La visita del presidente Andrés Manuel López Obrador al presidente Donald Trump, generó una gran expectativa en los medios, fundamentalmente mexicanos a lo largo de los últimos días. La experiencia previa dictaba que el comportamiento de Trump no era previsible y, por lo tanto, los costos para el presidente López Obrador podrían ser altos.

En este encuentro ganó el presidente López Obrador, porque la no agresión de Trump fue el triunfo más importante para él. Ante un escenario donde la imprevisibilidad del comportamiento de Trump era la principal variable, el que hubiera sido reconocido como un amigo para el presidente de los Estados Unidos fue ya la muestra de que se ubicaba por encima de los últimos cuatro presidentes mexicanos con cualquiera de sus homólogos norteamericanos. Tal vez por eso se plegó al presidente norteamericano al olvidar los agravios pasados en los múltiples discursos de aquel.

Donald Trump envió un mensaje, no a los mexicanos, sino a su electorado latino en los Estados Unidos. Su posición cercana a México, donde cambió su discurso al decir que los mexicanos son ” gente trabajadora, son gente increíble, son un gran porcentaje de los propietarios de los negocios, tienen mucho éxito”. El elogio no era para López Obrador o los mexicanos en México, sino para aquellos que simpatizan con los republicanos, pero cuyo discurso de odio les había alejado de su plataforma electoral.

En realidad, el impacto mediático importante se dio en México, donde prácticamente todos los medios generaron cobertura al evento mientras que, en el caso de los Estados Unidos, el encuentro pasó desapercibido, pues solo el Wall Sreet Journal reseñó en una breve nota el evento, lo que muestra la relevancia de la relación, no únicamente para los medios de ese país, sino para los norteamericanos en general.

A pesar de ello hubo perdedores, reflejados por los intereses de México con respecto a los Estados Unidos. La firma de un tratado que pone en desventaja a diversos sectores de la industria mexicana ya era un primer desafío para los actores productivos que se habían visto beneficiados por el tratado anterior. No únicamente eso, el agravio había sido doble, no únicamente para la economía, sino para la política en México, pues se obligó al congreso mexicano a aprobar un nuevo documento con posiciones negociadas ya en la administración de López Obrador, que respondían a las demandas de los demócratas y otros grupos republicanos en los Estados Unidos.

No hubo, sin embargo, nada sobre migración, narcotráfico, armas, seguridad mutua, intercambio educativo, incidencia de grupos sociales, ni siquiera sobre béisbol que era lo que el presidente López Obrador había dicho que le interesaba sobre la relación con los Estados Unidos.

Entonces, tuvimos la oportunidad y la perdimos, el único triunfo para el presidente fue que no fuera agredido nuevamente por Trump y eso marca un nuevo camino para la relación con los norteamericanos. El triunfo fue entonces solo para López Obrador y para el secretario de relaciones exteriores Marcelo Ebrard, quien se ubicó como el verdadero candidato a la sucesión, pues ningún otro personaje de primer nivel del circulo cercano al presidente, tiene el nivel de incidencia en la opinión y la confianza presidencial.

Las preguntas que muchas personas se harán giran en torno a ¿y el acuerdo migratorio cuándo? ¿el tráfico de armas y droga cuándo? ¿las seguridad mutua en la frontera cuándo? Para mencionar solo algunos de los temas que si son relevantes para la política bilateral y no la frivolidad que marcó el encuentro de estos días.

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Twitter: @aglopezm

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