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Reuters.- Antonio Castillo descubrió el breakdance cuando era niño en México, en la década de 1980, y ahora una nueva generación de jóvenes llega a su estudio de Washington para aprender el estilo del baile que se ha convertido en un deporte, con la esperanza de algún día traer a casa el oro olímpico. Castillo quiere que sus estudiantes, en su mayoría adolescentes, sepan que la forma de arte que prefiere llamar “breakin”, que nació en las calles de la ciudad de Nueva York en la década de 1970, no es un ejercicio de nostalgia. “Ha evolucionado desde entonces”, dijo el entrenador de 38 años. “Lo vieron en películas, girando sobre su cabeza o haciendo juego de pies o lo que sea que sea el caso, pero no lo consideraron como un deporte”. Ahora el Comité Olímpico Internacional está a punto de hacerlo disciplina olímpica. El breakdance está entre los cuatro deportes, junto con el skateboarding, la escalada deportiva y el surf, que el COI acordó provisionalmente el año pasado agregar a los Juegos de París en 2024 en un esfuerzo por atraer a un público más joven y urbano. Se espera una decisión final en diciembre. Castillo ha contribuido a darle un marco al deporte. En la Competitive Breakin’ League, que lanzó hace casi siete años, el breakdance tiene como sistema de puntos para juzgar, clasificaciones de cinturón similares a las que se usan en las artes marciales, y un espacio de actuación limitado como se usa en la lucha de sumo. Como miembro del Comité Breakin’ de Estados Unidos está trabajando para formar el primer equipo nacional del país para fin de año. Ahora está muy lejos aquel niño en México, cuya primera exposición al breakdance fue ver a sus primos hacerlo y que comenzaron a tratar de emular los movimientos de baile de Michael Jackson cuando tenía cinco o seis años. Después de llegar a Estados Unidos cuando tenía nueve años, Castillo comenzó a bailar hip hop como los raperos MC Hammer y Vanilla Ice. Pero a los 13 años, la película “Breakin” puso el breakdance de lleno en su vida. Comenzó a enseñar el deporte en un gimnasio de Washington y en 2011 abrió The Lab Breakin’ School, una de las pocas escuelas en el país dedicadas a la disciplina. Un año después, hizo de la escuela su ocupación a tiempo completo. “Si no fuera por el breakin, no sé dónde estaría”, dijo Castillo, quien también da charlas motivadoras a los jóvenes. La perspectiva del breakdance como deporte olímpico abre un mundo de oportunidades para los más talentosos “b-boys” y “b-girls” de Castillo, muchos de los cuales provienen de entornos desfavorecidos. Algunos de sus 700 estudiantes ya sueñan con la gloria olímpica. “Antes pensaba: ¿Puede ser esto lo que haga para siempre?” Ahora puede serlo debido a los Juegos Olímpicos (…) es súper emocionante”, dijo Isaac Witte, de 13 años, entre rondas de práctica en la pista de baile. Witte y su amigo Evan Sletten, de 14 años, recientemente ganaron una competencia nacional y entrenan juntos casi todos los días. Pero Castillo dice que la perspectiva de la gloria olímpica también trae consigo una presión única sobre los atletas que representan el país de origen del breakdance para traer el oro a casa. “Es el lugar de nacimiento de la cultura hip hop, ¿verdad? Estados Unidos, nosotros creamos esto”, apuntó. Lee también: ‘Canelo’ Álvarez es nombrado Boxeador del año

 

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