JORGE R. GUTIÉRREZ / DIRECTOR DE CINE
Jorge buscaba crear una especie de fantasía inspirada en Mesoamérica, al estilo de El Señor de los Anillos, donde la protagonista fuera una princesa guerrera que surgiría de la imaginación y la propia mitología del director. “Nunca voy a mencionar azteca, maya o tolteca; nunca voy a hablar de la parte específica de la historia; éstas van a ser interpretaciones”, se dijo en ese entonces.
UN PEQUEÑO FEROZ
Con ello, el también artista de guion gráfico demostró que un producto audiovisual que aborde la cultura mexicana puede cautivar al público global. Tanto así que, a partir de esta serie animada, firmó, en 2020, un acuerdo con Netflix para producir otros proyectos con su compañía Mexopolis, incluida una secuela de Maya y los tres, que ya está en desarrollo.
Otro de sus próximos proyectos es I, Chihuahua, película inspirada en su amor por la lucha libre, así como en distintos videojuegos de combate que siempre le han fascinado. Se trata de una cinta animada que tendrá como protagonista a un astuto perro chihuahua que peleará contra tigres de Tailandia y leones de Japón. Pero, “el pequeño personaje que nadie considera que puede ganar… lo va a hacer”, asegura Gutiérrez, con contundencia, pues ve esto como una metáfora del espíritu indomable de México.
En exclusiva para Forbes Life, el realizador revela que recibió la invitación para hacer la entrada de Los Simpson, en el especial de Halloween de este año, un honor que comparte, a través de su colaboración con Mighty Animation. “Para mí, es el mejor estudio de Guadalajara”, opina.
Otro proyecto por el cual también se muestra realmente emocionado es uno que, por primera vez, lo desafía a crear una animación para la Esfera de Las Vegas. Eso sucederá durante una pelea de la UFC (Ultimate Fighting Championship), programada para llevarse a cabo en septiembre, con motivo de la independencia de México. “Ya firmé. Ya lo puedo contar”, comenta riendo.
HISTORIAS UNIVERSALES
Jorge destaca el rol de festivales como Pixelatl en el crecimiento de la industria nacional. “La animación en México es un antes y un después de Pixelatl; el cambio ha sido gigantesco”.
Sin embargo, aunque Estados Unidos está empezando a considerar a México como un destino para maquilar animación, ve lejano el salto hacia la creación de series y películas originales de alto impacto global.
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Mientras las grandes producciones de DreamWorks o Disney invierten alrededor de 200 millones de dólares en presupuesto, en nuestro país una película grande, si acaso, consigue 6 millones de dólares. Frente a ese panorama, algunos productores locales optan por hacer historias “muy divertidas, pero muy mexicanas”. El problema con eso, comenta Gutiérrez, es que dichos largometrajes no salen de México porque están pensados sólo para el público nacional.
Con un optimismo inquebrantable, el multipremiado director continúa su ardua trayectoria colaborando con talentos mexicanos y latinos, mientras imagina nuevas historias que celebren la fantasía y la riqueza cultural de México. Su mayor sueño: que, así como él un día quiso ser un samurái, un niño en Japón vea Maya y los tres y juegue a ser un guerrero águila.
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