Durante una travesía nocturna en automóvil, Sandra y Daniel se involucran en una conversación que revela una profunda complicidad entre ellos. Ésta es la escena que abre la trama de Un actor malo: la esperada segunda película de Jorge Cuchí. Después de sorprender a la crítica internacional con 50 (o dos ballenas se encuentran en la playa), el director vuelve con un largometraje inquietante, el cual prescinde de música original, una decisión destinada a evitar influir en las reacciones del espectador.

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La cinta, estrenada durante el Tallinn Black Nights Film Festival, explora las repercusiones del acoso y el abuso, adentrándose en un territorio que ha impulsado importantes cambios en la industria cinematográfica internacional. Alfonso Dosal, protagonista de la película, comenta, en entrevista, que la trama refleja situaciones que ocurren prácticamente en cualquier lugar.

“Cuando leí el guion y vi la primera película de Cuchí, dije: ‘Creo que hay que escuchar a este hombre, porque está hablando de emociones y momentos vitales’. Y se volvió, más que un trabajo, una responsabilidad”, señala el actor.

Ese compromiso antepone, sin reservas, la delicadeza de filmar escenas íntimas y las implicaciones que conlleva esa labor.

Para el histrión, el tema central de la película es el consentimiento y cómo lo entienden protagonistas y espectadores: “Esa línea delgada entre pedir permiso o no. Me preguntaste o no. Yo estaba de acuerdo o no”.

A partir de esta premisa, el director y guionista plantea su narrativa en un único día y un único lugar, y recrea, así, una historia muy contenida, con pocos personajes. Dosal recuerda el enfoque meticuloso durante el rodaje: “La filmamos de una forma casi aristotélica. Íbamos como en orden: por fechas y tiempos; porque sí hay una cronología en la película que, ciertamente, avanzó por el plan de rodaje”.

“Cuando leí el guion y vi la primera película de Cuchí, dije: ‘Creo que hay que escuchar a este hombre, porque está hablando de emociones y momentos vitales’”

ALFONSO DOSAL, ACTOR

Si bien la cinta se desenvuelve en un tono casi intimista, hacia la parte final adquiere un ritmo frenético y explosivo, adentrándose en un territorio incómodo de violencia alimentada por las redes sociales. Alfonso Dosal destaca que, desde su perspectiva y la del director, el caos no es la solución a un problema vigente, sino, más bien, un reflejo de la falta de justicia en la sociedad actual.

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