Al término de la Segunda Guerra Mundial, el sistema internacional encontraba en la Organización de las Naciones Unidas la oportunidad de restablecer el orden y la estructura de los mecanismos de cooperación entre las naciones. Europa devastada por la guerra requería no sólo de aliados militarmente destacados, se requería además un entramado de acuerdos que facilitaran el replanteamiento para el restablecimiento del equilibrio de poder. La mejor idea para lograrlo fue diseñar una Organización que mediante la firma de una Carta en la Conferencia de San Francisco de 1945 sentara las bases para el establecimiento de seis órganos principales, entre los cuales destacaba el Consejo de Seguridad. Para este órgano, la responsabilidad primordial es el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, fomentar relaciones de amistad entre las naciones, coadyuvar en la solución de problemas internacionales y en el desarrollo de instrumentos que promuevan el respeto a los derechos humanos y servir de centro armonizador para los esfuerzos de cooperación entre las naciones. Los 193 Miembros de las Naciones Unidas, al firmar la Carta se comprometen a aceptar y aplicar las decisiones tomadas al interior del Consejo de Seguridad; mientras que en otros órganos de la familia de Naciones Unidas solo se hacen recomendaciones a los estados miembros; en otras palabras, solo el Consejo de Seguridad tiene el poder de adoptar decisiones en su interior que los estados miembros están obligados a cumplir. El 17 de enero de 1946, se llevó a cabo la primer sesión del Consejo con la participación de sus cinco miembros permanentes (EU, Francia, Federación Rusa (antes la URSS), China y Reino Unido de Gran Bretaña) mas 10 Miembros no permanentes, electos por la Asamblea General por periodos de dos años (de los cuáles México ha sido electo en cuatro ocasiones). Los miembros permanentes tienen el derecho a vetar cualquier resolución emitida al interior del Consejo. Cuando hay una controversia o disputa entre dos o más naciones, la primer medida del Consejo siempre es recomendar a las partes que lleguen a un acuerdo por medios pacíficos, y puede imponer embargos, sanciones económicas, o autorizar el uso de la fuerza con la finalidad de que sean respetados los mandatos alcanzados al interior del Consejo, siempre en favor del mantenimiento de la paz. En el caso del conflicto árabe-israelí, de manera recurrente desde la creación del Estado de Israel en 1948 bajo el liderazgo de David Ben-Gurión, el Consejo de Seguridad ha incluido en su agenda los asuntos relacionados al mantenimiento de la paz en la región. El hecho de que EU sea un miembro permanente del Consejo ha favorecido de manera importante al Estado de Israel, y aunque el frágil mantenimiento de la paz haya sido realidad en varios momentos de la historia contemporánea, el apoyo de los Estados Unidos a Israel ha constituido un impedimento para la consolidación de la solución basada en la creación dos Estados. Es decir, la Nación Palestina y sus aliados árabes han propuesto en varias ocasiones una división territorial que facilite el reconocimiento de dos Estados en el territorio históricamente más disputado. En diciembre de 1947, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó un plan que establecía la partición del territorio en dos zonas: una judía y otra palestina, considerando a Jerusalén como zona internacional para favorecer la coexistencia pacífica entre diversas religiones y grupos raciales. Desde entonces, la capital del estado de Israel ha sido Tel Aviv y Jerusalén una zona internacional. El pasado 6 de diciembre, el gobierno de EU anunció su decisión de cambiar la sede de su Embajada de Tel Aviv a Jerusalén, implicando el reconocimiento unilateral de Jerusalén como la Ciudad capital del Estado de Israel, rompiendo con esa décadas de mediación, líneas de política exterior y acuerdos internacionales, lo que posiblemente conllevará al incremento de la violencia en la región. Para evitar un estallido masivo de violencia Egipto propuso una resolución en la cual se pide a los países miembros de las Naciones Unidos no secundar las decisiones que vulneran la estabilidad de la región y cambian el orden establecido desde hace más de 50 años. La decisión de EU de usar su derecho de veto para bloquear la resolución que buscaba impedir los cambios al estatus de Jerusalén no solamente cambia su propio papel como mediador en el conflicto, sino que pone en tela de juicio el real compromiso del actual gobierno de EU para rechazar la violencia y generar acciones en favor de la paz. La postura de las Naciones Unidas es apoyar las iniciativas de paz bajo un esquema de negociación directa entre dos estados. Quizás la UNESCO y la Declaración de Nueva York sean solo los primeros mecanismos de cooperación internacional que vean la salida de EU en lo que parece ser el principio de un nuevo capítulo del orden internacional.   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @ArleneRU Linkedin: Arlene Ramírez-Uresti Google+: Arlene Ramírez Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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