El liderazgo es muy importante para lograr un objetivo determinado, en una empresa es una tarea compleja, se tiene que lidiar contra el mercado, los competidores, la tecnología, la economía, etc. Una de las partes de mayor complejidad radica en lograr que se coordine la fuerza de trabajo dentro de la empresa, posiblemente existan diferencias en el equipo, pero a los ejecutivos y empleados se les paga para desarrollar un plan laboral y alcanzar una meta, estos últimos objetivos son los fundamentos de un trabajo. En un gobierno esta situación es totalmente distinta, los antagonismos se encuentran en todas partes, en cada estado, en todo el país, dentro de los sectores industrial y social, fuera del país, a la largo del continente y a nivel mundial; además, las presiones dentro del mismo gobierno también son enormes. A los servidores públicos se les paga por hacer su trabajo, pero cada uno de ellos representa a un grupo político distinto y, a pesar de que su obligación es cumplir con una función específica, individualmente juegan para su grupo y sus intereses personales. Por eso el gobierno en muchas partes de México no funciona, los intereses son enormes y a veces incontrolables. No son lo mismo los enemigos del mercado, que a la larga pueden costar millones de pesos, que los enemigos de un sistema político en dónde los costos se pueden pagar hasta con vidas humanas. Simplemente consideremos la cantidad de fallecidos por la guerra entre bandas de la delincuencia, incluidos los candidatos a puestos de elección popular que han sido asesinados en los últimos meses. La política siempre ha sido riesgosa, pero en la actualidad ya se ha convertido en algo peligroso. En México seguimos con la idea de que nos rige una presidencia absoluta, cuyo representante posee un poder inconmensurable y total. Sin embargo, desde la presidencia de Ernesto Zedillo esa figura ha desaparecido, la democracia mexicana ya cuenta con un fuerte balance en el Poder Legislativo. Además, es un error considerar a estas mayorías solamente a través de los partidos, ya que en los últimos años la mayoría priista no ha podido lograr que las iniciativas del presidente logren autorizarse, es más bien cuestión de grupos políticos no de partidos, lo que quiere decir que nadie tiene un poder absoluto y es necesario estar negociando todo el día y a toda hora. Supongo que a esto se refería el presidente Peña Nieto cuando afirmó que ser presidente no es un trabajo fácil. Es fácil vociferar ideas y seducir a los electores con propuestas fáciles durante la campaña electoral. La situación es totalmente distinta cuando se asume el poder y gran parte de lo propuesto por los candidatos no es posible de llevarse a cabo y/o tendría que ser avalado por el Congreso. A estas alturas no sabemos si el próximo ganador de las elecciones en nuestro país tendrá la mayoría en el Congreso. Lo curioso es que después de haber vivido una situación similar en nuestro país durante los últimos 18 años en los regímenes del PAN y el PRI, aún seguimos achacándole al presidente todo lo malo que le pasa al país y, por el contrario, lo positivo ni se le reconoce, ni se le otorga, que recuerde esto el candidato que gane la elección. En la actualidad, los candidatos se lucen con sus propuestas y presumen de las supuestas decisiones que tomarán cuando lleguen al poder. Lo que debemos considerar realmente es si tendrán la capacidad de gobernar, negociar y controlar todas las fuerzas que por dentro se organizarán en su contra. Solamente en esta situación mediremos la verdadera capacidad del líder en cuestión.   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @Marcovherrera YouTube: El Marco del Poder Google+: Marco V. Herrera Berenguer Blog: El Marco del Poder Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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